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sábado, 12 de febrero de 2011
Nueva era en construcción.
Por Darío Botero Pérez
Conceptos mortales
La idea de la “guerra preventiva” es tan aterradora que puede calificarse como el crimen más extremo que se pueda cometer contra los pueblos.
Sin lugar a dudas, el exterminio deliberado y confeso de un pueblo -como el judío por los nazis o el palestino por los sionistas- es abominable y refleja un irrespeto absoluto al valor más sagrado: la Vida.
Pero es más abominable el genocidio deliberado disfrazado de virtud y de defensa de valores superiores (¡cómo si algo fuese superior a la Vida para quien la posee!).
Los peores criminales son quienes asesinan inocentes indefensos con la peregrina idea de evitar que su merecido odio se convierta en ataques futuros contra sus verdugos despiadados y cínicos.
Las invasiones a Afganistán y a Irak fueron hechas con el propósito real de despojarlos de su petróleo y hasta de su grandeza histórica. Pero han sido justificadas por los potentados de derecha con el pretexto de combatir el “terrorismo”.
Éste se lo inventaron los árabes y los sionistas, orientados por la CIA, en el sanedrín de los halcones de Washington para ocultar la crisis económica, conservar el poder que les han arrebatado a las mayorías, despojar de sus derechos a los incautos ciudadanos y justificar toda clase de atropellos alrededor del mundo y en la misma USA, cada que les dé por abusar.
Potentados y cipayos contra pueblo
Ahora, ante la expresión masiva y consciente de multitudes exigiendo la salida del dictador de Egipto, que lograron tras 18 días de lucha real y ejemplarmente democrática, es absurdo seguir afirmando que el dictador representaba un régimen democrático, o tratar de ocultar que es un aliado incondicional de los peores enemigos de su pueblo, aunque al Imperio ya no le interesen sus servicios, pues ya nadie decente le cree.
Más bien, lo que se le viene encima al déspota caído es la expropiación de la inmensa fortuna del pueblo egipcio (de 40.000 a 70.000 millones de dólares –de 40 a 70 millardos los llama el sistema métrico decimal para evitar la confusión sajona que prefiere denominarlos billones) que se robó, como suelen hacer todos los gobernantes de la democracia espuria (o “representativa”).
De igual forma proceden los abiertamente declarados como dictadores o como jeques o como emperadores o como reyes o como ayatolas o como popes o como papas… Mejor dicho, todos los gobiernos jerárquicos llenan sus cúpulas con los más criminales de la especie, venida a menos por la perversidad de los potentados y sus sirvientes.
La espontánea y masiva manifestación popular, que ha sido contundente, ha servido, como lo esperaba todo el Mundo, para ilustrar la verdadera condición de déspotas aliados al Imperio sionista o subyugados por él, enemigos de la Vida y destructores del Planeta, que ostentan Mubarak y sus defensores.
Primero fue el asqueroso “cavaliere”, el delincuente que avergüenza a Italia ejerciendo como primer ministro, Silvio Berlusconi, quien salió a defender al viejo y decrépito dictador.
Después, sin que le hiciesen caso (lo cual es una humillación pública que indica el cambio de rumbo demagógico adoptado por el repudiado Imperio), el potentado Faruk, rey de Arabia, patrocinador del terrorismo internacional junto a sus aliados que controlan el Mundo desde Washington, se manifestó para exigir darle un trato digno al verdugo de Egipto aliado a los peores enemigos de sus pueblos camitas y de otros orígenes, los sionistas de Israel…
Curiosamente, los criminales de cuello blanco que campean en Washington se han mostrado dispuestos a abandonar a sus aliados caducos y desprestigiados de los países musulmanes y árabes, porque a Obama lo seducen las juventudes. Esa actitud está dejando solos a los ineptos líderes europeos y a los cipayos islamistas.
No obstante, los llamados de Obama no tuvieron mayor eco. Por eso, el rey de Arabia se hizo el sordo y salió a apoyar a su aliado egipcio, lo cual obligó a los halcones a confirmar que el mensaje de Obama contaba con el respaldo y la autorización del complejo militar industrial.
Así nos lo dejó saber Leon Panetta, el director de la CIA, ese organismo que está por encima de los presidentes, a no ser que sean Bush, pues éstos controlan la perversa agencia como genuinos representantes de los potentados wasp que comparten el poder con los sionistas. No son lacayos (como los Clinton o el trepador Obama) sino amos de lacayos.
