Oí al Mensajero de Dios -la paz y las bendiciones de Dios sean con él-, diciendo:

«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».

Lo transmitió Muslim.

Teléfono: 005068493-6876

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¿Qué piensas del Islam?


sábado, 26 de febrero de 2011

Revoluciones pacíficas.

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Jon Juanma
Rebelión



Durante estos agitados días no dejamos de oír en prensa, televisión e internet sobre las revoluciones en el Norte de África y Oriente Próximo. Y una de las características que la mayoría de los medios destacan sobre éstas es el componente pacífico de las mismas.

Además del pacifismo de las revueltas, una y otra vez, los medios de comunicación masivos nos transmiten otros aspectos de esa matriz de opinión en la que las revoluciones del siglo XXI aparecen impulsadas por medios como Facebook, Twitter u otras redes sociales mediante el valeroso empeño de líderes periféricos de clase media occidentalizados (léase modernos/buenos). Hombres y mujeres que luchan por lo que tenemos aquí (“democracias” por si no caía en la cuenta) contra malvados y “tercermundistas” déspotas. Además, en este relato posmodernista los obreros (léase sucios/molestos/feos) aparecen poco menos que como monos de comparsa, miembros de un conjunto protoarcaico, periférico, anecdótico, casi imposible y en todo caso obsoleto, llamado “clase trabajadora”. Un ingrediente caduco que se empeña en permanecer en la nevera de nuestros días para disgusto de la “progresía” posmodernista. Así que, en definitiva, tenemos revoluciones “limpias” con gente joven derrocando malvados dictadores (que anteayer no lo eran para el “mundo libre”) a través de métodos pacíficos. Visto así, ya casi podríamos visualizar el próximo anuncio de Coca-Cola donde esculturales jóvenes árabes occidentalizados cantarían en una manifestación tipo videoclip de Santana bañados por las burbujas del conocido refresco mientras la voz en off dice en perfecto y seductor árabe: “Rompe con el pasado y saborea tu libertad”. Pero desde una perspectiva crítica, deberíamos preguntarnos si estas revoluciones son verdaderamente pacíficas, y si lo son: ¿Para quién?

Repasemos los datos que tenemos hasta el día en que escribo estas líneas: más de 345 muertos en Egipto1, 219 muertos en Túnez2, 5 muertos en Marruecos3, 300 muertos en Costa de Marfil4, 12 muertos en Yemén5, 7 muertos en Bahrein6, y de 46 a 62 muertos en Libia según otorguemos mayor credibilidad a Aministía Internacional o Human Right Watch7. Además en otros países como Arabia Saudí, Irán, Argelia, Djibouti o Kuwait, también se están dando fuertes protestas y manifestaciones pero aquí las cifras de víctimas no acaban de ser del todo fiables dado el oscurantismo informativo que existe en muchos de esos regímenes, si bien todo parece indicar, lamentablemente, que lo más probable es que se estén produciendo. Y por supuesto dentro de todo este “paraíso pacifista” hablamos “sólo” de víctimas mortales. Deberíamos añadir los miles de heridos, detenidos y/o torturados8. Entonces al final, ¿tenemos revoluciones pacíficas o violentas?9

Allá por 1848 los jóvenes Marx y Engels ya lo tenían muy claro. En el Manifiesto escribían que las revoluciones serían violentas, sin ninguna duda. Y no porque los amigos comunistas fueran unos sanguinarios deseosos de colgar empresarios y aristócratas de la copa de un pino (el propio Engels era empresario), sino porque sencillamente entendían que la mayoría de los miembros de las clases dirigentes, los propietarios de los medios de producción, no se dispondrían pacíficamente a devolver con una sonrisa en sus rostros todo aquello que robaron al pueblo tras años de explotación y latrocinio. Robo forjado al amparo de sus leyes derivadas de la propiedad privada y el predominio en el control de las fuerzas coercitivas (Ejército, Polícia, etc). Y todo esto simplemente porque las élites de las clases poseedoras, a diferencia de la mayoría de los miembros del pueblo, sí tienen conciencia de clase todo el tiempo. No una vez cada muchos años como el pueblo. Se lo crea usted o no, realizan una lucha de clases todos y cada uno de los días de su existencia para garantizar y aun ampliar su poder en el sistema-mundo en que vivimos. Lo hacen desde las empresas, los juzgados, los parlamentos, las universidades, la televisión, la publicidad, los libros, el cine, etc. Y si en los tiempos de “paz” les da igual condenar a la muerte a millones de personas en el mundo por hambre10 o guerra, ¿de verdad cree que dudarían en pegarle un tiro en la cabeza si usted formara parte de una de esas “turbas” que pusieran en peligro sus intereses?

