Hace unos cuantos años me dirigía tranquilamente hacia la parada del autobús en el hospital viejo de Alajuela a eso de las 8 pm cuando escuché que alguien venía corriendo tras de mí.
Imaginé que era una persona que se apresuraba a tomar un autobús cuando solamente sentí que el tipo de manera violenta me levantó la falda hasta arriba.
Ante mi grito de terror, el hombre continuó corriendo y se perdió por la urbanización Montealegre.
Ése incidente, así como muchos otros anteriores, incidieron para que al aceptar el Islam como mi fe y estilo de vida; adoptara vestimenta sobria y comenzara a usar el velo, lo cual según yo, me iba a mantener resguardada y protegida de abusos y psicópatas.
Para nada!
Usando el velo y tapada de pies a cabeza, también fui víctima de acoso sexual y pretensiones de tocarme tanto en autobuses como en cualquier vía pública.
No, no es que descubrí el agua tibia, simplemente corroboré el hecho de que a un agresor nada lo va a detener cuando quiere atacar.
A los varones por ejemplo, los puedes ver mostrando todo el "equipaje" cuando usan sus uniformes para practicar ciclismo y que yo sepa, ninguna mujer se les lanza a tocarles la maleta porque el tipo "andaba mostrando de más" sin dejar nada a la imaginación.
Luego como musulmana descubrí otro fenómeno más interesante y peor aún debido a que se forman bandos en pro y en contra del uso del velo; en donde algunas de las que usan el velo se creen más piadosas que las que no lo llevan y las que no lo usan critican a las que sí sosteniendo que "el hábito no hace al monje".
Por eso, después de tantos dimes y diretes, decidí vestir simplemente como me da la gana: a veces uso el velo, otras no; de repente me da por ponerme un escote que muestre mi generoso busto y del cual me siento orgullosa u otro día voy envuelta como un puro.
Esto genera confusión entre la gente que está acostumbrada a vivir de apariencias y está por lo general reprimida sexualmente creyendo que una mujer como yo no tiene definida su personalidad cuando resulta todo lo contrario: sabemos que como buenas camaleonas podemos cambiar de piel cuantas veces queramos sin dejar de ser lo que somos, nuestra naturaleza se fundamenta en que es libre y soberana más allá de estereotipos y prejuicios.
Imaginé que era una persona que se apresuraba a tomar un autobús cuando solamente sentí que el tipo de manera violenta me levantó la falda hasta arriba.
Ante mi grito de terror, el hombre continuó corriendo y se perdió por la urbanización Montealegre.
Ése incidente, así como muchos otros anteriores, incidieron para que al aceptar el Islam como mi fe y estilo de vida; adoptara vestimenta sobria y comenzara a usar el velo, lo cual según yo, me iba a mantener resguardada y protegida de abusos y psicópatas.
Para nada!
Usando el velo y tapada de pies a cabeza, también fui víctima de acoso sexual y pretensiones de tocarme tanto en autobuses como en cualquier vía pública.
No, no es que descubrí el agua tibia, simplemente corroboré el hecho de que a un agresor nada lo va a detener cuando quiere atacar.
A los varones por ejemplo, los puedes ver mostrando todo el "equipaje" cuando usan sus uniformes para practicar ciclismo y que yo sepa, ninguna mujer se les lanza a tocarles la maleta porque el tipo "andaba mostrando de más" sin dejar nada a la imaginación.
Luego como musulmana descubrí otro fenómeno más interesante y peor aún debido a que se forman bandos en pro y en contra del uso del velo; en donde algunas de las que usan el velo se creen más piadosas que las que no lo llevan y las que no lo usan critican a las que sí sosteniendo que "el hábito no hace al monje".
Por eso, después de tantos dimes y diretes, decidí vestir simplemente como me da la gana: a veces uso el velo, otras no; de repente me da por ponerme un escote que muestre mi generoso busto y del cual me siento orgullosa u otro día voy envuelta como un puro.
Esto genera confusión entre la gente que está acostumbrada a vivir de apariencias y está por lo general reprimida sexualmente creyendo que una mujer como yo no tiene definida su personalidad cuando resulta todo lo contrario: sabemos que como buenas camaleonas podemos cambiar de piel cuantas veces queramos sin dejar de ser lo que somos, nuestra naturaleza se fundamenta en que es libre y soberana más allá de estereotipos y prejuicios.