Ante el cambio de estrategia del agónico Imperio, suficientemente desmoralizado porque su armamento no sirve para ahogar las expresiones de verdadera democracia, quedaron desamparados y desautorizados elementos como Merckel y Sarkozy, abiertamente represivos y autocráticos.
Mientras el Imperio intenta remozarse y reivindicarse como paladín de democracia, sus sirvientes en los gobiernos de occidente se han desenmascarado como los enemigos comunes empeñados en la destrucción y el enfrentamiento entre los pueblos condenados a las pestes y la hambruna.
No obstante, a pesar de la comedia y la impostura, esos perversos propósitos continúan contando con el respaldo de los halcones, pero en mucho secreto y con mucha discreción, no vaya a ser que algún hazañoso imitador de Assange los desenmascare.
Les preocupa que los jóvenes, acostumbrados al manoseo de las autoridades que dizque combaten el terrorismo, puedan caer en cuenta de que los están engañando los verdaderos enemigos comunes.
La presencia mayoritaria de jóvenes en la plaza Tahrir del Cairo hizo reflexionar a los desacreditados y desenmascarados halcones.
Prefirieron retomar la farsa de la democracia representativa para poder seguir presumiendo de campeones de la libertad y los derechos, fundados en un individualismo extremo.
De hecho, este individualismo de los potentados es la negación del individualismo para las mayorías.
Se caracteriza por la garantía de toda clase de privilegios para los potentados que nos esclavizan a todos porque su individualismo sería el único legítimo.
Los demás sólo tienen derecho a soñar con él, creyendo e insistiendo en que la sociedad neoliberal se los va a garantizar, ya que la del capitalismo clásico no pudo. Pero, eso sí, si trabajan duro y dejan de quejarse.
A los jefes de los potentados reunidos en la Mesa Redonda, los aterra ese verdadero ejercicio de democracia protagonizado por el pueblo egipcio a la vista del mundo entero.
Saben que se trata de una evidente expresión de poder popular capaz construir instituciones y mecanismos realmente democráticos que expresen el gobierno del pueblo. De hecho, la manifestación popular tiene un carácter democrático indiscutible. Es la primera gran lección de la cual los pueblos han tomado atenta nota.
Unos y otros entienden que puede dar al traste, de una vez por todas, con la farsa de los “representantes” que suplantan y traicionan a las mayorías en esa impostura que es la “democracia representativa”, auténtica dictadura de los potentados que oprimen a los pueblos, saquean los países y destruyen la Naturaleza.
Para lograrlo disponemos del ágora virtual que las masas se han apropiado y que constituye una muestra de auténtica obsolescencia mortal para las instituciones de Montesquieu.
Su solución de tres poderes, dos de ellos de elección popular (el ejecutivo y el legislativo), tan artificiosa pero tan útil, sirvió para combatir el despotismo monárquico tanto como para evitar el gobierno del pueblo que distingue a cualquier sociedad que se diga democrática y lo sea de verdad, no como las falacias de occidente, surgidas de la Revolución Francesa y la previa independencia de USA.
El ejemplo egipcio arrastra. Tiene el potencial para construir una sociedad verdaderamente democrática, sin los vicios de las supuestas democracias de occidente que son meros acuerdos entre oligarcas para turnarse el ejercicio del gobierno sin correr el riesgo de que el pueblo se los dispute.
La participación de las mayorías -en estas dictaduras disfrazadas de “democracias representativas”- se limita a concurrir a las farsas electorales. Tan simbólica y estéril actuación sería el único papel democrático que la precaria (por no decir totalmente falaz) “democracia representativa” les reconoce.
Los seducen con programas de partidos y promesas de candidatos pero, una vez elegidos, los ungidos hacen lo que les da la gana dentro del respeto supersticioso a sus amos del Imperio y la traición a quienes los eligieron (seducidos por las promesas o amedrentados por la fuerza o vendidos por un plato de lentejas o sus sobras).
El Imperio, como lo aprendió Hosni Mubarak ya tarde, no admite insubordinaciones de sus lacayos aunque cuenten con los fondos de los jeques árabes, tan ambiciosos y arrogantes como subyugados por sus amos occidentales.
