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jueves, 1 de abril de 2010
La evolución por selección natural topa con un alto cargo del Estado de Israel.
Daniel Raventós · · · · ·
Gavriel Avital es el científico jefe del Ministerio de Educación del Estado de Israel. De manera que las opiniones sobre ciencia que tiene este hombre son especialmente importantes por las consecuencias prácticas que pueden acarrear en materia educativa en el mencionado Estado. Avital declaraba hace pocas semanas, según informaba el periódico decano israelí Haaretz del 4 de marzo: "si en los libros de texto se escribe explícitamente que el hombre desciende del mono [sic], me gustaría que los estudiantes buscaran otras opiniones (…) Hay muchas personas que no creen que la teoría de la evolución sea correcta". Las apreciaciones de Avital sobre el cambio climático son del tipo, según el mismo periódico, de: "no es el caso que la Tierra se esté calentando debido a las emisiones de dióxido de carbono". Gavriel Avital fue nombrado para el cargo de científico jefe del Ministerio de Educación del Estado de Israel hace tan solo 4 meses.
Atendiendo exclusivamente a sus opiniones sobre la teoría de la evolución, y dejando al margen por tanto las que tiene sobre el cambio climático por razones antropogénicas, hay que admitir que Gavriel Avital tiene toda la razón cuando afirma que mucha gente no está de acuerdo con la teoría de la evolución. Este desacuerdo alcanza cotas muy altas. El año pasado fue un año de celebraciones conmemorativas del 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin. Un año importante, aunque sea simbólicamente, para la teoría de la evolución por selección natural. Para la teoría que explica que toda la vida en nuestro planeta (es decir, todas las especies extinguidas y los aproximadamente 2 millones de especies actuales conocidas y catalogadas a las que hay que sumar entre 5 y 30 millones, según la estimación, por descubrir) ha evolucionado de forma gradual a partir de una forma de vida primitiva que ya existía hace unos 3.500 millones de años, poco más de 1.000 millones de años después de la formación de nuestro planeta. Más exactamente, la teoría se compone de los siguientes elementos: evolución propiamente, gradualismo, ascendencia común, selección natural y mecanismos no selectivos de cambio evolutivo. La evolución por selección natural está tan ampliamente contrastada, es tan potente −consigue explicar muchas cosas a partir de poquísimos supuestos− que algunos autores, como Richard Dawkins o David N. Stamos, prefieren hablar de "hecho" al referirse a ella. Y no es que estos autores u otros que defienden la misma idea confundan el significado de teoría como la define, por ejemplo, la RAE "serie de las leyes que sirven para relacionar determinado orden de fenómenos" o, con mayor minuciosidad, como "un edificio conceptual formado por una colección organizada de nociones y proposiciones que codifica información acerca de cierto tipo de sistemas, fenómenos o procesos y típicamente sirve para dar explicaciones, hacer predicciones y resolver problemas" [1], sino que opinan que la evolución ya ha pasado los estadios de "hipótesis" (la evolución no es ya en la actualidad una mera conjetura o un intento preliminar de explicación) y de "teoría" (Stamos opina que la evolución alcanzó este título cuando se adujo evidencia en su favor). La evolución por selección natural −que opera también sobre los genes individuales, al parecer de algunos biólogos [2]−es en la actualidad un hecho en este sentido. Pero una gran parte de la población no opina lo mismo. Gavriel Avital tiene razón en eso. En una encuesta que Gallup realizó en febrero de 2009 −Charles Darwin nació un 12 de febrero 200 años antes− entre la población adulta de Estados Unidos se preguntaba, junto a otras cuestiones relacionadas con la evolución: "¿Cree usted en la teoría de la evolución, no cree en esta teoría o no tiene opinión al respecto?". Solamente el 39% contestó que "sí".
Aún son más espectaculares los resultados de las encuestas que periódicamente Gallup viene realizando desde 1982 en Estados Unidos sobre la evolución, el creacionismo y el diseño inteligente. La última hasta ahora publicada es la del año 2008. Las anteriores fueron, además del mencionado año 1982, las de 1993, 1997, 1999, 2001, 2004, 2006 y 2007. Las preguntas siempre son las mismas:
"¿Cuál de las siguientes afirmaciones está más cerca de su opinión sobre el origen y desarrollo de los seres humanos?
1) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios guió ese proceso.
2) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no tomó parte en ese proceso.
3) Dios creó a los seres humanos en una forma muy similar a la actual en algún momento durante los aproximadamente últimos 10.000 años."
Los resultados han sido en el pasado y son en la actualidad espectaculares, y varían poco a lo largo de los años de la muestra, exactamente 26, de 1982 a 2008. A la primera pregunta contestaron afirmativamente desde un máximo del 40% (año 1999) a un mínimo del 35% (año 1993). A la segunda pregunta respondieron afirmativamente desde un máximo del 14% (años 2007 y 2008) a un mínimo del 9% (años 1982 y 1999). A la tercera pregunta respondieron afirmativamente desde un máximo del 47% (años 1993 y 1999) a un mínimo del 43% (año 2007). Para la última encuesta publicada de mayo de 2008, los resultados son, respectivamente: 36%, 14% y 44%. Efectivamente, un triste 14% responde que sí a "los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no tomó parte en ese proceso". Y un ¡44%! cree que "Dios creó a los seres humanos en una forma muy similar a la actual en algún momento durante los aproximadamente últimos 10.000 años" [3]. Algo francamente espectacular y desolador.
Las opiniones de la población del Estado tecnológicamente más desarrollado del mundo no es un particular endemismo. Aunque sin llegar en general a los extremos de los EEUU, los resultados conocidos de otros países no son de un cariz muy diferente. En el año 2005 se publicó un Eurobarómetro especial muy interesante, Europeans, Science and Technology, en donde se ofrecían los resultados de distintas encuestas sobre algunos aspectos científicos y tecnológicos que, aunque estrictamente no pueden compararse con las encuestas citadas de Gallup porque no se trata de las mismas preguntas, tampoco ofrecen un panorama muy alentador en algunos países. Directamente ligada a la evolución, a la opción "los seres humanos, tal como los conocemos hoy en día, se desarrollaron a partir de especies más antiguas de animales", contestaron "falso" el 51% de las personas encuestadas en un extremo (Turquía) y el 7% en el otro extremo (Islandia) [4].
Gavriel Avital sabía que sus declaraciones no serían muy impopulares, salvo en el mundo académico. Pero ¿qué opiniones diferentes a las de la evolución pueden buscar los estudiantes a los que alude Avital? Básicamente una: el llamado diseño inteligente, la variante creacionista con más pretensiones de todas las que puedan encontrarse. El objetivo del diseño inteligente es poner en duda, rebajar, negar, agraviar, en definitiva, erradicar de la faz de la Tierra al darwinismo y los logros de la biología evolutiva. Difícil es expresarlo de forma más clara a como lo hizo uno de sus máximos propagandistas, Jonathan Wells, cuando refiriéndose a sí mismo como abanderado del diseño inteligente, proclamó que quería dedicar su vida "a destruir el darwinismo". Es la vieja batalla del oscurantismo contra el conocimiento científico que está lejos de acabarse, pero ahora librada con armamentos aparentemente −sólo aparentemente− más refinados. Además, los partidarios del diseño inteligente disponen de mucho dinero y de muchas influencias, especialmente en Estados Unidos [5]. Recuérdese, como pequeña muestra, que Leon Kass, un fanático del diseño inteligente, fue presidente del Consejo de Bioética de George W. Bush de 2001 a 2005.
Gavriel Avital no podía referirse a otra cosa que al diseño inteligente cuando apelaba a los estudiantes a que buscasen "otras opiniones".
Explicar en las escuelas la evolución junto a "otras opiniones" como la del diseño inteligente: esta batalla legal, con avances y retrocesos, es uno de los proyectos incansables de este poderoso y ramificado grupo. Una de las derrotas legales más grandes que sufrieron los partidarios del diseño inteligente, ni mucho menos definitiva, fue la sentencia emitida el 20 de diciembre de 2005 por el juez federal de Estados Unidos, John E. Jones III, por la que se declaraba inconstitucional la intención de un consejo escolar de Dover (Pennsylvania) de que los alumnos de noveno curso de una escuela pública de secundaria estudiasen en la clase de biología el diseño inteligente junto a la teoría evolucionista por selección natural de Darwin. John E. Jones III escribía en esta sentencia: "el hecho de que una teoría científica no pueda dar aún una explicación sobre todos los detalles no debería servir como un pretexto para dar alas, en la clase de ciencias, a una hipótesis alternativa no verificable cimentada en la religión, o para tergiversar las proposiciones científicas bien establecidas."
