Musulmanes de Costa Rica invita cordialmente a toda la comunidad costarricense y en general a participar, compartir y conocer sobre El Islam. Atrévete a hacer en este blog tus propios comentarios, consultas y aportes para que ello nos ayude a enriquecer nuestro sencillo conocimiento. Cualquier error es nuestro, los aciertos son de Allah. "Atestiguo que no hay más divinidad que Allah y Muhammad es su mensajero"
Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:
«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».
Lo transmitió Muslim.
Teléfono: 005068493-6876
¿Qué piensas del Islam?
martes, 17 de enero de 2012
La ciencia en el mundo islámico.
Entrevista con el Premio Nobel Ahmed Zewail
Durante más de cien años, el Premio Nobel ha sido otorgado a los más altos logros en las ciencias físicas, la paz y la literatura. Durante este período, sólo dos científicos de todo el mundo musulmán han recibido el Premio en Ciencias Físicas: Abdus Salam de Pakistán en el campo de la Física (1979) y Ahmed Zewail de Egipto en el campo de la Química (1999). Abdus Salam murió en 1996, siendo Ahmed Zewail la única persona viva que ha recibido el Premio Nobel de Ciencias Físicas en el mundo musulmán.
La ciencia en el mundo islámico prosperó entre los siglos VIII y XI. Si hubiese existido el Premio Nobel en ese período, en una mayoría de casos hubiera recaído en un científico musulmán, pero la situación es muy diferente en la actualidad. ¿Por qué han ido en descenso los descubrimientos científicos en el mundo musulmán? ¿Qué debe hacerse para que los musulmanes recuperen la excelencia científica que una vez tuvieron? ¿Cuáles son las perspectivas actuales en este sentido dentro del mundo islámico? Para tratar de encontrar respuestas a estas preguntas, hablamos con Ahmed Zewail sobre su propio viaje fascinante al Premio Nobel y sobre sus puntos de vista sobre la ciencia en el mundo islámico.
Acerca del profesor Ahmed Zewail
El profesor Zewail completó su máster en la Universidad de Alejandría, en Egipto, y su doctorado en la Universidad de Pensilvania. Sus galardones incluyen más de un centenar de Premios, condecoraciones, Órdenes de Mérito, y Órdenes de Estados por todo el mundo. El profesor Zewail recibió el Premio Nobel de Química en 1999 por sus desarrollos pioneros en el campo de femtoquímica, posibilitando la observación del movimiento de átomos individuales en un femtosegundo, es decir, en una fracción de una milésima de una billonésima de segundo.
El profesor Zewail es también conocido por sus conferencias públicas y sus escritos sobre la ciencia y la tecnología, la educación y los asuntos mundiales, y por sus incansables esfuerzos para ayudar a los menos afortunados. En su reciente biografía Viaje a través del Tiempo. Senderos hacia el Premio Nobel, relata su vida y describe sus trabajos hasta la recepción del Premio Nobel, sugiriendo acciones concretas para el mundo de las personas menos afortunadas y para nueva una visión del orden mundial.
El 27 de abril de 2009, el presidente de EE.UU. Barack Obama lo nombró el Consejo Presidencial de Asesores en Ciencia y Tecnología, y en noviembre del mismo año, Zewail fue nombrado el primer Enviado Científico de EE.UU. para Oriente Medio.
Nuh Gedik. En una de sus recientes declaraciones al diario The Independent, cita un hermoso versículo del Corán «Dios no cambia la condición de un pueblo mientras éste no se cambie a sí mismo» (Ar-Ra’d, 13:11). ¿Por qué cita este versículo?
— Ahmed Zewail. Si nos fijamos en la magnitud de los logros conseguidos por los musulmanes, éstos actuaban entonces de forma individual como buenos creyentes, lo cual significa que leían el Corán y pensaban en las cosas buenas que supuestamente debían hacer como, por ejemplo, adquirir conocimientos. Como usted ya sabe, la primera palabra que fue revelada en el Corán fue «¡Lee!» y este énfasis en el aprendizaje se repite en todas partes, hasta tal punto que los grandes científicos son considerados, desde muchos puntos de vista, en el Corán, casi al mismo nivel de los Profetas. Así que, los musulmanes de los primeros tiempos reconocieron la importancia de adquirir conocimientos pero, francamente, debido a la decadencia vigente entre los musulmanes de nuestro tiempo, parece habernos poseído la idea de la teoría de conspiración con la cual nos gusta culpar a los demás de nuestro declive.