Los potentados dueños del Mundo (y sus lacayos empotrados en los gobiernos de los países dependientes) también han despojado a los pueblos de sus derechos políticos, económicos y sociales.
Lo hacen mediante una supuesta “democracia representativa” que, realmente, es una evidente dictadura de los potentados contra las mayorías engañadas y reducidas a elegir periódicamente sus verdugos y despojadores.
No se trata de literatura ni de retórica. Son amenazas aterradoras que no tenemos derecho a olvidar ni a restarles gravedad si conservamos algo de dignidad, de amor propio o, al menos, de inteligencia y apego a la propia vida.
Por fortuna, su conocimiento por el público -a pesar del deseo por ocultarlo que motiva a los medios de comunicación al servicio de los potentados- les permite a los tibios y a los indiferentes entender que el desafío es definitivo.
Es la gran oportunidad para ejercer la democracia, el gobierno del pueblo, mediante las instituciones y los mecanismos que ese mismo pueblo se dé democráticamente; o sea, sin imposiciones de “representantes” impostores, verdaderos cánceres o degeneraciones genéticas de los pueblos y claros obstáculos para el imperio de la democracia.
La primera decisión del pueblo egipcio, y de los demás que están insurgiendo, habrá de ser repudiar la asesoría y el ejemplo de las falsas democracias de occidente, auténticas máquinas para oprimir y suplantar a las mayorías.
Terroristas desenmascarados
En la imposición del terror mediante los atentados de Al Qaeda -esa agencia del Imperio que, presuntamente, dirige Osama bin Laden como gran aliado de USA y compadre de los Bush-, la principal responsabilidad, por su condición de presidente, le corresponde al asqueroso psicópata tarado que Amnistía Internacional ha ordenado detener por torturador y genocida.
Su genial amenaza del “terrorismo” suplió muy bien el “miedo ambiente” de la guerra fría que no habían logrado replicar con la guerra contra las drogas ilegalizadas.
Además, les dio un poder adicional a los criminales que se lo inventaron pues, con el pretexto de combatirlo les han arrebatado sus derechos civiles a los usanos, y se esmeran en extender sus abusos por todo el mundo, para lo cual cuentan con el servilismo de sus aliados, los traidores que nos gobiernan.
Pero a los ciudadanos incautos les hacen creer que semejante atropello es por defenderles sus derechos.
Lo más patético y ridículo es que los buenazos que no sospechan tanta maldad, se lo creen y están dispuestos a hacerse matar en tierras extrañas para defender a quienes así los engañan.
Es monumental y persistente el abuso cometido contra los vilipendiados usanos, tan orgullosos de su avanzada civilización y tan respetuosos de las reglas democráticas en el país que mejor las ha aplicado, según sostienen esos desvergonzados potentados despóticos que abusan de ese pueblo de ingenuos pendencieros y patriotas, tan bien armados y tan estresados y dispuestos a matar.
Así lo están haciendo ahora, alborotándoles el miedo con las supuestas amenazas terroristas, para acallar los escándalos surgidos del conocimiento de las verdades que están saliendo a la luz y de las cuales Julian Assange se ha convertido en el símbolo ejemplar que todos debemos imitar.
Mientras tratan de castigar al valiente australiano que los desenmascaró, vuelven a hablar de amenazas de ataques terroristas a USA.
En vez de capturar a los presuntos terroristas, pues deben saber quienes son ya que conocen sus planes y poseen la mejor “inteligencia” del Mundo (la CIA y otras yerbas), lo que buscan los enemigos comunes es distraer a sus patriotas para agobiarlos e idiotizarlos más.
Saben muy bien que el terror impide reflexionar y que las personas actúen con dignidad, porque el instinto de conservación se impone sobre valores más nobles cuando la amenaza es inminente.
Y eso es lo que la propaganda sobre el terrorismo despierta en sus potenciales víctimas: terror. Por eso están dispuestas a renunciar a sus conquistas civiles confiadas en quien dice poder protegerlas y disponer de los medios para hacerlo aunque, a la hora de la verdad, resultan incapaces de controlar a los criminales que son sus socios.
Ago similar pasa con el excelente negocio montado alrededor de la criminal ilegalización de los alucinógenos y demás sustancias sicoactivas, que tanta gente necesita y aprecia aunque la traten de delincuente y la discriminen. Les toca aceptar la represión para que no los estigmaticen.
