Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:

«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».

Lo transmitió Muslim.

Teléfono: 005068493-6876

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miércoles, 23 de diciembre de 2009

El Islam no permite el maltrato o abuso hacia la mujer.

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As-alaamu a´laikum estimados lectores de LA PRENSA LIBRE, una vez más, los musulmanes nos encontramos agredidos y despreciados por alguien a quien le publican sus conceptos basados en la ignorancia, el prejuicio y el fanatismo sin considerar el daño que se realiza con esto a la verdad, la justicia y los derechos humanos.

Me refiero al artículo de opinión que publicó en este periódico la señora Yadira Calvo el 16 de abril del año en curso y que tituló “Con la vara al hombro”:

http://www.prensalibre.co.cr/2009/abril/16/opinion07.php

Con la vara en el hombro

Yadira Calvo

En el año 610, cuando Mahoma tenía 40 años de edad, se le apareció el arcángel Gabriel (o al menos eso se dice) para trasmitirle “la palabra de Dios”. Él la repitió a sus seguidores, quienes la conservaron de memoria hasta después de su muerte, cuando la recopilaron por escrito en el Corán. El texto definitivo se fijó entre el 640 y el 650. Luego, a partir del siglo IX, otros correligionarios, con más memoria todavía, anotaron las palabras y hechos del fundador, estableciendo así la tradición. Ambos textos constituyen las fuentes del Islam, que ocupa el segundo lugar en número de fieles después del cristianismo.

Alá, el dios de Mahoma, era muy benévolo con él, y en general con todo ser humano portador de barba y turbante. Por ejemplo, cuando ya el Profeta contaba con un harén de nueve esposas y numerosas concubinas, le otorgó un “permiso especial” para tener todas las mujeres que deseara, incluidas las “procedentes del botín de guerra”, las hijas de sus tías y tíos por ambas líneas, y cualquier otra que “libremente” se le ofreciera. Este permiso era sólo para él. A los demás seguidores sólo les autorizó cuatro esposas. Eso sí, con derechos “soberanos” sobre ellas.

Alá, tan generoso, les advirtió a los hombres: “¡Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros! ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis!”. Los intérpretes dicen que el adverbio “como”, del versículo, es la traducción imperfecta de la partícula “annâ” que puede traducirse por: “como, donde y cuando”. Por eso la tradición establece que la mujer debe acudir “corriendo” cuando el hombre la llama para satisfacer su deseo, “aunque esté con las manos en la artesa”, o sea en la cocina. En 2005, el jeque Muhammad Al-Munajid explicó la validez de este mensaje en la televisión de Arabia Saudita, indicando que “Dios sabe las necesidades del hombre”. Evidentemente, lo que Dios no sabe son las necesidades de la mujer.

Al menos dos de las esposas de Mahoma eran niñas: una de ellas tenía doce años y otra ocho. Como las acciones del Profeta “a partir de la Revelación, estaban preservadas por Alá de todo error”, su vida es fuente de virtud y ejemplo para todos los varones musulmanes. Por lo tanto, algunos de ellos interpretan que casarse con chiquitas cuenta con el aval divino. No hace muchos meses, un líder religioso marroquí incluso declaró en público que “las niñas de nueve años son a menudo más eficientes en la cama que las jóvenes de veinte”.

Ahora bien, Alá es justo, y por lo tanto, aunque es el padre quien arregla el matrimonio, las “novias” deben dar su consentimiento”. El consentimiento, explicó un maestro espiritual, se da “callando”. Otros dicen que se expresa mediante “el silencio, el rubor o las lágrimas”. Una vez que alguna “consintió”, puede estar segura de que se entregó a un amo, porque, como dice el imán Al-Fakhr Al-Razi, la superioridad del hombre sobre las mujeres “es un hecho reconocido”. Lo que le da reconocimiento es un texto del Corán según el cual, “los hombres están un grado por encima de ellas”. Ese grado de “autoridad” se basa en “la preferencia que Alá les dio” a los unos sobre las otras. Por lo tanto, “los hombres se comportan con las mujeres del mismo modo que el soberano con sus súbditos: ¡con autoridad! mandando y prohibiendo”. Esta “autoridad soberana” constituye un “atributo intrínseco a su naturaleza” y una “gracia divina”. Por eso, El Profeta advirtió: “Cuelga el látigo allí donde tu mujer pueda verlo”; y “¡amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles!”.