Gavriel Avital reivindica, como se ha apuntado, otras opiniones para los estudiantes "además" de la teoría de la evolución. El mencionado apóstol del diseño inteligente, Jonathan Wells, declaraba que "los estudiantes deben aprender junto con los argumentos de Darwin, que el diseño permanece como una posibilidad." ¿Cómo "una posibilidad"? ¡Qué barbaridad! El astuto joven físico estadounidense Bobby Henderson propuso una genial bufonada para poner en evidencia la reivindicación de los partidarios del diseño inteligente de que pueda enseñarse en las escuelas en pie de igualdad con la teoría de la evolución. A finales de 2005 creó una iglesia religiosa muy particular según la cual existe un dios con forma de cabeza vagamente humana constituida por espaguetis con dos albóndigas en la zona en donde, en el caso de nuestra especie, acostumbran a estar colocados los ojos. Esta divinidad se llama, con innegable buen criterio dadas las circunstancias, Flying Spaghetti Monster. La iglesia de Bobby Henderson dispone de rigurosa jerarquía religiosa, dogmas, milagros, santos y santas, herejes y todas las parafernalias habituales que suelen exhibir las iglesias conocidas. De manera que dicha iglesia dedicada a la adoración de esta divinidad generosa en hidratos de carbono considera que le asiste el derecho, con la misma lógica que los partidarios del diseño inteligente, a ser también escuchada en las escuelas como opinión diferente a la teoría de la evolución. Escribe Henderson en la web de esta iglesia: "Quiero recordar que hay muchas teorías de 'diseño inteligente'. Yo y otros muchos a lo largo del mundo estamos firmemente convencidos que el universo fue creado por un Flying Spaghetti Monster. Fue Él quien creó todo lo que vemos y todo lo que sentimos." ¿Derecho a enseñar el diseño inteligente en las escuelas? Al fin y al cabo, el mismo que tiene la iglesia del Gran Espagueti a explicar su docta opinión al respecto. Faltaría más, en palabras de Henderson: en las escuelas debe emplearse "un tercio del tiempo para el diseño inteligente, un tercio para el Flying Spaghetti Monsterism, y el otro tercio para las conjeturas lógicas basadas en las insoportables evidencias observables." Solamente hace falta ir añadiendo "otras opiniones" y el tercio puede llegar a ser un quinto, un décimo, un centésimo…
Son tantos los actos de bandidaje que continúa cometiendo el Estado de Israel contra el pueblo palestino que las declaraciones de uno de sus altos funcionarios como Gavriel Avital sobre la teoría de la evolución y el cambio climático por razones antropogénicas, pueden parecer sucesos, en comparación, muy insignificantes. Sin duda. Aún así, estas declaraciones realizadas por un cargo oficial científico de aquel Estado, no deberían menospreciarse.
NOTAS:[1] Jesús Mosterín y Roberto Torretti, Diccionario de lógica y filosofía de la ciencia, Alianza, Madrid, 2002, p. 556. [2] Mark Gerstein y Deyou Zheng, "Pseudogenes", Investigación y Ciencia (Temas), 59, primer trimestre 2010. [3] Dado que la edad de la Tierra es de 4.600 millones de años, creer que nuestro planeta tiene solamente cerca de 10.000 representa un error de proporción equivalente al de creer que América del Norte tiene un ancho de menos de 10 centímetros (el ejemplo es de Richard Dawkins). [4] En el Reino de España la proporción era de 16% (falso), 73% (verdadero) y 11% no sabe-no contesta. [5] A principios de 2008 los partidarios del diseño inteligente dieron algunas conferencias en ciudades del Reino de España que no dejaron, parece ser, muchos sucios sedimentos como legado. Probablemente la especie que representa el oscurantismo de la iglesia católica española es tan dominante y depredadora que impide que otras especies potencialmente competidoras puedan desarrollarse más allá de formas raquíticas.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de SINPERMISO y presidente de la Red Renta Básica. Su último libro es Las condiciones materiales de la libertad (Ed. El Viejo Topo, 2007).
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3207
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