No dudo que existan muchas fuerzas externas que han contribuido a tal declive, pero la verdad del asunto es que nos toca a nosotros mejorar. Me siento orgulloso cuando veo a algún musulmán, joven o mayor, que ha alcanzado el más alto nivel. En todos los casos que conozco, me doy cuenta de que estas personas no dejan que las cosas externas les detengan y continúan avanzando. Así que puedo resumir que las razones de nuestra decadencia general, y lo estoy siguiendo al pie de la letra del Corán, caen bajo nuestra propia responsabilidad.
En su libro, usted dice: «La mezquita de Sidi Ibrahim al-Desuqi es muy importante en mi vida, ya que enmarca mi más tierna infancia. Solía ir allí para estudiar... En el Islam, la mezquita no es sólo un lugar para la oración, sino que lo es también para el aprendizaje» (pág. 15). ¿Cree usted que esto es así?
— Por desgracia, en los últimos años las mezquitas han sido utilizadas por personas que no están iluminadas por el Islam para propagar sus puntos de vista, no el punto de vista del Islam, por lo que en ellas ha arraigado un factor político. Esto muestra una falta de conocimiento por parte de estas personas. Habiendo crecido en Egipto, recuerdo Al-Azhar como uno de los centros de enseñanza más importantes de todo el mundo. Ahora bien, aunque no llegué a estudiar en Al-Azhar, incluso en mi propia ciudad había una mezquita donde solíamos ir a ver al imán, y lo más importante que trató de decirnos en nuestra juventud fue que: «tenéis que alcanzar el conocimiento, tenéis que ser el mejor médico o el mejor ingeniero…» Solíamos estudiar en la mezquita. Era maravilloso. Es decir, los jóvenes nos reuníamos en la mezquita y, por supuesto, rezábamos, y después todos nos sentábamos y mirábamos nuestros libros del colegio y nuestras notas de estudio, por lo que aquel lugar llegó a ser el centro de gravedad. De hecho, en mi libro digo que la mezquita era el centro de gravedad de toda la ciudad.
En varias partes del libro se habla de la importancia de «sentir pasión» para lograr algo. ¿Hemos perdido nosotros, como musulmanes, nuestra pasión por la ciencia y la educación? Si es así, ¿cómo podemos reactivar ésto en las generaciones más jóvenes?
— No creo que hayamos perdido nuestra pasión, no. Especialmente desde que recibí el Premio Nobel, he estado hablando por todo el mundo musulmán, desde El Cairo a Malasia, desde Estambul hasta el Líbano, y miles de personas acuden a mis clases. Lo que he podido observar es que los jóvenes tienen hambre de conquista, que disponen de esa pasión por el logro. El problema, por desgracia, es que no siguen el sistema correcto para poder explotar su potencial. Por eso siempre digo que el mayor activo ahora mismo en el mundo musulmán es en realidad su capital humano. Si se utiliza de una manera correcta y los antiguos centros de excelencia son reconstruidos para atraer a las mejores mentes, creo que el mundo musulmán puede experimentar una profunda transición. Hay cuestiones políticas y muchos asuntos políticos, pero no creo que el problema del mundo musulmán sea la falta de recursos económicos o la falta de capital humano. Disponemos de estos dos tipos de recursos.
Algunas personas sostienen que la religión y la ciencia no pueden coexistir. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?
— Algunas de las mejores mentes del mundo son personas religiosas. Así que la afirmación de que para ser un científico racional, por definición, no hay que creer en una religión es algo un poco ingenuo. En mi opinión, creo que esto constituye un dogma bastante fuerte. La religión es muy importante para las personas por diversas razones, y no veo que exista ningún conflicto entre ambas.
¿Qué piensa usted acerca de nuestra revista, sobre todo desde la perspectiva de promover la coexistencia entre ciencia y religión?
— La razón por la que me gusta la revista es que tiende a explicar las cosas con la razón, de una manera racional, pero sin dejar de utilizar en sus textos aquellas referencias coránicas que apoyan su argumentación. Yo necesito la racionalidad. Opino que el hecho de que la revista utilice este enfoque y respete los valores de la razón, el conocimiento y la ciencia harán que sea un medio más eficaz.