Recientemente, un clérigo musulmán ha calificado este verso de “maravilloso”. En 2004, en la televisión de Qatar, otro explicó que el “derecho” al látigo se lo dio Alá a los hombres porque ellos “tienen mejor juicio”, y las mujeres nacieron “de una costilla torcida”. Con razón, según cita una de las víctimas de esta ideología, para el Islam, “el paraíso de una mujer está bajo los pies de su marido”.

En el presente podemos ver videos en los que un religioso islámico explica cuáles son los tipos de mujeres que “obligan” al hombre a traer “una vara al hombro”: la que fue educada a golpes, “la que se hace digna con su esposo y lo ignora”, y “la mujer mala” que no le “obedece” a menos que él “la oprima, la golpee o use la fuerza en contra de ella y la controle con su voz”. Gritos y varazos. Por si alguien frunciera el ceño, uno de los jeques aclara que los golpes no son “ataque” sino “terapia” y “disciplina”. ¡Qué alivio!
Los eruditos islámicos se han tomado buen tiempo para precisar la forma de las “terapias” a las súbditas de un marido. En la Edad Media, Ibn Maja, indicó que no se les ha de pegar en la cara ni desfigurarlas; algunos adoctrinan sobre el tipo de golpes según la contextura de la mujer: “con un bastón, con el puño o con la mano bien abierta, de modo que el hombre no se haga daño a sí mismo”. Y aun para otros, de plena actualidad, no hay que dejar cicatrices, hematomas, marcas ni huesos rotos; ni producir hemorragia o muerte. Las musulmanas pueden estar felices y agradecidas de que Alá sea “indulgente y misericordioso”. ¿Qué tal si no lo fuera?


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Me decepcionó porque, aunque jamás había escuchado hablar de ella ni su nombre en ningún lado, me puse a buscarla en la red y aunque tenemos gustos muy diferentes, encontré que es una escritora costarricense feminista “felizmente casada”, que tiene por libro favorito el importantísimo “Cumbres borrascosas” de Emily Brontë -el mío es el Sagrado Corán-; pero hemos sido partidarias de lucha contra el TLC.

Lo cual me lleva a pensar que es una señora equivocada -como tantos- con respecto al Islam, se ha dejado llevar por los artículos negativos que lee sobre el mismo y como cualquier otra persona ignorante y llena de prejuicios hacia nuestra realidad, se escandaliza, menosprecia y teme lo que no conoce. No la culpo, yo era igual o peor que ella, hasta que investigué por mí misma, libre de prejuicios, qué es el Islam y en qué creen los musulmanes.

Lo primero que debemos decir es que el Corán le ordena al hombre tratar a la mujer con respeto, justicia, consideración. En la aleia 4:19 dice claramente:
“...Comportaos con ellas como es debido. Y si os resultan antipáticas, puede que Dios haya puesto un abundante bien en aquello que os desagrada”. (4:19)
Vemos que el Corán remarca que el hombre debe tratar correctamente a las mujeres y tenerles paciencia, aún si el carácter de ambos no compatibiliza. No se menciona que se les puedan pegar, gritar o maltratar de ninguna manera. Deben tratarlas como nos ha enseñado nuestro Profeta Muhammad (BPD): con amor, respeto y consideración. El Profeta (BPD) nunca golpeó a una mujer ni le levantó la voz siquiera. Y si el musulmán sigue el ejemplo del Profeta (BPD) tal como ordena el Corán, nunca puede ni debe maltratar a su esposa, golpearle, ni siquiera gritarle.