En el caso de USA, la protección a sus ingenuos y arrogantes ciudadanos la aportaría el Gobierno abusivo, esquizofrénico y falaz cuyos degenerados integrantes están furiosos con el genial Julian Assange y dispuestos a ocultar las verdades que no pueden negar. Pero, sobre todo, pretenden evitar que a la gente decente en todo el mundo le de por imitarlo, dejando en cueros (o desnudos y en evidencia) a sus patronos y a sus amos.
Por eso, los potentados confían en que lo mejor es distraer la atención de sus conciudadanos con amenazas tan pavorosas como ineludibles e invencibles, a no ser por el querido tío Sam, tan fuerte, previsivo y sabio. Él sí los protegerá.
Sin duda, él los protegerá, pero no lo pueden cuestionar por sus métodos rudos. Al fin y al cabo, nada vale más que la vida de un usano, a no ser la de un sionista o cualquier otro halcón evidentemente superior.
Pero las de los demás, como las de los palestinos para los sionistas, valen apenas un poco más que nada.
En particular, las de los calificados como “terroristas”, así apenas sean unos niños totalmente ajenos a esos menesteres, no valen mayor cosa (o hasta menos que nada).
Con tan profundas reflexiones consideran conveniente terminar con esas vidas potencialmente peligrosas, antes de que ellos terminen con los nobles usanos o se nieguen a que los potentados saqueen sus riquezas para dejarlos en la miseria y el abandono después de la despojadora y destructiva faena.
Criminales a la carga
Retornando al pensamiento racional, tan reñido con los delirios de los promotores del terrorismo y sus víctimas mediáticas, es claro que el genocidio de pueblos es intolerable y nadie puede pretender tener derecho a adelantarlo, como dicen los sionistas que lo tienen respecto a los palestinos porque sus tierras se las prometió Yahvé a los descendientes de Abraham.
Sin duda, es un crimen propio de mentalidades perversas y egoístas características de seres involucionados, incapaces de concebir un futuro luminoso e irremediablemente casados con el pasado y la sangrienta Historia.
Pero cuando el genocidio se justifica como un acto de bondad (o virtuoso en alguna forma), la hipocresía agrava el imperdonable e inadmisible crimen.
Indica que sus promotores son degeneraciones genéticas absolutas que tenemos la obligación de desempoderar urgentemente.
La calaña de quienes así proceden es la más vil que pueda ostentar un ser humano.
La inmunda cosa que es Bush, presumiendo de sus crímenes, es la muestra más inmediata para las actuales generaciones de los extremos acostumbrados por los viles.
Se trata de seres absolutamente abominables y despreciables a quienes sólo alguien de su misma condición puede reconocerles algún valor.
Por eso los usanos tienen esperanzas pues -a pesar de Sara Palin y los asquerosos que la apoyan en sus campañas de odio e invitación al homicidio de los diferentes y de los contradictores, disfrutando de inmunidad e impunidad garantizadas por los halcones de Washington- las mayorías no tienen esos cerebros reptilianos de asesinos inescrupulosos y decididos a cometer cualquier crimen, por vil que sea, siempre y cuando puedan proceder sin riesgos para sus intereses y sus sucias vidas, convencidos de que son superiores a los demás pecadores, de modo que pueden matarlos y despojarlos de sus riquezas cuando se les antoje.
Para ello quieren inculcarnos que su tarea genocida es una misión divina. ¡Lo triste es que todavía haya quienes les creen!
Y ahí están los congresistas demócratas que la criminal fronteriza de Alaska ordenó matar, esperando a ver cuál sigue después de esa señora que quedó tan mal herida en medio de seis muertitos.
Anticipada y claramente había advertido que las palabras de Palin eran una sentencia de muerte considerando las fijaciones mentales, las obsesiones criminales, la perversidad, la hipocresía, la violencia y el bajo cociente intelectual de sus seguidores, todos tan “arrevolverados”, fusileros y “escopetados”.
En consecuencia, la política del “Tea party” representa el pensamiento de los potentados sionistas y sus compinches de la Mesa Redonda y demás organizaciones criminales asociadas (como el club de Bilderberg), cuya existencia y macabros objetivos cada vez conocen más personas, lo cual les resta poder de engaño y capacidad de maniobra a los grandes enemigos de la Vida.
