El reciente asesinato de unas 50 personas de la comunidad LGBT en la ciudad de Orlando, EEUU; llama profundamente la atención sobre la importancia que debemos dar los musulmanes hoy más que nunca a nuestra tan cacareada tolerancia.
Aunque muchas pruebas apuntan a que el asesino era un homosexual reprimido y por lo tanto frustrado, valga la ocasión para hacer algunas aclaraciones que muchos ignoran o lo que es peor, ocultan para generar odio.
Voy a ser clara, en el sagrado Corán, de la misma manera que en las otras dos religiones monoteístas y con idéntico origen, se prohíben las relaciones sexuales fuera del matrimonio: “A quienes de vosotros lo cometiesen, castigadles y reprochadles severamente. Pero si se arrepienten y enmiendan dejadles en paz. Allah es Indulgente, Misericordioso” (An-Nisa', 4:16). “Y Lot, cuando le dijo a su pueblo: ¿Cometéis esa inmoralidad abiertamente y en público? ¿Os acercáis a los hombres con deseo en lugar de las mujeres? Realmente ignoráis la magnitud del castigo que os aguarda. (Al-Naml, 27:55). “¿Cometéis una inmoralidad de la que no hay precedentes en la humanidad? 81. Satisfacéis vuestros deseos con los hombres en vez de las mujeres; en verdad sois unos desvergonzados” (Al-A’raf, 7:80-81).
La prohibición no resulta por lo tanto, novedosa; lo que sí llama poderosamente la atención es el hecho de cómo, un pecado o falta más, se ha ido magnificando de manera peligrosa e innovadora, tanto así que en países como: Yemen, Sudán, Somalia, Sierra Leona, Nigeria, Mauritania, Irán, EAU, Arabia Saudita; practicarla es penada con la muerte.
Es bien sabido o lo que es peor, obviado por los musulmanes fanáticos; que desde tiempos anteriores a los del Profeta (pbsce), existían hombres andróginos, sin deseo sexual hacia las féminas, los que evitaban contraer matrimonio con ellas y hasta los afeminados; quienes eran defendidos por el mismo profeta Muhámmad de sus compañeros homofóbicos, tal como Abu Huraira quien deseaba matarlos y le molestaba sobremanera que el Profeta permitiera que las mujeres se mostraran ante ellos con hijab y ropas femeninas: los mukhanathun. Estos hadices los podemos encontrar en el Libro de Adab de Abu Dawud, Número 4928 (4:282), Libro 41 Número 4910.
Los mukhanathun es la población que al día de hoy consideramos como LGBT y que musulmanes fanáticos se han dado a la tarea de perseguir, acusar, señalar y asesinar; arrogándose el derecho de decidir por encima de Allah quién merece vivir y quién no ya que, en ningún lugar del sagrado Corán se especifica que su falta debe ser castigada con la muerte.
Si bien es cierto, la relación sexual homosexual es vista como falta grave dentro de nuestra fe, también lo son las relaciones sexuales anales que son practicadas de manera normal y muy bien vistas entre los musulmanes heterosexuales cuando mantienen contacto con mujeres vírgenes para que las mismas lleguen “puras”, en otras palabras, con el himen intacto al matrimonio y ahí “no ha pasado nada”.
El rechazo, odio y segregación a la población LGBT en países islámicos es solo comparable con el apartheid, colonización y racismo que han sufrido tanto la población negra como nativa tanto en África como en la India o Estados Unidos de Norteamérica; millones de los cuales, precisamente, también son o fueron musulmanes. De la misma manera y más reciente, la creciente islamofobia promovida por los países occidentales o gente ignorante que nos ve y trata como una peligrosa amenaza o epidemia mundial que debiera ser erradicada a toda costa.
Es por esta razón que resulta incomprensible que sea precisamente una parte de la población musulmana que conociendo de primera mano lo que es ser víctima de prejuicios, crímenes de todo tipo, malos tratos e injusticias; quienes dirijan sus frustraciones causadas en gran parte por mero puritanismo y absurda mojigatería, los que se rasgan las vestiduras hacia una población que no nos hace daño alguno más que el mundo de verdaderas faltas graves ya sea cometidas con dolo o por mera omisión hacia la población más débil e indefensa de nuestras comunidades.