Veamos ahora lo que dice la famosa aleia 4:34 de la cual se habla mucho sin conocerse a fondo:
“Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado (desde el punto de vista del sistema social) a unos sobre otros y por los bienes que gastan (en la manutención de ellas)…”
Quizás alguno alegue que es un pensamiento retrógrado y misógino, pero se trata de un asunto generalizado mundialmente. Y al respecto hay mucho que se puede analizar y debatir. Pero no se puede cuestionar que, históricamente, en todo el mundo se da esta situación, más allá de que existan innegables casos puntuales que no sean así.

El segundo asunto por el cual el Islam le otorga al marido la autoridad sobre el matrimonio es porque el marido debe mantener el hogar. El hombre tiene sobre el matrimonio una obligación puntual e ineludible: debe mantener el
hogar. Luego, cuando cumple esto, surge para él un derecho como compensación por la carga de la obligación anterior y ese derecho es la autoridad que se le concede. Autoridad que tiene límites, por supuesto.

Por su parte, la mujer goza de un beneficio: está exenta de la obligación de trabajar y mantener el hogar. Todos los gastos de la casa y sus gastos personales deben ser cubiertos por el marido. Tal beneficio implica que ella tenga hacia el marido una obligación de respetarlo en sus decisiones. Además de esto, la mujer tiene dos responsabilidades puntuales en el matrimonio: aceptar al marido cuando quiera tener relaciones sexuales y cuidar de los hijos. No tiene otra obligación.

No tiene responsabilidad sobre los quehaceres domésticos, por ejemplo. No tiene la obligación de cocinar ni lavar nada en la casa. Incluso puede pedirle al marido un sueldo por realizar las tareas domésticas. Esto se ha ejemplificado en algunas narraciones diciendo que si el marido solicita a la esposa, ella debe acudir aunque se encuentre cocinando. ¿Por qué? Porque no es obligación de la mujer cocinar, pero sí es aceptar al marido y ella no puede negarse a esto, aunque sí puede negarse a realizar tareas domésticas.

¿Es el hombre musulmán libre de golpear a una mujer cuanto desee? No, aunque sí existen indicaciones muy precisas y el hombre no es libre para golpear a la mujer en absoluto.

Los mayores sabios de Islam claramente precisaron que este golpe mencionado en la aleya 4:34 es el equivalente a un golpe con un cepillo de dientes (un “siuak”: los palillos usados en el mundo árabe para la higiene dental) y el hombre bajo ningún concepto debe dañar la piel de la mujer ni dejar marcas, heridas, hemorragias o hematomas, pues en tal caso está obligado a indemnizarla.

De ninguna manera el Corán permite el maltrato o el abuso hacia la mujer.


Como podemos ver claramente en lo expuesto, el Islam no legaliza en absoluto el maltrato a la mujer.

Quien pretenda argumentar otra cosa, está distorsionando los hechos. En consecuencia, los musulmanes que golpean a sus mujeres no siguen ningún mandato ni autorización del Corán ni del Profeta (BPD) ni de los grandes sabios del Islam.

La problemática de la mujer en el mundo es un asunto complejo y muy serio que las sociedades todas deben abocarse a tratar. Esto puede hacerse en el marco de la integración, el entendimiento intercultural e interreligioso, el mutuo respeto, el diálogo, etc. Nada de esto es posible cuando se realiza un análisis simplista y denigrador como ha hecho esta señora Yadira Calvo, insultando la figura de nuestro Profeta (BPD) y la misma concepción de Dios de los musulmanes. Ella debería plantearse si el Islam es tan malo y negativo, tan perverso y opresivo, ¿por qué es la religión con más cantidad de seguidores en todo el mundo y la de mayor índice de crecimiento? ¿Cómo es que cada año miles de personas en el mundo occidental se convierten al Islam, abrazan esta religión para regir sus vidas con ella? ¿Y cómo es que la mayor parte de quienes se convierten al Islam son precisamente mujeres?
Los musulmanes decimos: aquí estamos. Si quieren hablar con nosotros, con gusto lo haremos. Si quieren conocernos, estamos muy cerca de ustedes. Cuando tomen contacto directo con nosotros, verán que no somos de temer sino todo lo contrario. Si pretenden cambiarnos, su esfuerzo será en vano. El Islam ha sobrevivido 14 siglos creciendo y no desaparecerá nunca. Pues es la verdad revelada por Dios Altísimo. Y la verdad no se extingue ni desaparece.