¿Ve el éxito de personas como usted y Abdus Salam como excepciones individuales, o como los primeros signos de un renacimiento en el mundo islámico?
— Sin aproximarnos al tema de los signos de recuperación, yo siempre digo que he tenido la suerte de adquirir dos cosas en mi infancia y en mi vida adulta. En primer lugar, estoy muy orgulloso del sistema de valores que recibí por parte de mi familia y de la forma en que fui educado como musulmán en Egipto. No crecí en un sistema violento o en el que consumieran drogas, nunca había visto un arma de fuego antes de salir de Egipto. Los valores familiares que he recibido han sido muy importantes y me han dado la confianza para lograr lo que tengo en mi vida. Pero además de esto,lo más valioso que me dieron fue una buena educación en Egipto hasta llegar a la universidad.
Lo que Estados Unidos me ha dado es reconocimiento y oportunidades, y eso es precisamente lo que nos falta en el mundo musulmán. Si me hubiera quedado en Egipto, no habría sido capaz de hacer lo que he hecho, debido a esta falta de oportunidades y de reconocimiento para progresar.
Déjeme darle otro ejemplo. Una parte del mundo musulmán es muy pobre, pero hay otra gran parte que es muy rica. La parte más rica no invierte en capital humano. Por otro lado, en un reciente viaje a Malasia, me encontré con el Dr. Mahathir Mohammed, ex primer ministro. Ahora, Malasia es un país en el que el 60% de la población es musulmana. Es posible ver los resultados del experimento que se llevó a cabo en Malasia. Malasia ha vivido una transición, su PIB es mucho mayor que el de la mayoría de países musulmanes, y se están moviendo dentro del mundo desarrollado -y esto se ha conseguido en un país con una población en la que el 60% es musulmana. Lo que hicieron fue invertir en educación. El Dr. Mohammed me dijo que, con el fin de hacer la transición de una economía casi subdesarrollada y basada en el estaño y el caucho hacia otra economía basada en la producción de la micro- electrónica y similares, llegaron a invertir hasta el 20% del PIB en educación. Así que creo que la fórmula está muy, muy clara en términos de qué es lo que se puede obtener con esto.
En un reciente artículo de prensa, menciona que uno de los principales objetivos de la educación en el mundo musulmán debería ser «promover el pensamiento crítico». ¿Qué entiende usted por pensamiento crítico?
— Los jóvenes están muy confundidos en este momento; no saben lo que está mal y lo que es correcto. Lo que quiero decir cuando hablo de pensamiento crítico es que todos hemos recibido el don de la inteligencia para pensar, por lo que debemos educar a la gente para que pueda pensar en lo que es moralmente correcto y en aquello que es moralmente incorrecto, además de hacerles pensar también, por ejemplo, en términos científicos. No hay nada malo en el estudio de los diferentes puntos de vista que existen acerca de lo que está pasando en el universo. Si usted es un buen musulmán, le toca a usted decidir. Usted tiene el jardín del conocimiento y usted elige qué pensar. Sin embargo, intimidar a la gente y decir cosas como «No se puede hacer esto, no hagas aquello, no leas eso otro...» ¡Eso no es el pensamiento crítico! No es eso lo que necesitamos.
El Profeta no permitiría la actitud actual de prohibición, en mi opinión porque él era progresista en sus ideas, y su mensaje es de paz y pensamiento crítico. Actualmente, en el siglo XXI, la gente está pensando en tener colonias en la Luna, en la disección de los genes y en la apertura de nuevas vías para el tratamiento molecular de las enfermedades, la gente está pensando en ver los átomos en una escala de tiempo de femtosegundos. Y nosotros, como musulmanes, necesitamos continuar con todo esto.
Usted dice en su libro, «No hay que dividir el mundo en “nosotros” y “ellos” y no debemos permitir la creación de barreras a través de lemas como el “choque de civilizaciones” o “el conflicto de religiones”; necesitamos diálogo, no conflictos o enfrentamientos» ¿Cuál cree que es la mejor manera de lograr este diálogo?