Nosotros les importamos menos que nada, y sinceramente considero que ésta es una de las primeras lecciones políticas que deberíamos aprender si queremos actuar seriamente en pro de la emancipación del ser humano. Más allá del seductor contoneo de las sacrosantas banderas nacionales ondeadas bajo la partitura de la alienación colectiva y la danza de los payasos célebres (llamense Alonso, Messi, Shakira o Maldonado), ésta es la primera lección que deberíamos aprender: ellos no creen que usted sea parte de su grupo, ergo ellos no creen en las banderas que muchos de los de abajo besan y ondean reproduciendo una falsa aunque anhelada unidad. Estas telas pintadas ocultan las vergüenzas de una sociedad enfrentada entre los dueños del capital y los esclavos asalariados a duras penas propietarios de sus cuerpos. Humanidad escindida entre los que disfrutan de la mayor parte del producto del trabajo social y aquellos que, para poder si quiera aspirar a tener un techo sobre el que cobijarse o alimentos que echarse a la boca, deben vender la mayor parte del tiempo de su vidas a los expropiadores.

Y esta infección del pensamiento burgués, del poder dominante, sobre las llamadas “revoluciones pacíficas” arriba con la resaca de la marea postcolonial hasta las fronteras de un país, donde se supone, hay un ejecutivo gobernado por socialistas, como se reconocen (así mismas) las propias autoridades venezolanas. Allí, sorprendentemente, se viene repitiendo una y otra vez que la revolución que acontece en esas tierras es “pacífica”, haciéndole el juego al pensamiento de derecha. ¿“Pacífica” de qué? ¿Pese a haber sido asesinados cientos de luchadores sociales como sindicalistas, abogados, líderes indígenas y populares?11 Desde luego que la “revolución” ha sido pacífica para la oligarquía venezolana, para los De Abreu, Macedo, Mendoza, Cisneros y compañía. Prueba de ello es que muchos de los que organizaron el golpe de estado en 2002 contra el gobierno de Chávez fueron absueltos de muchos delitos con un Decreto de Amnistía que el mismo Chávez promulgó el 31 de diciembre de 2007 para esos “demócratas de derecha” a pesar del consiguiente escarnio entre las bases revolucionarias. Sin duda, hay que reconocer que la mayoría de esos oligarcas siguen en sus mansiones y con su dinero en los bancos, de un modo harto “pacífico”. Extraña revolución aquella que no es capaz de, por dejadez o falta de convicción, cuando no por cierta connivencia, impedir que a los miembros más combativos del pueblo se les asesine y en cambio, sí garantiza la seguridad jurídica a la élite explotadora. Extraño camino al socialismo, extraña “revolución” la caribeña...

Extraño pacifismo en todo caso el de todas estas revoluciones. Parece que, al margen de los discursos y la ampulosa retórica, unas muertes cuentan más que otras. Así los 365 asesinados del pueblo egipcio no merecen que se le quite el epíteto de “pacífica” a su principio de revolución, quizás sea porque los violentos de siempre fueron “respetados” y sus amigos de allende los mares también (con sus multimillonarios contratos empresariales). Tengan por seguro que si las cosas se profundizan y el pueblo egipcio consigue forzar a sus gobernantes que renegocien o nacionalicen algún sector de la economía egipcia en manos de multinacionales foráneas, la prensa “libre” occidental comenzará a repetir como una papagaya que la revolución en Egipto se tornó “violenta”.

No me malinterprete el lector, con este artículo no quiero que crean que abogo por cortarles el cuello a los explotadores o proclamar el culto a la violencia en las revoluciones. Si lo hiciéramos, nos convertiríamos en parte de ellos, ensuciaríamos nuestros sujetos humano-políticos desviándonos del objetivo emancipador y dificultaríamos el ánimo prosocialista de las masas. Más bien lo que sugiero es que las cárceles, abarrotadas de no pocas víctimas sistémicas, sean oxigenadas reduciendo la densidad de presos por m2 con unos pocos hijos de sus madres que actualmente siguen viviendo “pacíficamente” de la explotación y la violencia generalizada. Auténticos criminales que sortean la justicia a golpe de talonario, desde cámaras legislativas y tribunales. Además, por supuesto, tendríamos que reingresar toda su fortuna a las arcas públicas y declarar inoperativas todas sus cuentas extranjeras (en paraísos fiscales y bancos del norte). Porque ya está bien de que se les permita que “pacíficamente” nos vayan matando a todos, millones a millones, de miles a centenas, de centenas a decenas, uno a uno. De muerte lenta o súbita. Ya basta.