Es la misma aversión que muestran las poblaciones musulmanas en cualquier lugar del mundo a mostrar el afecto de manera natural entre hombre y mujer, la que inclusive puede promover conductas que incentivan escoger una preferencia sexual homosexual aunque bien sabemos que muchos nacen ya con esta condición.
Si tomamos en cuenta las dotes astronómicas e inalcanzables para el grueso de la población masculina musulmana en donde los padres convierten a sus hijas en una vía, escape o manera fácil de salir de la pobreza y condenando de esta manera a los hombres a no poder desarrollar su natural sexualidad con mujeres, los empuja a satisfacer la necesidad natural de mantener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo.
La maldita separación de sexos que comenzó en las mezquitas cuando Umar Bin al Jattab, hiperceloso de que alguien observara a su bella esposa, ordenó que las mujeres fueran relegadas o escondidas como si fuera motivo terrible de vergüenza ser mujer, para que nadie pudiera admirar la belleza de su esposa, se fue extendiendo ya a los demás ámbitos de la vida de los musulmanes ya que muchos, tal vez con la mejor de las intenciones, consideraron que esta innovación era “buena” para la comunidad sin tomar en cuenta o advertir lo terrible de dicha exclusión.
Comenzaron entonces los hombres a realizar sus actividades solo con hombres, de la misma manera que las mujeres solamente se podían reunir con mujeres. Bailes, fiestas, dormir juntos, hombre - hombre y mujer - mujer, no se veía mal porque no era hombre - mujer.
Y así los musulmanes fueron degenerando lo que desde un principio es lo normal: la sana convivencia hombre - mujer sin imposiciones de ningún tipo.
Los musulmanes que insisten en justificar su homofobia basados en que Allah erradicó a Sodoma y Gomorra solamente porque su población mantenía relaciones homosexuales, olvidan de manera muy conveniente que Allah también erradicó en tiempos de Noé a toda la humanidad por pecar de todas las formas posibles:
“…y Noé llamó a su hijo que se encontraba en un lugar apartado: ¡Oh, hijito mío! Embárcate con nosotros y no te cuentes entre los incrédulos. Dijo: Me refugiaré en una montaña que me protegerá de las aguas. Dijo: Hoy no habrá nada que pueda socorreros del designio de Allah, y sólo se salvará aquel a quien Allah le tenga misericordia; y las olas se interpusieron entre ambos, y [su hijo] se contó entre los ahogados”. (Corán 11:42-43) “Y fue ordenado: ¡Oh, tierra! Traga tu agua. ¡Oh, cielo! Deja de llover. Y entonces el agua fue descendiendo y así se cumplió el designio, y [la embarcación] se detuvo y se asentó sobre el monte Yudii, y fue dicho: ¡La maldición recayó sobre los inicuos y fueron exterminados!” (Corán 11:44)
Así que, si usted es un musulmán homofóbico ¿por qué entonces no aplica el mismo criterio y comienza a pensar en asesinar a toda la humanidad, incluidos a nosotros mismos los musulmanes heterosexuales ya que, también pecamos? La respuesta es fácil, usted es consciente que también comete faltas, ama a su familia que también peca y ama la vida. Aplique entonces por favor aquel dicho tan justo: “No juzgue a otro solo porque peca diferente a usted”.
Le invito cordialmente a que en vez de juzgar y condenar a la población LGBT, medite qué puede hacer usted para facilitar la calidad de vida de ellos, de la misma forma en la que muchas personas que sin ser musulmanes, se desviven por erradicar la islamofobia y demostrar que somos seres humanos que hemos nacido o escogido un modo de vivir diferente al de ellos que merecemos todo el respeto, comprensión, justicia, equidad y derechos al igual todo ser viviente en la Tierra.
Rashida Jenny Torres
Musulmana costarricense.