— Permítame decir, y tal vez suene muy fuerte, que creo que hay ignorancia por ambas partes. Intuyo que hay una gran proporción de gente, entre la población del mundo musulmán, que no está informada; no son lo suficientemente sofisticados como para hablar con mentalidad occidental. Por otro lado, en occidente han abandonado la idea de aprender acerca del mundo musulmán desde hace mucho tiempo y lo tratan como si tuviera que haber necesariamente un conflicto con los musulmanes. Con este tipo de actitud por ambas partes, no podemos entrar en diálogo.
Como sabe, cuando llegué por primera vez a los Estados Unidos, solían llamarse a los japoneses «the Japs», y a los chinos «the Red Chinese» y así sucesivamente. Actualmente, ahora que ya ha habido un diálogo y estamos empezando a entender las diferentes culturas, hay restaurantes chinos y japoneses por todo el país, China tiene McDonalds... Pero, al no haber vivido este proceso, el mundo musulmán no ha sido tenido en cuenta. Por ejemplo, ¿qué saben aquí en los EE.UU. acerca de la cultura turca? Podría comenzar por considerarse la historia del Imperio Otomano y por tener algún conocimiento sobre el baklava y la hospitalidad turca. Lo mismo ocurre con los árabes. No hemos hecho un buen trabajo y, por otra parte, debo decir que han descuidado durante mucho tiempo el desarrollo de un conocimiento del mundo musulmán o del entendimiento de la fe o de los fuertes sentimientos de los musulmanes acerca de su fe.
En el plano individual, ambas partes tienen que estar expuestas en mayor medida unas a otras, y aquí los programas de intercambio y la proliferación de centros de educación pueden ayudar. Pero tienden a culpar al mundo musulmán por no haber tomado la iniciativa de comunicar tanto como lo hace el resto del mundo.
Vive en California con su esposa y dos hijos. ¿Cómo mantiene el equilibrio entre la vida laboral y familiar y otros asuntos personales?
— He tenido suerte en esto porque el padre de mi esposa es profesor y ella ha visto lo que significa para alguien trabajar duro, por lo que ya lo sabe. Ella ha dicho en muchas ocasiones que mi primer amor es mi trabajo. Sin embargo, una vez dicho esto, creo que mis hijos, por su parte, dirían que soy un padre cariñoso. Trato de equilibrar las cosas. Por ejemplo, siempre paso los domingos con mis hijos, incluso si tengo cosas que leer en casa, ellos están a mi alrededor. Yo los veo, me voy con ellos a los partidos de fútbol y así sucesivamente. De otra manera, si te tomas las cosas hasta tal extremo de afirmar que tu trabajo lo es todo, entonces se debilita un rincón de tu vida, y no creo que tengas entonces fuerzas como para hacer muchas otras cosas en la vida.
¿Qué es lo que lo mantiene tan motivado, incluso después de recibir un Premio Nobel? ¿Es su experiencia como musulmán la que juega un papel en todo esto?
— Creo que es una combinación de varias cosas. En primer lugar, Dios me creó sintiendo pasión por todo lo que hago. Si leo un libro, tengo la pasión de terminarlo. Otra cosa es mi experiencia, como usted ha dicho. Cuando llegué a los Estados Unidos, fui desafiado. Como menciono en mi libro, existían barreras políticas, barreras culturales y barreras científicas. Así que acepté el desafío de demostrar que alguien con mi experiencia, alguien que es musulmán y se crió en las mezquitas y demás, puede lograr algo.
En la actualidad, también trato de ir más allá del Premio Nobel, y me pregunto si puedo ayudar a la gente o si puedo ayudar a la ciencia en general. Quizás también debido a mi educación y a la mezquita, tengo fe. Así que creo que es ese tipo de fe en la vida, en el universo, en mí mismo y en Dios, por supuesto, lo que me hace ser quien soy.
Nuh Gedik es Profesor Adjunto de Física del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Antes de trabajar como profesor de este instituto, desarrolló su labor como investigador post-doctoral en el Instituto de Tecnología de California, en la Cátedra del grupo de investigación del Profesor Ahmed Zewail.
Fuente: http://www.revistacascada.com/article/la-ciencia-en-el-mundo-islamico-una-entrevista-con-el-premio-nobel-ahmed-zewail
http://www.webislam.com/articulos/67591-la_ciencia_en_el_mundo_islamico.html
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario