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«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».
Lo transmitió Muslim.
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martes, 26 de enero de 2010
Poligamia como recurso para sobrevivir.
La institución familiar polígama no es exclusiva del Islam
Los pueblos antiguos que adoptaron el matrimonio polígamo compitieron mejor que sus adversarios por la supervivencia cultural
Autor: Yusuf Cadelo
La Antropología reconoce que en el matrimonio de un hombre con más de una mujer está la clave de la pervivencia en el tiempo de muchas civilizaciones que, de otro modo, se hubieran extinguido con todo su legado cultural. Buena parte de los que hoy rechazan este modelo de familia proceden de civilizaciones que sobrevivieron a guerras o hambrunas gracias a una política reproductiva basada en el más perfecto aprovechamiento de los recursos biológicos de la comunidad: la unión natural de un hombre con varias mujeres.
La Historia de las profecías muestra desde sus comienzos numerosísimos casos de matrimonios poligámicos bendecidos por la Divinidad. Estudios recientes estiman que hace cuatro mil años, en Oriente Próximo, la mitad de los recién nacidos no llegaba a cumplir dos años, y que muchos de los que sobrevivían a la infancia no alcanzaban la edad biológica para reproducirse. Además de esas enfermedades mortales, los pueblos y civilizaciones de la antigüedad estaban expuestos a muy variadas amenazas a su continuidad: plagas sobre las cosechas, catástrofes naturales, hambrunas o epidemias acabaron con más de una civilización. Así, la ciencia primitiva había llegado ya a la conclusión de que la única manera de garantizar la supervivencia de un pueblo era multiplicar su descendencia y, de ese modo, expandir su emplazamiento geográfico. Sólo de esa manera se podía asegurar el futuro. Si, además, el pueblo en sí, era consciente de la importancia de su legado cultural o religioso, el afán por sobrevivir a las calamidades adquiría fuerza de ley y las normas que apuntaban en esa dirección proliferaron entre todos los pueblos del pasado.
Una cultura, en el más amplio sentido de la palabra, podía perecer también por la invasión de otra militarmente superior. Y las leyes que promovían la endogamia prohibiendo o limitando los emparejamientos con miembros de pueblos extraños se justificaban también en el afán por evitar una contaminación cultural que pudiera diluir o hacer caer en el olvido el acervo cultural propio.
En este contexto de amenaza, la unión de un hombre con más de una mujer era la forma más eficaz de contribuir al apuntalamiento de la tradición, de evitar los riesgos de la extinción. En esa economía biológica de la poligamia, que permite a varias esposas ser fecundadas casi simultáneamente y multiplicar así la capacidad reproductiva de la célula familiar se consolida el matrimonio poligámico, que pronto encuentra nuevos argumentos para afianzarse en Oriente (manutención de viudas, facilidad de la cría...). Aún hoy, muchos pueblos primitivos africanos o sudamericanos practican una poligamia que obedece a esos mismos principios reguladores.
La unión de una mujer con varios hombres, casi anecdótica en antropología, no hace más eficaz la capacidad reproductiva familiar. La mujer casada con varios hombres sólo podría gestar un hijo cada diez u once meses, como mucho, y su descendencia ignoraría la paternidad (serían necesarios exámenes genéticos para determinarla), lo que ocasionaría nuevos problemas civiles cuando no biológicos.
Lejos está este artículo de pretender determinar la conveniencia de la poligamia en la sociedad actual y en cada caso concreto. Sin embargo, es una realidad en numerosas culturas. La practican todavía algunas comunidades judías (está bien recordar que los judíos yemeníes, polígamos, que emigraron a Israel en la década de 1960, crearon a las autoridades del recién establecido estado israelí un problema jurídico para el cual no estaban preparados); entre determinadas sectas cristianas sigue siendo habitual (un buen grupo de mormones en Utah siguen enfrentados con las autoridades civiles porque se niegan a reconocer este derecho en los EE.UU.); y sobre todo en el Islam es donde se presenta particularmente visible a ojos de Occidente. Sin embargo, no puede obviarse que en la mayoría de países musulmanes el matrimonio polígamo es sustancialmente minoritario frente al monógamo; y que la Revelación obliga a los musulmanes a contemplar ciertos límites (número de esposas, equidad en derechos conyugales, razones que lo legitimen...).
Se podía concluir destacando que las sociedades más civilizadas y tecnológicamente más avanzadas, pertenezcan a la cultura que pertenezcan y salvo contadas excepciones, han ido poco a poco abandonando la práctica de la poligamia hasta quedar en algunos casos excluida del ordenamiento jurídico o incluso penada por las leyes. Sin embargo, en esas mismas sociedades donde la economía reproductiva no es ya un medio para garantizar la perpetuación de sus miembros, tampoco se observa un incremento del matrimonio monógamo vitalicio, y el hombre, a menudo, cambia varias veces de pareja sexual a lo largo de su vida reproduciéndose con diferentes mujeres, lo que podría considerarse como otra clase de poligamia, no siempre simultánea pero que convierte al sujeto, a fin de cuentas, en un ser eminentemente polígamo.
http://www.webislam.com/?idt=15072
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