Se aproxima el sagrado mes de Ramadán y tal y como es costumbre, seremos testigos de cómo comenzaremos a salir de nuestros cómodos lugares, como una gran plaga, los millones de musulmanes que solamente por este mes nos acercamos a las mezquitas, luciendo trajes de gala, pintando nuestras casas y adornando pueblos y ciudades con farolitos, lunas y estrellas en la más aparente devoción.
Cada noche, después de romper el ayuno y llenar nuestros estómagos hasta el hartazgo, lloraremos emocionados al escuchar la recitación del sagrado Corán exhortándonos a ser mejores cada día.
Muchos imames y sheikhs, inmediatamente después de celebrar el salat atarahuí, regresarán a sus casas a golpear y gritar palabras soeces a sus esposas, muchas de las cuales, se encontrarán en estado de gestación, mientras que algunas directivas de mezquitas, las acusarán a ellas de ser las provocadoras de la furia del pilar de la comunidad y las echarán a la calle, pero solamente actuarán después de que termine el mes de ayuno, para poder cumplir tranquilamente con el cuarto pilar de nuestra fe.
Otros sheikhs, no enviarán el aporte económico para los hijos de sus divorcios, los obligarán a mendigar y vivir en la miseria, pero harán llorar de emoción a su público de cada viernes, cuando los escuchen ofreciendo su discurso durante el jumoa.
Una gran mayoría de piadosos musulmanes, continuaremos culpando y achacando de todos nuestros males, perversidades, omisiones y descaro a los judíos, a los sionistas y a los infieles por venir a corrompernos a nosotros, víctimas inocentes y justas con los que no son como nosotros.
Destinaremos la caridad obligatoria para ayudar a cualquier musulmán, aunque sea un degenerado, delincuente e irresponsable y seguiremos ignorando a los más pobres de entre los pobres que tengamos más cerca, aunque sean las mejores personas sobre este planeta, ya que al ostentar el indigno título de káfires corremos el grave peligro de que nos contaminen con sus innovaciones y extrañas maneras de adorar a Dios, aunque las mismas puedan ser mejores que las nuestras.
Las mejores musulmanas, llenarán y compartirán en las redes sociales miles de fotografías de los festines, recetas y manjares que preparán durante el sagrado mes, olvidando cómo muchas personas pasan todo el año ayunando a la fuerza, violando de nuevo el mandato de evitar la ostentación para no herir los sentimientos ni la susceptibilidad de los que menos tienen.
Los árabes, palestinos y cualquier musulmán adinerado que haya emigrado a tierras extrañas, criticaremos a los sucios, ignorantes y pecadores cristianos de países subdesarrollados, en donde nos hemos arraigado, humildes personas a quienes esclavizamos y pagamos salarios de hambre para aumentar nuestras fortunas, entonces, solamente después de ello, daremos llenos de júbilo el 2.5% de las ganancias obtenidas en casinos, ventas de carne de cerdo y licores.
Otros, los más afortunados, tendrán hasta cuatro esposas a las que puedan mantener para jactarse ante la comunidad de su elevado estatus social y su potencia masculina, en vez de ayudarle a algún buen hermano pero de escasos recursos económicos para que al menos pueda tener una sola y crear un mundo más justo y equitativo. Algunos más les propondrán a sus esposas que realicen una especie de relación cooperativa en las que ellas sean las que los mantengan a ellos para superar así el ejemplo y devoción de las esposas del profeta.
Muchas musulmanas seguiremos sosteniendo que el hijab es nuestra vida y lo convertiremos en un fetiche, algunas continuaremos asegurando que el niqab y la burka es la ropa más cómoda para no ser molestadas y que preferimos morir antes que quitarlo, algunas otras afirmaremos inclusive, que podemos dejar a nuestra familia morir de hambre tranquilamente y esperar el Paraíso alegremente, con tal de no desempeñar funciones en las que haya que mezclarse con varones extraños a nuestra familia. Luego en casa, tendremos sexo virtual con cualquier musulmán que nos proponga matrimonio, porque, no podemos negarnos a realizar los deberes que como esposas musulmanas tenemos que cumplir y mucho menos arriesgarnos a abandonar a alguien que nos chantajea con publicar las fotografías y videos eróticos grabados en horas de intenso amor incondicional.