Continúe con sus luchas señora Yadira, pero diríjalas en la dirección correcta, nunca está de más y duerma tranquila, nosotras las musulmanas sabemos defendernos y sabemos perfectamente quién es nuestro amigo y quién nuestro enemigo.

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http://www.prensalibre.co.cr/2009/abril/27/opinion07.php

6 comentarios:

Rashida Jenny Torres dijo...

Asalamo aleikum herman@s, si han sido víctimas de abuso físico o psicológico por parte de un musulmán o no, y quieres algún tipo de ayuda, desahogarte o denunciar, si está dentro de mis posiblidades ayudar de alguna forma, lo haré con mucho gusto.
Puedes escribir a: jtorres_1969@hotmail.com
Bendiciones.

Rashida Jenny Torres dijo...

Asalamo aleikum herman@s, si han sido víctimas de abuso físico o psicológico por parte de un musulmán o no, y quieres algún tipo de ayuda, desahogarte o denunciar, si está dentro de mis posiblidades ayudar de alguna forma, lo haré con mucho gusto.
Puedes escribir a: jtorres_1969@hotmail.com
Bendiciones.

Anónimo dijo...

Pues para no permitir el abuso y el maltrato a la mujer en esta cita lo disimula muy bien...

"Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a los hombres sobre las mujeres y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonésten a aquéllas de quienes tengan temor que puedan rebelárseles, déjenlas solas en el lecho, y péguenles! Si les obedecen, no se metan más con ellas. Alá es excelso, grande." (4:34). Es q pegar no es maltrato?

Anónimo dijo...

"Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a los hombres sobre las mujeres y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonésten a aquéllas de quienes tengan temor que puedan rebelárseles, déjenlas solas en el lecho, y péguenles! Si les obedecen, no se metan más con ellas. Alá es excelso, grande." (4:34).

Rashida Jenny Torres dijo...

Asalamo aleikum herman@, mira no te hagas problema, las musulmanas comprendemos muy bien esta aleia que citas, porque no la sacamos del contexto, ya que en todo el Sagrado Corán existen otras más que incentivan a los varones a respetarnos, a siempre perdonar y a no usar la violencia.
Yo misma como mujer, estoy de acuerdo en que si mi comportamiento conlleva indecencia, irrespeto, vulgaridad y burlarme de los mandamientos de Allah, que me peguen un buen "sopapo" si es la única forma de que me hagan entender.
Claro está, siempre que sea con justa causa, porque al último varón que me golpeó injustamente, le ha quedado un "recuerdito" de por vida (casi le arranco los testículos).
Bendiciones.

Anónimo dijo...

¿Qué crees de esto? Sabes que el tipo es un alim:

"el imputado es nacional de Argentina, residió aquí casi la totalidad de su vida y luego de adoptar la religión musulmana vivió en Arabia Saudita junto a las damnificadas por el lapso de diez años, en consecuencia puede inferirse que, aún cuando el Corán acepte ciertos castigos físicos del hombre a la mujer o su descendencia con fines educativos -según señalara la defensa- el nombrado tenía conocimiento que ello resulta contrario al orden jurídico aquí imperante"

¿Qué crees de esto? Sabes que el tipo es un alim.
Ustedes me dan miedo.

http://www.diariojudicial.com/nota.asp?IDNoticia=39846