Nosotros sí queremos la paz, ellos nunca la quisieron. Lo que para nosotros es nuestro más excelso sueño, para ellos sólo significa el final de su permanente orgía genocida de cuerpos asalariados sacrificados a cambio de plusvalía. La violencia es su medio y su único remedio; la paz nuestra meta, fuerza y fortaleza. Nuestra bandera siempre ha sido la blanca y debemos garantizar que lo siga siendo hasta el último momento, hasta que no exista otra posibilidad para nuestra supervivencia que teñirla de rojo. Pero la suya es la de la violencia, siempre lo ha sido y siempre lo será mientras existan los explotadores. Dos no bailan si uno no quiere.

En tiempos de paz y en tiempos de guerra permanecerá la violencia mientras se produzca explotación (estructural, individual, colectiva, etc.), sólo que en las revoluciones, si verdaderamente lo son, la violencia también se vuelve como un boomerang contra los violentos sistémicos de siempre. Por eso no hay nada que les aterre más que una revolución, sinónimo de la posibilidad que tienen, muy de vez en cuando, de encontrar una horma a su zapato.

Cuando sus medios de comunicación dicen “revoluciones pacíficas” los explotadores anhelan que el pueblo continúe poniendo los cuerpos para contar muertos, explotados, castrados y desempleados. Le prometen reformas, medallas y días “nacionales” en los calendarios de la derrota. Nos aseguran encenderán velas, cantarán himnos a “los mártires de la patria” y todos seguiremos juntos, enmomiados en telas multicolores pintadas por las manos de los esclavos, mientras no dejamos de bailar el vals de los condenados al ritmo que marcan las razones del Mercado.

Ante las revoluciones, las élites de aquí y de allá nos pedirán por favor, asustados ante el poder inigualable del pueblo unido, que nos dejemos “razonablemente” persuadir para seguir siendo explotados y asesinados en el más pútrido de los silencios, entre la farsa de unas democracias que no lo son y las “razones de Estado”. Rompamos ese enmudecimiento de la dignidad. Hay demasiada sangre derramada, demasiados sacrificios, como para no hacerlo.

Nosotros queremos la paz y ellos la guerra, no queda otra, no lo elegimos: libremos la última batalla en nombre de la paz.

Empecemos llamando a las cosas por su nombre.

Es el principio del camino al Socialismo.

* Jon Juanma es el seudónimo de Jon E. Illescas Martínez.

Blog: http://jonjuanma.blogspot.com/

Exposición de parte de su obra plástica: http://jon-juanma.artelista.com/

Artículo finalizado el 23 de febrero de 2011


Notas:

1. Ver: http://www.abc.es/20110216/internacional/abci-muertos-revuelta-egipto-201102161659.html

2. Ver: http://prensalibre.com/internacionales/Revuelta-Tunez-muertos-heridos-ONU_0_419358187.html

3. Ver: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/21/internacional/1298288117.html

4. Ver: http://www.europapress.es/internacional/noticia-menos-tres-muertos-choques-fuerzas-gbagbo-pro-outtara-20110221080243.html

5. Ver: http://www.europapress.es/internacional/noticia-sale-no-conseguiran-objetivos-anarquia-asesinatos-20110221133510.html

6. Ver: http://noticias.terra.com.pe/internacional/medio-oriente/muere-en-bahrein-un-manifestante-chiita-herido-en-las-protestas-opositor,023cf6ce3084e210VgnVCM4000009bf154d0RCRD.html

7. Ver: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122804 ó http://www.abc.es/videos-actualidad-internacional/20110222/gadafi-esta-dispuesto-morir-799564343001.html .

8. Nótese además que las cifras anteriormente expuestas de asesinados suelen ser conservadoras y dependientes de los Ministerios de Interior de turno.

9. Aquí tenemos un vídeo donde, para continuar con nuestra exposición, se ve lo “pacifica” que está siendo la revolución egipcia: . Extraño pacifismo este reguero de sangre: http://www.youtube.com/watch?v=rt3OW_8AtOs (duras imágenes).

