Ayer decidí pasar del saludo de paz y cordialidad hacia mis hermanos católicos por la celebración y Romería hacia Cartago en honor a la Virgen de los Angeles (Patrona de Costa Rica) y realizar yo misma la caminata hasta el santuario.
Necesitaba saber si podía hacer la diferencia y demostrar que existimos muchos musulmanes conscientes que en vez de quemar puentes, preferimos construirlos.
Salí desde la capital San José y tardé 6 horas en realizar el trayecto de unos 20 km.
Nadie me ofendió, maltrató ni realizó mal gesto alguno durante la travesía, ¡todo lo contrario!
A lo largo del camino las personas me obsequiaron agua, refrescos, algunos dulces, café y el famoso "cofal" para masajes en los músculos.
Al llegar al centro de la ciudad, un espectacular juego de pólvora nos recibió. Para tratar de acercarme y realizar mis oraciones correspondientes en un lugar algo despejado, varias personas me ayudaron a bajar gradas ya tomada de la mano puesto que enfriarme de repente me dificultaba continuar.
Tanto durante el trayecto como al llegar, pude externar mi mensaje de paz, solidaridad y respeto a los católicos.
Usé un hijab que mi hijo trajo de Francia en honor a todas las víctimas de las atrocidades cometidas por extremistas que utilizando nuestro fe sólo desean saciar sus más bajos instintos y perversiones.
Pedí perdón a la gente por los crímenes que cometen musulmanes fanáticos en cualquier lugar del mundo; la gente me abrazó y besó de la manera más cordial.
Hoy, con músculos adoloridos pero el corazón alegre, le agradezco a Dios la oportunidad de iluminarme de tal manera para caminar hasta allá y poder externar lo que pensamos tantos musulmanes pero que por lo general no tenemos manera de demostrar de manera fehaciente.
Me maravilló el extremo orden, limpieza y piedad que logré constatar a lo largo del camino.
Le pedí a algunos musulmanes conocidos que me acompañaran, sin embargo, se les paró el pelo y pensaron que resultaba absurdo, negativo y "haram" realizar dicho recorrido porque además según ellos: "los musulmanes no tenemos que pedir perdón por nada".
Yo pido perdón por no haberlo hecho mucho antes.
Necesitaba saber si podía hacer la diferencia y demostrar que existimos muchos musulmanes conscientes que en vez de quemar puentes, preferimos construirlos.
Salí desde la capital San José y tardé 6 horas en realizar el trayecto de unos 20 km.
Nadie me ofendió, maltrató ni realizó mal gesto alguno durante la travesía, ¡todo lo contrario!
A lo largo del camino las personas me obsequiaron agua, refrescos, algunos dulces, café y el famoso "cofal" para masajes en los músculos.
Al llegar al centro de la ciudad, un espectacular juego de pólvora nos recibió. Para tratar de acercarme y realizar mis oraciones correspondientes en un lugar algo despejado, varias personas me ayudaron a bajar gradas ya tomada de la mano puesto que enfriarme de repente me dificultaba continuar.
Tanto durante el trayecto como al llegar, pude externar mi mensaje de paz, solidaridad y respeto a los católicos.
Usé un hijab que mi hijo trajo de Francia en honor a todas las víctimas de las atrocidades cometidas por extremistas que utilizando nuestro fe sólo desean saciar sus más bajos instintos y perversiones.
Pedí perdón a la gente por los crímenes que cometen musulmanes fanáticos en cualquier lugar del mundo; la gente me abrazó y besó de la manera más cordial.
Hoy, con músculos adoloridos pero el corazón alegre, le agradezco a Dios la oportunidad de iluminarme de tal manera para caminar hasta allá y poder externar lo que pensamos tantos musulmanes pero que por lo general no tenemos manera de demostrar de manera fehaciente.
Me maravilló el extremo orden, limpieza y piedad que logré constatar a lo largo del camino.
Le pedí a algunos musulmanes conocidos que me acompañaran, sin embargo, se les paró el pelo y pensaron que resultaba absurdo, negativo y "haram" realizar dicho recorrido porque además según ellos: "los musulmanes no tenemos que pedir perdón por nada".
Yo pido perdón por no haberlo hecho mucho antes.
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