Sus actos y sus ideas revelan la vileza absoluta de estos criminales que consideran virtudes los asesinatos y los genocidios, tanto como la tortura.
Son los mismos que se apropian del tesoro público para evitar pagar las consecuencias de la crisis que han causado con sus absurdas recetas neoliberales.
Para no dejar dudas sobre su condición de enemigos de todos, adelantan el despojo de los derechos civiles, económicos y sociales, y hasta de sus hogares, a sus mismos conciudadanos, víctimas ingenuas y crédulas que han sido convencidas, a punta de mentiras y manipulaciones, de que viven en el mejor de los mundos.
Es lo que caracteriza al contradictorio y falaz altar de la libertad y la democracia. Presunta (pero falsamente) constituiría la conquista más avanzada de la Humanidad en cuestiones de política y formas de gobierno, capaz de garantizarles a las masas las mayores conquistas posibles a las que podría aspirar la especie.
Se trata del Imperio genocida que tanto alaban los vendepatria, dedicados a arruinar a los pueblos que dominan, sojuzgan y explotan a su antojo aunque siempre acatando las directrices y las órdenes del respetado, admirado y envidiado Imperio.
Por esa sumisión, por ejemplo, el destrozo mortal de la biosfera que tienen programado los grandes monopolios mineros -ya contratado con los gobiernos canallas y apátridas de muchos países- es un designio de los potentados que de ninguna manera podemos permitirles que realicen.
De ahí la necesidad de quitarles el poder y la riqueza lo más pronto posible, pues la Naturaleza no permite más agresiones y la Humanidad está al borde de la extinción debido a las amenazas de guerras, pestes y hambrunas en que vienen empeñados hace años los potentados, evidentes enemigos de la Vida.
Semejantes amenazas son intrínsecas al sistema social y económico perverso imperante, abiertamente empeñado en destruir el hábitat común y sumir a las mayorías en las peores condiciones de vida posibles.
Otra prueba evidente de la ineptitud y la perversidad de quienes se sienten dueños del Mundo es su torticera y contraproducente conversión de la economía en un casino controlado por el capital financiero con sus exóticos “productos” o estafas sofisticadas.
Tales engaños están fundados en los delirios de una sionista atea y notablemente ignorante de las materias económicas aunque es la legítima madre del Neoliberalismo, admirada por Vladimir Putin, Ben Bernanke y los adoradores del Demonio, entre otros notables delincuentes internacionales de gran influencia sobre la sociedad.
También representan una espada de Damocles que amenaza la Vida gravemente, como nunca antes nada causado por la Humanidad.
Semejante realidad no les sirve sino a los criminales que la promueven porque consideran que estarán a salvo en sus búnkeres mientras causan la hecatombe universal que diezmará la población hasta casi extinguirla.
Antecedente mortal
El abiertamente genocida, despiadado e injustificado ataque atómico a Nagasaki, posterior al aterrador contra Hiroshima, convenció a todos los prudentes, a los cobardes y a los abyectos admiradores de los criminales, de que con esos monstruos tan poderosos, despiadados y peligrosos era mejor contemporizar y halagarlos para no pasar a ser sus víctimas.
Al menos, para los valientes y dignos, se puede justificar que no se hagan matar de los halcones mientras disponemos de la fuerza suficiente para cobrarles su desmesurada canallada atómica y demás azarosos delitos.
Las matanzas en Japón que lo sacaron de la segunda guerra, son los genocidios más macabros conocidos por la Humanidad hasta ahora y que sus autores están deseosos de repetir en todos los países díscolos porque, algún día, podrían cobrarles sus crímenes. (Parece que va a ser pronto, para fortuna de la Vida y la biosfera que están a punto de extinguir)
Por la amenaza nuclear de los desalmados criminales que presumen de ser la meca de la democracia y el ejemplo a seguir por todos los pueblos que aspiren a ser civilizados, se desarrolló la carrera armamentista que le dio poder nuclear a la Unión Soviética y a otros países.
Éstos lograron su hazaña disfrazándola de uso pacífico de la mortal tecnología. Es lo que pretenden hacer actualmente Irán y otros países aterrados con la perspectiva de ser víctimas indefensas de los halcones.
Naturalmente, la carrera atómica y todas las tecnologías que acudan a la energía nuclear, deben ser repudiadas y abandonadas a la mayor brevedad posible, pues hasta sus presuntos usos pacíficos producen una radiación nociva para la Vida, que dura millones de años.
