Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:

«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».

Lo transmitió Muslim.

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jueves, 9 de junio de 2016

Hora de combatir.

Mucha gente se siente más que feliz, aliviada con el fin de la bazofia de programa que resulta "Combate".
Algunos alegan que somos los padres los que tenemos la obligación de cuidar qué es lo que ven nuestros hijos, es cierto. Sin embargo, como no puedo cuidar lo que ven los hijos de los demás y éstos llegan a las escuelas y colegios comentando "lo bueno" que estuvo tal o cual programa, obviamente los niños como seres curiosos que son, van a querer saber de qué se trata, por eso, aunque en casa no vean estos programas, sus compañeros y amigos les traerán los pormenores de los mismos; lo cual, influirá de una u otra manera en su psiquis.
Sobradas razones para celebrar el cierre de Combate pero, ¿qué hay con el resto de tele basura que nos inunda a toda hora?
Y es que basta solamente unos minutos de cualquier programa para encontrar decadencia por doquier.
Los medios informativos se regodean en reproducir lo fácil, estúpido y estereotipado.
Claro, pensar no es un ejercicio por el cual se caracteriza nuestra sociedad.
El tico necesita hacer las cosas de manera mediocre para jugar de vivazo creyendo que nadie nota el mínimo esfuerzo que realiza en lo poco que hace y que aún así considera sobrehumano, con tal de ahorrar tiempo y tener un poco más de ganancias con el mínimo de esfuerzo.
La mediocridad está enraizada cual nefasta metástasis en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Con muy pocas excepciones, son pocas las instituciones gubernamentales o privadas que se aboquen a ofrecer la excelencia como su más preciado servicio.
Basta salir a la calle y observar calles colapsadas, infraestructura desordenada, zopilotes en todas las filas de los diversos trámites que tengamos que hacer.
Nos pasamos quejando de las argollas sólo cuando no estamos dentro de ellas.
Nuestra sociedad es decadente y me duele ser testigo de cómo nos dirigimos como ovejas hacia el matadero sin tener verdadera conciencia de que el cambio sólo puede funcionar cuando cada uno actúe de manera responsable y en consecuencia.
Soy optimista y confío en que los pocos que tememos el caos total, logremos de una u otra manera, virar en la dirección correcta,  creando los cambios necesarios, dolorosos en muchos casos y urgentes en todos, ¡estamos a tiempo, no todo está perdido!

Rashida

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