Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:

«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».

Lo transmitió Muslim.

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miércoles, 28 de julio de 2010

Para la próxima generación

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01/05/2009

Dr. Shaykh Abdal Qadir As-Sufi


Necesitamos una nueva generación de musulmanes que sean capaces de pensar de manera realista y estén deseosos de hacer preguntas relevantes que intenten comprender, no sólo cómo conseguir la supervivencia de la verdadera enseñanza del Islam, sino también su victoria. No quisiera entrar en el desarrollo histórico de los acontecimientos, pero un examen de la historia servirá para ilustrar estas palabras. El momento que nos interesa es la caída del Califato Otomano, o mejor dicho, la partida hacia el exilio del
Califa quien, como el Kaiser Guillermo II, no entregó el poder sino que de forma brillante y estratégica se retiró de la zona del poder.

A partir de ese momento, la identidad de lo que se entendía como el Islam, ha sido redefinida por los enemigos del Islam y por aquellos colaboradores dispuestos a seguirles impulsados por las recompensas que los eruditos tanto ansían recibir.
El resultado fue que surgió una dialéctica entre el tradicionalismo y el modernismo. El modernismo fue el movimiento que rindió al ethos moderno y laico las fronteras morales y políticas del Islam. El tradicionalismo por su parte, fue contemplado como una traición a la enseñanza original, lo cual significó la disección del corazón del Islam, el Ihsan, y el ataque contra los sufíes. Dicho con otras palabras, si quieres destruir al organismo, apunta al corazón. La situación que nos toca vivir es el resultado directo de lo que acabo de decir.

El musulmán joven de hoy en día debe comprender que por muy sugerente y atractiva que parezca la idea de un Islam rebelde que lucha en las colinas, sea en Chechenia, Afganistán o Mindanao, estas batallas no se están luchando según la ley Islámica; en ninguno de estos casos se ha enarbolado la bandera del Islam; el nacionalismo es el verdadero motivo que las impulsa, un concepto o sentimiento que no es islámico. Y en esto se incluye las atrocidades criminales que tienen lugar en los campos de batalla de Palestina; los criminales a los que me refiero son, por supuesto, los que forman el liderazgo israelita y palestino.

Es preciso comprender el papel de los personajes: los Bushes, los Sharons, los Blairs y demás, no tienen poder alguno porque el ethos político tampoco lo tiene, no son más que un grupo de lacayos. Del mismo modo hay que entender que la entidad nacional ha dejado de ser una realidad estructural. Lo que se llama Gran Bretaña ya no lo es. Lo que se llama Alemania ya no es Alemania. Lo mismo ocurre con España y no digamos ya con la Unión Europea.

Porque si se examina con detalle el flujo y la localización de la riqueza del así llamado sector privado –privado porque te impiden poder investigarlo– se descubre que Gran Bretaña no es quien posee Gran Bretaña, Alemania no es la dueña de Alemania, hecho que todos conocemos al nivel cotidiano de nuestras vidas cuando se descubre quién es el dueño de Daimler Benz y por qué el presidente de esta empresa ni siquiera reside en Alemania. Porque ya no tiene un sentimiento de lealtad hacia Alemania. Porque la realidad de Alemania no tiene cabida en su análisis económico, una realidad que es aplicable a la totalidad del, así llamado, sector financiero. Hoy en día el poder ha sido conferido a las grandes multinacionales, a sistemas interrelacionados de riqueza con un movimiento tal que parte de esta riqueza –no su realidad— puede aparecer en varios lugares a la vez, más como un modelo físico que como un modelo matemático.

Esta es la situación en la que hay que preguntarse sobre el Islam y los musulmanes. Por ejemplo: ¿Qué ocurre en Sudán? La imagen que se presenta es la siguiente: Un régimen fundamentalista que ha declarado la guerra a los pobres inocentes y primitivos Masai.
Pero a éste conflicto se le ha dado un nuevo tinte: el de una guerra entre el norte islámico y el sur cristiano. Si estamos ante un movimiento de liberación nacional de las tribus sureñas –que hace sólo 20 años no tenían más que lanzas y palos– ¿quién financia esta rebelión? La respuesta oficial ha sido siempre la misma: el comunismo. Pero desde el colapso del comunismo es difícil creer que la Rusia en bancarrota sea la que envía enormes cantidades de dinero a un grupo de Masais que danzan en torno a las vacas cuando no están bebiendo la sangre de esos pobres animales. La realidad indica claramente que para descubrir la respuesta es necesario prescindir de la política de las personalidades, esa enfermedad que tanto afecta a los árabes, y de la realidad de estado nacional soberano, esa plaga endémica que se ceba en todos aquellos que creen a pies juntillas lo que ven en la televisión.

Es preciso conocer que la realidad del sur de Sudán es la existencia de un enorme depósito de petróleo que está listo para ser perforado y explotado. Esto es lo que ocurre en esa zona. Y la polémica sobre los Taliban se debe a toda una serie de oleoductos que, viniendo desde la India, son de enorme utilidad para Israel y para Europa, y que de ningún modo deberían enriquecer, promover o conferir poder a ningún país musulmán. Todas las fuerzas financieras están librando una guerra sin cuartel contra el Islam, y no por una noble causa que con su ateísmo se opusiera a los sublimes principios del Islam, sino por la más burda e incontrolable codicia. Y es porque Allah ha decretado que bajo los pies de los musulmanes, en cada lugar y casi sin excepción alguna, se encuentren inmensos depósitos de recursos minerales que el mundo necesita desesperadamente.

En consecuencia, si queremos tener un mapa real del mundo, debemos eliminar las fronteras nacionales considerando solamente su papel identificativo en términos geográficos. Lo que debemos hacer a continuación es indicar dónde alcanza el flujo económico ciertos puntos definidos. Podríamos utilizar la metáfora de la acupuntura: El flujo de la energía a través del cuerpo tiene ciertos puntos vitales que afectan a la totalidad del sistema. De la misma manera, en el mundo hay ciertas acumulaciones de riqueza y de bienes. Hay también centros de dinero que son falsos, Singapur, Wall Street y otros, que indican los puntos de poder en el sistema. Pero si se quiere examinar el mundo en estos términos, descubriremos por ejemplo la incómoda realidad de que no fueron los fundamentalistas islámicos los que mataron a las mujeres y los niños de los pueblos de Argelia. No sólo porque esos crímenes son inconcebibles para cualquiera, sino porque la gente es incapaz de ver más allá de los gobiernos, los presidentes, las personalidades y las naciones. La realidad es que en Argelia hay cuatro grupos muy poderosos que están luchando para quedarse con el control de la producción del gas y el petróleo del país, y ellos son los autores de los asesinatos. Lo más amargo de esta verdad es que es de sobra conocida.

En estas así llamadas naciones, una de las primeras cosas que se aprende, es que tienes que aceptar lo que denominan hechos ineludibles. Son innegociables. La prueba es el socialista que llega al poder con unafilosofía marxista o neo-marxista y en un abrir y cerrar de ojos le vemos cabalgando a lomos de la retórica del capitalismo más exacerbado. Sirva de ejemplo el caso de Robin Cook que envió el, así llamado, Ejército Británico a Sierra Leona porque en ese país estaba en peligro la, así llamada, democracia; lo que en realidad defendían eran los propietarios y accionistas de la sociedad que controla los diamantes de Sierra Leona. Y esta es una situación que se repite por doquier. Estamos hablando de señores feudales, de criaturas a las que Ernst Jünger, el mejor escritor alemán del siglo XX, llamaba los “Titanes”. Y estos titanes carecen de la moralidad más elemental, no tienen hogar definido, y su único juramento de lealtad es el de aumentar su ya considerable riqueza. Esta es la situación en la que nos encontramos los musulmanes.

Los musulmanes están sentados sobre la mayor parte de la riqueza del mundo de nuestros días. Pero al mismo tiempo están sumidos en la pobreza, están hipnotizados por las estúpidas fantasías de los derechos humanos, una doctrina absurda sin efectos ni resultados. El resultado final ha sido el genocidio de los Balcanes y la humillación de los musulmanes frente al encumbramiento y ensalzamiento de los demás. El objetivo es siempre el mismo: asegurar que el flujo del gas y del petróleo con destino a Europa lo haga atravesando comunidades armoniosas y aceptables que respondan y obedezcan a los dictados sociales de este nuevo ateísmo que impide, por ejemplo, que Turquía surja como una entidad rica y poderosa. O para impedir que los capitalistas turcos se den cuenta, gracias a su Islam, de que deben abandonar el sistema capitalista y devolver la riqueza real a los musulmanes cruzando esa puerta que es la aceptación de las monedas instituidas en Medina al-Munawara, el dinar islámico de oro y el dirham de plata que deben utilizarse en las transacciones físicas o en el Internet con el sistema del e-dinar y que harán que caigan los mencionados titanes.

La guerra no se libra en las colinas. La guerra no es en las montañas. La guerra no es en las calles de las ciudades. Es otro tipo de guerra cuya primera exigencia es darse cuenta de la magia que actúa ante nuestros propios ojos. La metáfora que debe servir a los musulmanes para comprender esta situación, está en la historia de Sayyidina Musa, la paz sea con él, cuando fue confrontado por los magos del Faraón. Cuando Musa se dio cuenta de que lo que hacían no eran más que trucos y engaños, puso la mano bajo el brazo y la apretó con firmeza. Cuando la sacó estaba blanca como la nieve, pero al moverla, la sangre volvió a correr demostrando así que el milagro de su propia existencia era superior a la magia de las transacciones financieras del poder del Faraón.
Demostró que la creación de Allah del sistema venoso del ser humano es un milagro mucho mayor que las fantasías de poder con las que Faraón ejercía su mandato. Así es como se abre la puerta que lleva los musulmanes a la victoria.

http://almuecin.wordpress.com/2009/05/01/para-la-proxima-generacion/

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