No se requiere detonar bombas atómicas para que la radiación nos afecte. Y entre más desechos nucleares se acumulen, peor y más inminente será la ineludible catástrofe. Chernobyl y Three Miles Island impiden que lo olvidemos.
Despertar popular
Tenemos que aprovechar los aportes de Assange para recuperar la dignidad al conocer la catadura de los potentados que han decretado un gobierno mundial despótico en el cual las autoridades de los países serían (y ya lo son en muchos) meros sátrapas y cipayos al servicio del Nuevo Orden Mundial.
Pero no es sólo Assange sino el mundo entero el que está despertando, de modo que podemos proceder a crear la sociedad democrática global que reivindique el globalismo (o la globalización) como patrimonio de toda la Humanidad, y lo interprete como la desaparición de las jerarquías y los despojos que promueven por todas partes y siempre.
En la práctica significa la oportunidad y el derecho de concurrir a la solución de los problemas comunes que asisten a todos los que los afecten. Esto implica respetar el ámbito de cada problema a fin de no intervenir donde no nos incumbe o asumiendo funciones que les corresponden a otros.
Tal es el caso con la actual insurgencia de los conocidos como países islamistas. Deben construir su destino, nadie tiene derecho a imponerles soluciones ajenas a su idiosincrasia.
Pero todos tenemos la obligación de impedir que los sionistas y demás potentados interesados en promover la guerra y prolongar las dictaduras en todo el mundo, continúen apoyando medidas evidentemente antidemocráticas ¡a nombre de la democracia y violando las soberanías de los países!
Debemos arrebatarles la iniciativa a los potentados que han planeado monopolizar el poder real desde hace muchos años y creen que ya están a un paso de consolidarlo para inaugurar su Nuevo Orden Mundial despótico, resueltamente homicida y depredador. Si nos demoramos en reaccionar se saldrán con la suya.
La Humanidad enfrenta retos definitivos que exigen decisiones urgentes.
Al respecto es indispensable prohibir el consumo de combustibles fósiles y agro combustibles, para remplazarlos por los provenientes de fuentes limpias, que son bastantes y están suficientemente probadas.
No importa que Barak Obama nos engañe ocultándolas mientras demuestra gran sensibilidad y pretende impulsar las investigaciones que descubran lo ya descubierto y suficientemente probado
¿Será que piensa que todos somos usanos crédulos totalmente desinformados, dispuestos a dar la vida por el Imperio que los mata, como dizque hacían los gladiadores en Roma?
También estamos obligados a iniciar el desmantelamiento definitivo de todos los pozos de petróleo tanto como la recuperación de las tierras dedicadas a cultivar agro combustibles.
Igual hay que proceder con las que han sido inundadas por enormes represas capaces de acabar con la agricultura milenaria de Egipto, por ejemplo. Es el caso con la represa de Asuán que “resolvió” el problema de las inundaciones periódicas del Nilo, convirtiendo el país, otrora autosuficiente, en el mayor importador de trigo del mundo y robándole su seguridad alimentaria por obra de los negociados de sus vendepatria, tan apegados al poder y tan expertos en traicionar, mentir y defraudar.
Desde luego, en principio, todos los proyectos mineros tienen que ser cancelados, y deben ser clausuradas las minas existentes.
Su continuidad dependerá de decisiones democráticas tomadas por todos los afectados luego de un serio análisis de sus ventajas y desventajas para cada proyecto en particular, tras establecer los perjuicios que causa, sus repercusiones en el medio ambiente y en la calidad de la vida de las personas afectadas, y la duración y extensión de sus efectos.
En estos casos de agresiones evidentes al medio ambiente, cuyas consecuencias se extienden espacial y temporalmente, los dolientes somos todos los humanos.
Por tanto, todos tenemos derecho a intervenir en las decisiones que se tomen al respecto, pues todos somos susceptibles de sufrir las consecuencias del desastre ambiental y de la catástrofe energética. De hecho, actualmente todos somos sus víctimas, sin lugar a dudas.
Para ser eficaces, el primer paso es desconocer a los impostores que se han apropiado de la autoridad, el poder, la fuerza, la violencia y la riqueza.
