Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:

«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».

Lo transmitió Muslim.

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sábado, 3 de diciembre de 2016

Los hombres-huracán que atacan territorios femeninos.



De la misma manera en que le sucede a cualquier mujer que sea víctima de la epidemia de violencia doméstica que asola a la humanidad entera y de manera especial a nuestro país, todas han sufrido los embates devastadores de huracanes humanos, los cuales se forman a lo largo de la vida y por temporadas de manera cíclica.
Aunque en la mayor parte de las ocasiones los observan llegar,  como inician igual que una tormenta o depresión tropical, no esperan que sus embates les ataquen de manera directa tal como sucedió con el huracán Otto, de triste recuerdo en nuestras tierras, el cual, dejó una estela de destrucción y desolación a su paso.
Tanto el IMN (Instituto Metereológico Nacional), como la CNE (Comisión Nacional de Emergencias) y Cruz Roja entre otros, advertían de la posibilidad de que Otto embistiera de manera directa nuestro territorio nacional.
Algunas personas tomaron las previsiones del caso y buscaron de manera anticipada refugio, albergue o compraron los suministros materiales que ayudan a paliar una emergencia de este tipo.
Otras por el contrario, ante la ausencia de lluvias cerca de sus lugares, se quedaron esperando campantes a que el huracán, tal como ha sucedido de manera previa con los demás, pasaran sin pena ni gloria.
Obviamente a quienes tomaron precauciones, la fuerza de la naturaleza les ayudó a afrontar el poder destructivo de un monstruo de gigantes dimensiones, los otros, tomados por sorpresa se encuentran aun en shock y no han logrado levantarse de entre los escombros que dejó a su paso Otto.
Las mujeres sobrevivientes a la agresión doméstica, enfrentan día con día este tipo de huracanes en forma de personas depredadoras que siempre están al acecho para reconocer y atacar a sus víctimas.
Los agresores tienen un talento especial para reconocer a las personas vulnerables y siempre están dispuestos a atacar, esto los excita y enciende, necesitan demostrarse que tienen el ¨poder¨ y por lo tanto deben ejercerlo.
Es por eso, que todas las mujeres, independientemente de si han sufrido ya violencia doméstica o no, deben estar atentas ante todas las señales de alerta que tanto el instinto como familiares y amigos, les ofrecen.
El depredador o agresor, comienza sus ataques con ¨lluvias débiles¨ que no muestran peligro alguno, lluvias que de manera leve van acostumbrando al suelo a captar la humedad que se va acumulando, la cual comienza a falsear los terrenos de manera imperceptible.
En algunos lugares se pueden formar lagunas, en otros comienzan a caer de manera esporádica árboles y algunos derrumbes.
El hombre-huracán comienza a tomar fuerza y la lluvia (agresiones, gritos y golpes) arrecian de manera torrencial. Es en este punto en donde las previsiones que la mujer haya tomado logrará evitar que los daños sean mínimos o por el contrario, causen estragos.
Como toda fuerza en la naturaleza, tiene sus altibajos y el hombre-huracán tiene un ojo en el cual todo se encuentra en completa paz, con sol y sin vientos ni lluvias huracanadas, ésos, son los momentos en los que ellos se disculpan, piden perdón, ofrecen obsequios y realizan promesas de no agresión que nunca cumplirán, todo lo contrario. En cuanto el ojo del huracán se mueve, la fuerza devastadora del huracán arrasará con todo lo que quedó en pie ante los primeros embates.
La víctima queda, al igual que las tierras en Upala: sucias por el fango que su agresor arrojó sobre ellas, ríos de lágrimas que se rebalsan y no tienen hacia dónde converger, su bella vegetación desolada, irreconocible a propios y extraños.
Pero ¡hay que levantarse! Las mujeres, al igual que los pueblos de la zona norte de nuestro país, deben comenzar a fijar prioridades y ejecutarlas: lavar sus caras del fango de la vergüenza, maquillar sus rostros con coloridos tonos que les recuerden que están vivas, recoger de acuerdo a los recursos que tenga a mano o que manos amigas les ofrezcan.
¿Vergüenza? ¡Jamás!
De la misma manera en la que el territorio de Costa Rica no provocó a Otto de manera alguna para que se ensañara con suelo tico, ninguna mujer puede saber a simple vista cuánto le puede afectar un agresor, lo que sí puede y debe hacer para su propia protección y la de los suyos es, protegerse y estar preparada para los hombres-huracán quienes, pueden aparecer en el momento menos pensado, de diferentes formas y en cualquier ámbito de sus vidas.
¡Levántate amiga! ¡No estás sola! El tico es solidario y sensible por naturaleza y es por eso que si abres y cierras las puertas necesarias, encontrarás a muchas otras que vivieron lo mismo aunque otras más, tal como sucedió con las víctimas fatales de Otto en Upala, no vivieron para contarlo. Ahora que estás viva, no queda de otra:
¡Levántate y anda!

Rashida Jenny Torres
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Musulmana costarricense.

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