La mayoría de nosotros, seguiremos afirmando que somos la mejor comunidad sobre el planeta y estaremos rebosantes de alegría al obsequiar las sobras del cus cus y del humus a algún harapiento. Nos olvidaremos de nuevo que mientras haya una sola persona con hambre o en condición de injusticia en el mundo, nos hemos convertido en lo que tanto criticábamos, en lo que más odiamos, en payasos indiferentes.
Catalogaremos cualquier tipo de música como pecado, sea o no de adoración, prohibiremos las fotografías, el avance de la tecnología y las ciencias alegando que son costumbres ajenas a nuestra fe aunque Allah nos haya insistido en buscar el conocimiento y la moderación.
Alargaremos la lista de acciones que nos sacan del Islam, buscaremos a hermanos musulmanes de bajos recursos económicos o sin títulos universitarios para que traduzcan libros y textos, luego, les pagaremos salarios inferiores al mínimo y las obras aparecerán que fueron traducidas por nosotros, llevándonos todos los créditos, mientras que los verdaderos traductores se sentirán en deuda eterna con personas tan honestas y piadosas como nosotros, que pensamos en darle un trabajo digno a gente que no tiene posibilidad de triunfar por sí misma. Pasaremos largas horas ofreciendo charlas de motivación sacando y repitiendo frases del sagrado Corán, explicando lo que es el verdadero Islam y ¡cobraremos por ello!
Usaremos la mano izquierda para lavarnos cuando vamos al baño, negándonos a usar papel higiénico, comeremos con la mano derecha y lameremos nuestros tres dedos para no usar cucharas o tenedores, evitando así imitar a los incrédulos, pero usaremos todo nuestro cuerpo para utilizar los medios de comunicación inventados por ellos, lo descalificaremos todo y olvidaremos que Allah nos sentenció que el Islam vino para facilitar las cosas y no para complicarlas.
Bañaremos de oro, piedras preciosas, mármoles y plata extraídos por medio de trabajadores esclavos musulmanes todas nuestras mezquitas, las fabricaremos tan grandes que nunca se verán llenas, nunca serán suficientes.
Convertiremos en hoteles nuestras mezquitas, solamente cuando el huésped sea algún adinerado árabe, para que al aportar una generosa donación, nos permita ampliar las instalaciones y a los indigentes les negaremos la entrada porque es prohibido dañar las alfombras con algún tipo de suciedad.
Insistiremos en que las oraciones del día viernes deben ser llevadas a cabo solamente en idioma árabe aunque nadie lo entienda porque el país en el que vivimos habla otro idioma y ¡nos haremos entonces millonarios cobrando por enseñar el bendito idioma en el que Allah nos obsequió Su Revelación! Seguiremos burlándonos, descalificando y menospreciando a cualquiera que no practique nuestra fe, pero diremos que los fanáticos son ellos.
Los hombres que memorizaron el sagrado Corán, se abstendrán de complacer a sus esposas mientras tienen relaciones sexuales, para evitar así el terror que implica ensuciarse la misma boca con las que recitan el Corán completo, negándoles el derecho de que ellas conozcan el verdadero placer sexual, pero viajarán a países en los que se liberarán pagando por prostitutas, consumiendo pornografía y regodeándose con la zoofilia.
Muchos de ellos, se convertirán al Islam con la idea de sexo desenfrenado con 4 mujeres al mismo tiempo o con la obsesión de romper hímenes de jovencitas sin estrenar, mujeres a las que podrán moldear a su imagen y semejanza.
Los varones más religiosos usarán la recitación del sagrado Corán y los hadices de nuestro amado profeta, como arma de seducción masiva para atrapar a las nuevas e incautas musulmanas que deslumbradas por el recuerdo de los cuentos de Las Mil y Una Noches o la Telenovela El Clon, esperan encontrar a un guapísimo jeque árabe que la llene de joyas, oro y muchísimo amor.
Nos casaremos sin conocer a nuestros prometidos por temor a fornicar y a tener algún encuentro indebido, lo cual nos hará caer en matrimonios con parejas psicópatas y agresoras y muchas de nosotras, moriremos felices porque pensamos que así lo quiso Allah.
Esconderemos los relatos del profeta en los que nos recalcó que le hiciéramos caso solamente en asuntos de fe porque en los demás aspectos de la vida era un humano como cualquier otro y por lo tanto, estaba sujeto a error.
Llegaremos a decir que toda la creación fue hecha única y exclusivamente esperando la llegada de Muhámmad, lo pondremos siempre en el primer lugar en el que él nos advirtió que no le colocáramos nunca.
Evitaremos a toda costa ocupar puestos políticos por mera desidia y evitar cualquier tipo de responsabilidad, pero luego nos quejaremos de las leyes que nos imponen alegando injusticia total de quienes nos gobiernan.
Inventaremos la pena de muerte para nuevos crímenes, tales como la homosexualidad, no rezar o apostatar a pesar de que en el Corán no están castigados de esa manera.
Nos adjudicaremos el honor y derecho para juzgar y condenar severamente a los que no pequen como nosotros.
La comunidad islámica que asegura tener como líder y califa al Mahdi, lo mantendrá en los mejores hoteles del mundo, limusinas y gran cantidad de guardaespaldas, le pedirá a sus miembros realizar grandes esfuerzos económicos más altos que el porcentaje para el zakat por amor a Allah y a la religión, para mantenerle su lujosísimo estilo de vida, los sacrificios en nombre de la fe serán única y exclusivamente para los fieles de menor rango.
Alejaremos a los mejores y más sensatos elementos que han acogido nuestra fe, cuando logren comprobar aterrados, que el Islam se encuentra en decadencia y en la era del peor de los oscurantismos.
Y así continuaremos manipulando las escrituras a nuestro antojo, orgullosos de cómo profesamos nuestra fe.
Que Allah nos ilumine para evitar que el Islam siga convirtiéndose en el mejor caldo de cultivo para psicópatas, fanáticos y enfermos mentales.
¡Feliz Ramadán a todos los musulmanes que al igual que yo, somos solamente sepulcros blanqueados!
Musulmanes de Costa Rica invita cordialmente a toda la comunidad costarricense y en general a participar, compartir y conocer sobre El Islam. Atrévete a hacer en este blog tus propios comentarios, consultas y aportes para que ello nos ayude a enriquecer nuestro sencillo conocimiento. Cualquier error es nuestro, los aciertos son de Allah. "Atestiguo que no hay más divinidad que Allah y Muhammad es su mensajero"
Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:
«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».
Lo transmitió Muslim.
Teléfono: 005068493-6876
¿Qué piensas del Islam?
jueves, 26 de junio de 2014
martes, 4 de marzo de 2014
Musulmana? -Por supuesto. Sumisa? -Solo a Dios.
Hace trece años, tomé una decisión que cambió mi vida para siempre: leí el sagrado Corán por completo.
Inmediatamente después de leer el sagrado Corán, leí la biografía del profeta escogido por Dios para enviar Su Mensaje a la humanidad, Muhámmad (que la paz y bendiciones de Dios sean con él). Lloré y reí con su ejemplo de vida. Quedé fascinada con la sabiduría, fortaleza y debilidad que como hombre nos mostró sin temor a ser catalogado como débil por mostrar misericordia con mujeres, niños, ancianos o incluso con sus más acérrimos enemigos; temor y sufrimiento con las injusticias o su gran capacidad de estratega en los diferentes conflictos bélicos a los que fue obligado a participar por defender a los suyos.
Luego procedí a leer varios libros con muchos de los relatos (hadices) del profeta Muhámmad, en los cuales despeja dudas, enciende luces con respecto a las dudas que presentaban los creyentes ante diversas situaciones de la época y nos muestra principalmente su modo de vivir.
Decidí por mí misma, sin coacción alguna, que el Islam (sumisión a Dios) sería de ahí en adelante mi fe y estilo de vida.