Desde luego, como Mubarak, harán todo lo posible por conservarlos. El dictador egipcio se apegó abusivamente a un poder alcanzado con farsas electorales fraudulentas, y ejercido durante 30 años.
Afortunadamente lo han repudiado -a la vista de todo el mundo- esas mayorías que en las democracias serían las que deciden, según sostiene el más elemental principio de esta forma de gobierno.
Pero sin el apoyo del pueblo los potentados no son nada. Y las fuerzas represivas, si bien son dirigidas y controladas por elementos de confianza de los potentados y, por tanto, enemigas de los pueblos, están conformadas por pueblo que puede negarse a reprimir a sus hermanos.
Reciben órdenes y suelen obedecerlas, pero pueden comprender su posición social y voltear las armas contra los enemigos comunes, pues son las bases y no sus capitanes quienes controlan el grueso del poder represivo directo.
Potentados en decadencia
El desafío planteado en Egipto por el déspota es interesante. Esperemos que esa sociedad pluricultural, de musulmanes, cristianos y agnósticos, llena de juventud y aspiraciones a una vida digna, logre construir esa asombrosa sociedad que surja del ejercicio de la democracia directa que la Humanidad requiere para enterrar la Historia y dar vigencia a la Nueva Era.
Los manifestantes en la plaza de la Libertad (Tahrir) en el Cairo representan una expresión de la democracia auténtica que los traidores felones no podrán ignorar a pesar del cinismo del decrépito Mubarak, auténtica vergüenza para su pueblo.
Su salida se dio pronto a pesar de sus maniobras dictatoriales que no engañaron a nadie decente.
Por nuestro lado, el apoyo a los pueblos de Túnez, Egipto, Yemen y a los demás que sigan sus huellas, tiene que ser claro y contundente.
También lo deben ser las exigencias de libertad para Assange y de castigo para el repugnante Bush, sus socios y sus lacayos.
Las confesiones del mitómano genocida y psicópata no tienen atenuantes en el derecho. Y éste es la conquista más preciosa de la sociedad para regular las relaciones humanas, y lo será para proteger a los animales y a la Naturaleza.
El hipócrita, gastado e inadmisible pretexto de salvar vidas con que pretende justificar las torturas que ordenó, carece de cualquier valor en términos de dignidad y derechos humanos, pese a lo que piensen o prediquen los sórdidos halcones, reconocidos criminales en decadencia.
Cada vez están más desacreditados, a medida que los ciudadanos ingenuos se enteran de lo viles que son esos políticos y esos multimillonarios que les han hecho creer que eran honorables y especialmente dotados para gobernar y representar a los demás.
Inclusive, creen tener derechos sobre las vidas ajenas, de modo que pueden matar a su arbitrio e impunemente cada que lo deseen y por cualquier razón o sin ninguna.
La Humanidad sabe de sobra que son unos degenerados inescrupulosos capaces de cualquier crimen, no sólo por necesidad o vulgar ambición sino por un placer perverso que quieren presentar como gran virtud y muestra de prudencia y sensatez, incomprensible para los simples del pueblo, sumidos en la ignorancia gracias a la gestión de sus “representantes”.
Pretenden convencernos de que sus crímenes, tan burdos y atroces, son medidas preventivas y disuasivas, necesariamente radicales, que, dada su extrema delicadeza y superioridad moral, les duele tomar debido a su formación y sensibilidad cristianas (Jesús es el Dios del Amor), pero cuya responsabilidad personal sería sagrada, de modo que los obligaría a sacrificarse por cumplir con su penoso deber homicida y saqueador.
Consideran sus vilezas como medidas imprescindibles para el bien común aunque las víctimas no las entendamos. Pero los creyentes saben que la recompensa por tan singular sacrificio es lo que se conoce como el Infierno. Por eso son tan grandes. No temen condenarse para salvarnos.
¡Dios los bendiga! Pero que no deje de cobrarles sus canalladas y nos dé a nosotros la oportunidad de ayudarle a hacer justicia en la medida de nuestras capacidades humanas.
Es lo que les va a tocar a los egipcios con su verdugo, empalagado con el poder durante tres décadas durante las cuales se negó a escuchar a su pueblo dizque por defender la democracia.
¡Qué bandido tan ejemplar! Su suerte debe ser la de todos los que se le parecen y que hoy están aterrados porque se les llegó la hora de pagar.
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