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jueves, 17 de junio de 2010
¿Cuál es el interés de China en América Latina?
El recién llegado al patio trasero de los Estados Unidos
Virginia de la Siega
Rebelión
Hace 30 años que la República Popular China (RPC) se está transformando en una potencia mundial. Es la tercera economía del mundo después de Estados Unidos y Japón, y está dejando atrás a Alemania como la primera potencia exportadora mundial. Tampoco se puede decir ya que la mayor parte de las exportaciones de China sean productos de bajo valor agregado y tecnología atrasada: China es el mayor productor mundial de turbinas de viento y paneles solares, y el año pasado duplicó sus ventas de autos llegando a más de un millón de vehículos por mes, superando a los Estados Unidos. Si a eso le agregamos que su presupuesto de defensa es el tercero del mundo, y su población (1.300 millones de personas) es la mayor a nivel mundial, se hace evidente que la RPC no tiene suficiente petróleo, gas natural, aluminio, cobre o hierro para satisfacer sus necesidades energéticas y manufactureras, y que necesita socios comerciales para sostener su crecimiento.
China es una pieza clave de la escena política mundial. Además del rol estratégico que juega en la geopolítica de Asia y de su estatus como nación con poderío nuclear, es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Organización Mundial de Comercio, del Grupo de 77 Naciones en Vías de Desarrollo, y del Grupo de Cooperación Económica de Asia del Pacífico. La influencia de China se extiende también a América Latina, como lo demuestran su participación en el Banco Interamericano de Desarrollo, su estatus de observador en la Organización de los Estados Americanos y la existencia de una misión de paz china en Haití.
Cada vez se hace más evidente que China ya dio sus primeros pasos como una potencia imperialista emergente. En todo el mundo en desarrollo, específicamente en África, América Latina y el sudeste asiático, su presencia diplomática y su influencia económica (el “soft power”) se fortalecen día a día a través del financiamiento de obras de infraestructura y proyectos para la extracción de recursos naturales, la ayuda en la ejecución de proyectos para el desarrollo y la participación de empresas estatales chinas en joint ventures en varios países de economías emergentes. Si bien China es todavía una fuente menor de ayuda a nivel mundial en términos globales de subvenciones para el desarrollo, cuando se incluyen sus préstamos y concesiones comerciales, la asistencia técnica y las inversiones en las que el Estado chino juega un rol directo o subsidiario, la RPC se transforma en una fuente importantísima de ayuda económica. [i]
El rol que China juega en África recibe mucha atención. El que juega en América Latina no debería pasar desapercibido. El comercio bilateral entre la RPC y América Latina se expandió significativamente desde noviembre de 2004, cuando el Presidente chino Hu Jintao prometió invertir $100.000 millones en la región.
De acuerdo con el Ministerio de Comercio de China, las inversiones chinas subieron de $200 millones por año en 1975 a $70,20 mil millones por año en 2006 y llegarán a $100.000 millones por año en 2010. [ii] Aunque comercialmente las cantidades de China son mucho menores que las de los Estados Unidos ($560.000 millones) o la CE ($250.000 millones), la tendencia es significativa. Un síntoma de la importancia que la RPC le da a la región es la publicación, por primera vez, de un estudio sobre América Latina el 5 de noviembre de 2008. Las relaciones comerciales y de inversiones se complementan con otros contactos que incluyen intercambio de delegaciones de funcionarios políticos, culturales, comerciales y militares de alto nivel, y la participación de China en las instituciones latinoamericanas ya mencionadas.
La doble estrategia de China en América Latina
La RPC tiene dos estrategias para América Latina. La primera es económica: asegurarse el acceso a las materias primas que necesita para su crecimiento económico y abrir nuevos mercados para sus productos manufacturados. La segunda estrategia es diplomática: ser reconocida por aquellos países que todavía consideran al Gobierno de Taiwán como el verdadero gobierno chino.
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, México, Panamá, Perú, Venezuela y Cuba juegan un rol importante en la primera estrategia.
Brasil, la primera economía de la región, es de lejos el socio más importante de China, tanto como mercado para sus productos que como fuente de materias primas. Brasil provee a China con el 45% de sus importaciones de soja y es la fuente de otros productos agrícolas, así como también de hierro y petróleo. La RPC inició varios proyectos de colaboración con Brasil en estos sectores. El estatus de Brasil, un país enorme con una economía de ingresos medios, lo hace un mercado importante para la colocación de la producción electrónica y de maquinarias chinas, así como de productos de mano de obra intensiva tales como los zapatos y los juguetes. Brasil posee una industria nuclear y reservas de uranio que son importantes para China en la medida en que ella necesita extender su propia industria nuclear para cubrir sus necesidades energéticas. La industria aeroespacial brasileña crea múltiples oportunidades de colaboración con China, intercambio de tecnología incluido.
La recesión global enfatiza y magnifica la importancia de China para Brasil. Mientras que las exportaciones brasileñas a los EEUU bajaron 37,8% en el primer cuatrimestre de 2009, las exportaciones a la RPC aumentaron en un 62,7%. En consecuencia, en la primera mitad de 2009, China se transformó en el primer destino de las exportaciones de Brasil. China también juega un rol clave para Brasil financiando sus proyectos de desarrollo de las nuevas reservas de petróleo mar afuera en los yacimientos de Campos y Santos. Cuando en mayo de 2009 China y Brasil firmaron un acuerdo por el que el Banco de Desarrollo de China concedía un préstamo de $10,000 millones de dólares, el presidente de Petrobras, Sergio Gabrielli, dijo: “No existe nadie en el Gobierno de los EEUU con quien nos podamos sentar y tener el tipo de discusiones que estamos teniendo con el Gobierno chino.” [iii]
Este acuerdo establece que el préstamo se concede contra la garantía de la entrega de una cantidad fija de petróleo durante los próximos diez años. Las dos naciones también participan en una serie de joint ventures que incluyen la producción de aviones, el programa Satélite Chino-Brasileño de Recursos Terrestres (CBERS) y otros programas espaciales de cooperación.
Al igual que con Brasil, la política económica de China en relación con Argentina, la otra gran economía sudamericana, no se restringe a la compra de recursos naturales. Argentina colabora con China en proyectos espaciales tales como un proyecto satelital en colaboración con la Universidad de San Juan, y coopera en el diseño de un reactor nuclear de nueva generación.
Sin embargo, el principal interés de China en Argentina está cifrado en los sectores de la minería y el petróleo. En 2003, la CNPC (Corporación Nacional de Petróleo de China) compró una parte de la firma argentina de petróleo y gas Pluspetrol, que opera campos en el norte de Argentina y Perú. A eso hay que sumar las inversiones de la compañía chino-angoleña Sonogol. En mayo de 2010, la CNOOC (Corporación Nacional China para la Extracción Petrolera Costa Afuera) compró el 50% de los intereses de la empresa argentina Bridas Holdings por $3.100 millones. También hay rumores de conversaciones entre la firma española Repsol-YPF y la CNOOC para la compra de una participación en Repsol-YPF de Argentina -aunque todavía no se hayan materializado ninguna de las posibilidades—. Los EEUU miran con mucha inquietud los acuerdos financieros con que la RPC facilita su comercio con Argentina. En marzo de 2009, China firmó un canje de deuda con Argentina por $10.200 millones [iv] que constituye para el Gobierno estadounidense un desafío creciente a la primacía del dólar como moneda de reserva internacional [v]. Es digno de tener en cuenta que el presidente de Brasil, Lula, explícitamente argumentó a favor de trabajar conjuntamente con China para tomar distancia del dólar durante su viaje a China en mayo de 2009 [vi] .
La RPC también intenta convencer a Argentina para que compre sus productos manufacturados, pero aquí, la relación es mucho más conflictiva dado que Argentina parece tener un plan para re-desarrollar algunos sectores industriales.
China es un socio comercial decisivo para Perú y Chile, dos de los tres miembros latinoamericanos de la APEC (Agencia de Cooperación Económica Asia-Pacífico). De acuerdo con cifras de la ONU, en 2007 casi el 40% de las exportaciones de Chile fueron a la región Asia-Pacífico, principalmente a China. Para Perú, la cifra fue de 19%. Esto ha motivado a países como Colombia y Costa Rica a solicitar el ingreso a la APEC.
La RPC invirtió en los sectores de gas y petróleo en Perú. China compró flotas pesqueras y fábricas para el procesamiento de pescado, a la vez que hizo inversiones en las minas de Toromocho, Río Blanco y Maracona. Nada de esto es sorprendente si consideramos que el 85.2% de las exportaciones de Perú a China son: cobre, harina de pescado y mineral de hierro.
La RPC está interesada en los recursos de gas y hierro de Bolivia. Bolivia cuenta con la segunda reserva de gas natural de América del Sur, superada solo por Venezuela. La falta de acceso de Bolivia al mar crea un problema, pero la introducción de nuevas tecnologías, tales como la licuefacción del gas o su utilización para la producción de otros combustibles, aumentan la posibilidad de exportar gas boliviano a China. Evo Morales abrió también una serie de posibilidades para aumentar la presencia china en ese país: el conglomerado chino Shandong Llueng recibió la concesión para desarrollar total o parcialmente los depósitos de hierro de El Mutún –una de las más grandes, si no la más grande reserva férrica del mundo—; y las empresas petroleras chinas firmaron acuerdos para ayudar a YPFB a superar los problemas de insuficiencia de capital y de personal experimentado causados por la nacionalización del petróleo.
Las inversiones en Ecuador también son enormes y han afectado la política exterior del país. China invirtió en campos petroleros, operaciones portuarias y oleoductos. En 2003, China participó en las licitaciones de las concesiones de los principales campos petroleros de Ecuador. Las operaciones petroleras en las que participó la CNPC causaron serios problemas con las poblaciones indígenas en Tarapoa y Succumbios, principalmente debido a la falta de interés de los inversores chinos de preservar el medio ambiente. La decisión del presidente Rafael Correa de no renovar el acuerdo que daba acceso a los EEUU a la base militar de Manta, fue un necesario primer paso para invitar a los chinos a desarrollar un aeropuerto que será el eje de los vuelos trans-Pacífico, aunque, bueno es decirlo, la RPC nunca lo sugirió explícitamente.
China también hizo inversiones e inició joint ventures con las empresas estatales petroleras y extractoras de minerales como PdVSA de Venezuela y Cubaniquel de Cuba.
El caso de Panamá es un poco diferente debido a su posición estratégica. Tanto las exportaciones de materias primas de Panamá como su potencial como mercado importador son insignificantes. Sin embargo, como propietario del Canal de Panamá, el país tiene un enorme valor estratégico para China. La firma Hutchinson-Whampoa de la RPC, que aparentemente tiene conexiones con el Ejército de Liberación Popular de China (PLA), posee propiedades en ambos extremos del Canal de Panamá, lo que le brinda gran visibilidad sobre el tráfico militar y comercial del canal, y le sirve potencialmente para establecer futuras operaciones de control del tránsito de este punto de operaciones estratégico.
La estrategia diplomática de China afecta principalmente América Central y el Caribe. Aquí, el eje de la RPC se localiza en la utilización de las palancas económicas y diplomáticas para asegurarse el reconocimiento de su Gobierno en aquellos países que aún reconocen a Taiwán como el gobierno legal de China. De los 23 países que todavía reconocen a Taiwán, 11 se encuentran en esta región. Hasta el momento, sólo Costa Rica cambió su alianza en 2007, y recibió como premio la visita de Hu Jintao en 2008 para inaugurar un nuevo estadio de fútbol donado por la RPC.
¿Quién se beneficia?
La relación comercial entre China y América Latina no es pareja. A partir de 2005, el superávit comercial que los países latinoamericanos tenían con China se revirtió. Hoy en día, el 93% de las exportaciones de China a América Central y Sur consiste en productos manufacturados (25% de textiles y ropa y 44% de maquinarias y equipos). Esto está afectando negativamente los esfuerzos de la mayoría de las economías latinoamericanas para desarrollar su propia industria local y comienza a crear problemas.
México, el tercer miembro latinoamericano de la APEC, se vio particularmente afectado por dos razones: sus estrechos vínculos con la economía de los EEUU y la competencia entre las exportaciones chinas y mexicanas. De los 20 sectores exportadores de México, 12 están en competencia abierta con China. Esto no sólo reduce la posibilidad de México de exportar a China solamente un 3% de sus exportaciones totales, sino que también afecta sus relaciones comerciales con los EEUU. En 2003, China desplazó a México de su posición de segundo exportador a los EEUU. Con un déficit comercial de $28.000 millones con China, no es una sorpresa que el Gobierno mexicano quiera reveisar sus acuerdos comerciales. Un funcionario del Gobierno mexicano se quejaba de que “por cada $30 de mercaderías chinas que México importa, sólo exportamos $1 de mercaderías mexicanas a China”.
Algo similar ocurre con la industria textil en América Central, que está comenzando a ser asfixiada por las exportaciones textiles chinas.
Otro ejemplo de tensión en las relaciones con las más importantes economías de América Latina es el caso de Argentina. Argentina provee 23% de todos los productos de soja que importa la RPC. China suspendió una orden por más de 2 millones de toneladas de aceite de soja que estaba parcialmente en tránsito, porque Argentina decidió imponer un impuesto a los zapatos importados de China para proteger a sus productores locales. El déficit comercial de Argentina con China en 2009 alcanzó $1.200 millones y durante los primeros dos meses de 2010 fue de $600 millones. El gobierno argentino no quiere que el déficit aumente. La respuesta de China no tiene nada que envidiar a la de cualquier país imperialista cuando sus “derechos comerciales” se ven afectados por un país emergente que quiere defender los suyos.
Básicamente, los gobiernos de América Latina enfrentan dos problemas con las inversiones Chinas: 1) su principal propósito es servir a las necesidades de desarrollo de China facilitando la exportación de materias primas, imponiendo en la mayoría de los casos exigencias que pueden llegar a que una porción significativa del proyecto para obtenerlas y procesarlas sea hecha o en China o por compañías chinas; 2) varios gobiernos argumentan que el nivel de inversiones directas chinas en la región no es tan alto como parece, ya que un alto porcentaje de las cifras oficiales van a parar a los paraísos fiscales.
Lo que queda claro es que el comercio chino con América Latina provocó un boom en los sectores exportadores de la región en países como Argentina, Brasil, Chile, Perú y Venezuela, al mismo tiempo que los sectores manufactureros de América Latina han sido negativamente afectados por la expansión de la competencia de las mercaderías chinas. Esta situación es aún peor para aquellos países o regiones con grandes sectores manufactureros y sectores exportadores de materias primas limitados como México y América Central.
China: el recién llegado al patio trasero de los Estados Unidos
¿China quiere reemplazar a los EEUU como principal potencia en la región? Absolutamente no. Hasta ahora, la RPC ha mostrado claramente que su principal preocupación es no alterar su relación con los EEUU, al que considera de máxima importancia desde el punto de vista estratégico y económico. A lo sumo, la RPC estaría dispuesta a ocupar los espacios de influencia que los EEUU dejan vacíos. Por parte de las economías más fuertes de América Latina, lo que intentan, con diversa suerte, es sacar provecho del triángulo de poder creado por la política china.
Esta preocupación de China de no alterar su vínculo con los EEUU afecta su relación con Venezuela, Bolivia, Ecuador y sobre todo Cuba. China firmó acuerdos militares con Venezuela, pero esto no quiere decir que apoye al régimen bolivariano. Más bien lo hizo a regañadientes, forzada por su necesidad de petróleo. Hasta cierto punto, China está llenando un vacío creado por el deterioro de la relación política y militar entre Venezuela y los EEUU. El hecho de que el Gobierno de Venezuela haya frustrado las operaciones de algunas corporaciones chinas como la CNPC muestra que las relaciones entre los dos países no están libres de contradicciones.
La relación con Cuba es un poco diferente de la que tiene con Venezuela. A pesar del enfoque pragmático de China en política exterior, hay todavía un pequeño elemento ideológico en juego. Las relaciones económicas son más estrechas, y la RPC está delante de España y es sólo superada por Venezuela como socia comercial de Cuba. China jugó también un rol clave en la modernización del sistema de defensa aérea de Cuba, y con frecuencia intercambia delegaciones militares de alto rango. Cuba provee a la RPC de materiales estratégicos y productos agrícolas. Además de azúcar, Cuba tiene petróleo mar afuera y las mayores reservas de níquel del mundo. En enero de 2005, la gigantesca empresa china de petróleo y gas Sinopec Corp firmó un acuerdo con la empresa estatal cubana Cubapetróleo (Cupet) para producir conjuntamente petróleo en la isla. Sin embargo, la relación no está libre de problemas. Una joint venture por $500 millones para producir 68.000 toneladas de ferro-níquel por año en el este de Cuba, firmada por Cubaníquel y la firma china MinMetals Corp fue abruptamente cancelada sin que se dieran razones y la concesión fue a Venezuela.
Conclusión
Sólo podemos especular sobre el futuro desarrollo de las relaciones entre China y América Latina. Sin embargo, algunas tendencias comienzan a emerger.
1. La RPC no tiene ningún interés en dañar su relación económica y política estratégica con los EEUU. Su relación con los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba se restringe principalmente a acuerdos comerciales en los que ella resulta prácticamente la única beneficiaria.
2. La relación entre la RPC y América Latina no es una relación entre iguales debido al potencial económico de la primera y los límites de la segunda. Esto es una fuente de conflictos constantes con las economías emergentes —como México y Argentina— que tienen planes para desarrollar una industria independiente y establecen barreras para defender a sus productores locales de las exportaciones chinas.
3. Otra fuente de conflicto con las inversiones directas chinas es el hecho de que éstas buscan altos niveles de retorno sin preocuparse por las condiciones sociales, laborales o de medio ambiente. Esto ya creó conflictos con las poblaciones nativas en Ecuador, Perú, Venezuela y Argentina.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=107992
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