Musulmanes de Costa Rica invita cordialmente a toda la comunidad costarricense y en general a participar, compartir y conocer sobre El Islam. Atrévete a hacer en este blog tus propios comentarios, consultas y aportes para que ello nos ayude a enriquecer nuestro sencillo conocimiento. Cualquier error es nuestro, los aciertos son de Allah. "Atestiguo que no hay más divinidad que Allah y Muhammad es su mensajero"
Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:
«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».
Lo transmitió Muslim.
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martes, 31 de agosto de 2010
Los ayudadores.
A los ayudadores se les reconoce fácilmente: cuando nada quieres de ellos aparecen en tu vida, y cuando les pides ayuda te esquivan.
Jaime Richart
Es decir, te ayudan a la fuerza, por su propio interés aunque desde luego no manifiesto. Ayudadores son los países de la coalición infernal que dicen haber a ido Afganistán a meter a cañonazos la “democracia” capitalista, y ayudadores son los cooperantes que van a todas partes y a veces, más o menos voluntariamente, hacen de cabeza de puente de los invasores. Como los misioneros de la iglesia británica fueron en el siglo XIX al centro de Africa para tapar las zonas pudendas del cuerpo, mientras los telares de Manchester redoblaban la producción y venta de sus paños para cubrirlas…
Pero ¿queda alguien en el mundo que a estas alturas crea que las legiones imperiales, reforzadas por la “coalición internacional”, fueron a Afganistán a buscar a un fantasma? Pues no. Ahora no es eso, ahora es, como dicen algunos periodistas y escritores, que han ido a salvar a las mujeres de las garras de los talibanes y del burka. Como si un hombre con gorra estuviese por encima de otro con boina, o al revés, o como si una mujer con piercing fuese superior a otra tocada de yihab, o como si una mujer con burka fuese inferior a una mujer en bragas...
He aquí unos cuantos ejemplos de lo que son algunas costumbres en el mundo, que a un espíritu fino invitarían a avergonzarse de la pretensión de unificar el planeta con las costumbres que se van extendiendo en occidente. Las refiere Montaigne en sus Essais, algunas de las cuales aún perduran.
“Existen pueblos donde se vuelve la espalda para saludar y donde jamás se mira a quien se pretende honrar. Los hay donde, cuando el rey escupe, la dama favorita de la corte tiende la mano; y en otra nación los más encumbrados entre quienes le rodean se agachan al suelo para recoger su inmundicia en un paño. Los bárbaros en absoluto son más extraordinarios para nosotros que nosotros para ellos, ni con mayor motivo. En una misma nación, las vírgenes enseñan sus partes pudendas, y las casadas las cubren y esconden con sumo cuidado. En otra parte la castidad sólo se aprecia al servicio del matrimonio, pero las jóvenes pueden entregarse a su antojo y, si están encintas, producirse abortos con medicamentos apropiados a la vista de todo el mundo. En otro sitio, cuando un mercader se casa, todos los mercaderes invitados a la boda se acuestan con la esposa antes que él –y cuanto más son, más honor y más reputación tiene ella de firmeza y capacidad-; si se casa un funcionario, lo mismo; lo mismo si es un noble. Hay sitios donde se ven burdeles públicos de varones, e incluso matrimonios; donde las mujeres van a la guerra junto a sus maridos; donde no sólo se llevan los anillos en la nariz, en los labios, sino en las mejillas y en los dedos de los pies; donde los hijos no son los herederos: lo son los hermanos y sobrinos; donde se llora la muerte de los niños y se festeja la de los ancianos; donde duermen en las camas diez o doce juntos con sus mujeres; donde hacen hervir el cuerpo del fallecido y después lo trituran, hasta que se forma como un caldo que mezclan con el vino y lo beben; donde la sepultura más deseable es ser comido por los perros; en otras partes, por los pájaros; donde las mujeres dan a luz sin quejarse ni pasar miedo; donde ellas orinan de pie, y los hombres agachados; donde se hace circuncidar a las mujeres; donde se matan los piojos con los dientes, como los monos, y encuentran horrible verlos aplastar con las uñas; donde no se cortan, en toda la vida, ni cabellos ni uñas; en otro sitio se corta sólo las uñas de la derecha, y las de la izquierda se dejan crecer por elegancia. Donde los padres ceden a sus hijos, los maridos a sus esposas, para que los gocen los huéspedes pagando; donde es honesto hacer hijos a la propia madre, y que los padres se unan a sus hijas, y a sus hijos; donde en los festines, se ceden mutuamente los hijos sin distinción de parentesco. En un sitio se alimentan de carne humana; en otro es obligación piadosa matar al padre a cierta edad. Hay naciones que se ocultan para comer. Algunos esconden su vida y la sustraen a la vista de los demás. Otros esquivan la salud y la vivacidad como si fueran características hostiles y dañinas. Hay pueblos que maldicen su nacimiento y bendicen su muerte, y otros que aborrecen el sol y adoran las tinieblas. Cuentan que el filósofo Zenón sólo tuvo trato con una mujer una vez en la vida, y que lo hizo por cortesía, para no parecer que desdeñaba el sexo con excesiva obstinación”…
Bien, todo esto (y mucho más que omito para no cansar) que relata Montaigne nos parece de otro mundo pero ocurre en éste. Son tan variadas las formas de cultura que es un crimen tratar de mundializar una sola de ellas, y más aún que se intente a cañonazos. La verdadera cultura es eticológica: examina la ajena desde los conceptos de ésta, y no desde la nuestra y los nuestros. La gran cultura se abstiene de juzgar la extraña, de la misma manera que la libertad de expresión perfecta está en el silencio. Amar al prójimo es dejarle en paz. Y hablando de otros mundos ¿te gustaría que seres de otras galaxias vinieran a matarnos y a diezmarnos para enseñarte cómo has de vivir y qué debes hacer?
Porque si la filosofía de la injerencia fuera tan positiva y respetable, las naciones que a sí mismas se tienen por civilizadas, antes que llevar a efecto invasiones de otros continentes para liberar a las mujeres asesinando de paso masivamente a niños, a mujeres, con o sin burka, y a ancianos, deberían empezar por librar a su propia sociedad de la canalla que hay en los altos mandos y en los presidentes occidentales, que instigan las guerras, o las empiezan, para saquear las riquezas de los territorios que invaden.
¿Qué civilización es ésta que dicta sus normas y su “democracia” con drones (armas supermortíferas manejadas a miles de kilómetros de distancia desde una pantalla), bombas de racimo, fósforo blanco… cuando hay tanto ladrón, tanto loco y tanto asesino refinados que presiden la pirámide de los dirigentes “democráticos”?
Y cuando tanto se alaba la libertad, ¿cómo es que no respetan la libertad de las sociedades que no pertenecen a nuestra cultura? ¿no son también derechos humanos conservar sus costumbres? ¿Merecen algún respeto esos puñados de naciones dirigidas por “conservadores” precisamente, que protegen la toca de las monjas, el traje talar de los curas, los ridículos abalorios de papas y obispos, los rituales infantiles de reyes y monarquías, los protocolos de los sectores de sociedad que viven de ellos? ¿De dónde sale el derecho inalienable que se arrogan, de autoproclamarse árbitros de la cultura que no les gusta cuando hasta hace bien poco la mujer española no podía hacer sino lo que el marido le consintiera?
La sociedad occidental y sus dirigentes no hacen más que mirar la paja que hay en otras culturas, pero se niegan a ver las muchas vigas que hay en la propia. No han aprendido, ellos, tan civilizados, tan religiosos, tan necios… que la regla universal es que si uno va a tierras cuyas costumbres no son de tu gusto ni las comprendes ni te adaptas a ellas, lo que has de hacer es marcharte. (Lo mismo que cuando otros vienen a tu país, perturban las tuyas y no se ajustan a ellas, debes echarles).
Los verdaderos derechos humanos empiezan por el famoso y sencillo consejo “vive y deja vivir”: justo del que se ríen los ayudadores armados de napalm, los bañados en éticas sospechosas u oscuras y los rebozados en cristiandad.
http://www.kaosenlared.net/noticia/los-ayudadores
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