Confieso que pequé de ingenua al entrar en una fe basada directamente en La Revelación, suponiendo que el resto de los musulmanes lo vivían de la misma manera.
He conocido de todo, desde gente muy buena, hasta lo peor de lo peor entre mis hermanos.
Algunos de los mejores, se quitan el bocado que estén comiendo o las prendas que llevan puestas para obsequiarlas generosamente y sin esperar recompensa o agradecimiento alguno hacia los más necesitados. Otros son capaces de defender hasta con su propia vida a cualquiera que se encuentre en peligro, sea musulmán o no. También he sido testigo de los que lloran con el dolor ajeno, respetan a sus padres e hijos y se olvidan de sí mismos con tal de agradar a nuestro Dios, los más pacíficos y sumisos de todos.
En nuestra comunidad islámica también encontramos fácilmente a los depredadores y psicópatas sexuales que se mimetizan entre los mejores musulmanes, andan a la caza de sus próximas o nuevas víctimas (sobre todo recién conversos), vestidos con un falso traje de religiosidad exagerada y ostentosa para dar rienda suelta a sus más bajos instintos, sobre todo sexuales; encontramos por doquier a los mal llamados "sabios" que manipulan las sagradas escrituras pagados por diferentes intereses políticos para agredir de cualquier manera a los más débiles o sostener sus régimenes dictatoriales dentro del status quo que han impuesto para evitar que la población llegue a sublevarse.
Sin embargo, y gracias a Dios por ello, me he encontrado y casi sin querer o buscarlo, con una parte de los musulmanes que no cree a pie juntillas en todo lo que los sabios, sheikhs y auto-proclamados líderes nos hacen pensar que es lo correcto.
Tal vez no sean muchos, pero crean una gran diferencia por lo cual fácilmente son tachados como desviados, creadores de fitnah (división) y hasta incrédulos.
Entre los más atacados se encuentran los defensores de los derechos de la mujer, esas que son golpeadas día con día y a toda hora, quemadas con ácido o acusadas de adulterio cuando han sido víctimas de violación por no contar con testigos suficientes que hagan valer su palabra. Los que denuncian la pederastia, el abuso sexual o las condenas a muerte fortuitas, así como juicios sumarios que se desarrollan sin el mínimo de requerimientos estipulados en la Sharia (ley islámica). ¿Y qué decir de las nuevas condenas como por ejemplo la pena capital por practicar el lesbianismo, la sexualidad o simplemente no rezar?
Después de haber experimentado en carne propia el abuso físico, psicológico, sexual y patrimonial por parte de este tipo de vividores de la fe, comprendí que la única manera de salvar nuestra religión es dejar de lado el estereotipo de que el musulmán debe ser "sumiso" y "guardar las faltas del otro" (una clara manipulación de los relatos del profeta para evitar que la víctima se defienda o denuncie), ya que ello crea una degeneración que solamente afecta a los más vulnerables. Decidí entonces que mi sumisión es única y exclusivamente a Dios, porque el Mensaje de Dios es claro, sin interferencias, ni complicaciones, mientras que la interpretación que le dan las personas están como todo lo humano, sujetos a error.
Por eso me convertí en una de ellos, en esos parias que logran hacer que los fanáticos, prepotentes y sabelotodos monten en cólera instantáneamente, con un aliciente y condimento extra: ser mujer.
Tal parece que ser mujer es ya un pecado y descalificación instantánea para emitir opiniones, estudiar o pedir igualdad de condiciones en un mundo gobernado por una sociedad machista y patriarcal.
Ser considerada creadora de división y el hazmerreír de los verdaderos innovadores del Islam (puesto que el profeta Muhámmad jamás maltrató o menospreció a nadie) lo siento más que una sentencia, un gran orgullo y responsabilidad.
Aunque no seamos muchos, espero que sigamos creciendo y que realicemos un cambio, el cambio, del cual espero que salgamos todos victoriosos y beneficiados, si Dios quiere.
"Allah no perdona que se le asocie nada, pero fuera de ello perdona a quien Le place".
Sagrado Corán 4:48.
Rashida Jenny Torres
Musulmana Costarricense
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