10. Según el Banco Mundial se espera que debido a la especulación con los precios de los alimentos, desde junio de 2010, o sea, hace poco más de medio año se hayan sumado 44 millones de personas a las filas de la extrema pobreza en el sistema-mundo: http://www.bancomundial.org/temas/preciosalimentos/alerta-sobre-precios-2011.htm .

11. Líderes estudiantiles como el merideño Yuban Ortega ( http://www.aporrea.org/ddhh/a77179.html ), trabajadores como Pedro Suárez y José Marcano, de la empresa multinacional Mitshubisi muertos por la policía del Estado de Anzoátegui ( http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:3G8BnKQV4J4J:www.militante.org/node/678+asesinados+en+la+revoluci%C3%B3n+venezolana&cd=1&hl=en&ct=clnk&gl=es&source=www.google.es ), dirigentes sindicales como Richard Gallardo, Luís Hernández y Carlos Requena ( http://www.aporrea.org/ddhh/a67832.html ) o los más de 200 campesinos asesinados como reconoció el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora ( http://laclase.info/movimiento-campesino/campesinos-asesinados-en-venezuela-desde-el-2001 y http://www.nodo50.org/tortuga/Campesinos-son-asesinados-por ). Esto sólo por poner algunos de los cientos de casos (puede que lleguen a los mil) reportados por organizaciones de base, en su mayoría de ideología de izquierdas y progobierno. Las autoridades públicas (no pocas “chavistas”) se muestran incapaces de capturar a los asesinos, cuando no se vislumbran como altamente sospechosas, en algunos casos, de ser conniventes con los intereses que fueron a consolidar los ejecutores. Como prueba decir que el FNCEZ citado anteriormente decía que de 214 campesinos asesinados en 2009 sólo había 7 personas detenidas, lo que nos da una idea con la impunidad con la que operan. Esta impunidad judicial hace que muchas veces se haga perentoria la autodefensa del pueblo por parte de grupos revolucionarios no adscritos a las órdenes de los mandamases del PSUV como el MRT en Caracas y otras ciudades. También es de destacar el caso del líder yupka Sabino Romero que permanece en la cárcel con pruebas muy dudosas, seguramente por su defensa de los derechos de su pueblo contra los terratenientes. Y por supuesto, imposible olvidarnos del caso del abogado ecologista e izquierdista Danilo Anderson que murió en un atentado de coche bomba cuando estaba investigando a los autores y asesinos que estuvieron a favor del golpe de estado derechista de 2002 en Venezuela ( http://es.wikipedia.org/wiki/Danilo_Anderson ).


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123019&titular=revoluciones-pac%EDficas-

La caída en desgracia de Gadafi.

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La peor consecuencia posible de la crisis libia sería que EEUU encontrara una forma de intervenir


Glen Ford
Black Agenda Report


Traducido para Rebelion por Mariola y Jesús María García Pedrajas


Muammar Gadafi fue una vez la pesadilla de Occidente, pero en la última década había buscado un “apaño” con el imperialismo. Desde el 11 de septiembre, “Gadafi ha parecido más preocupado por el fundamentalismo islámico…que por las maquinaciones europeas y estadounidenses.” Los servicios secretos de EEUU puede que hayan actuado o no contra Gadafi, pero con toda seguridad aprovecharán cualquier oportunidad.

“Gadafi claramente había alcanzado un acuerdo con EEUU y los hombres ricos de Europa.”

Muammar Gadafi saltó a la escena mundial cuando él y otros jóvenes oficiales echaron a patadas a un rey llamado Idris, quien le había cobrado a las corporaciones extranjeras los precios más bajos a nivel mundial por succionar la riqueza petrolera del país. Eso fue en 1969. Cuando tuve mi encuentro con Gadafi, 40 años más tarde, a finales de octubre de 2009, aún se llamaba a sí mismo un socialista y jurado enemigo del capitalismo, e impulsaba su Libro Verde como una guía universal a la justicia social. Pero Gadafi claramente había alcanzado un acuerdo con EEUU y los hombres ricos de Europa. Tipos de las corporaciones, blancos y asiáticos, se veían por todas partes en Trípoli, la capital, la cual se encontraba rebosante hasta los topes con proyectos de construcción llevados a cabo por extranjeros para corporaciones extranjeras. Libia y sus seis millones de habitantes se habían vuelto un “destino” de las corporaciones con todas las de la ley, y las fuerzas armadas de Gadafi estaban en colaboración constante con las fuerzas de choque de la maquina de guerra imperialista de EEUU. Gadafi podía decirles a sus visitantes en su enorme tienda de campaña personal en el campamento militar en la ciudad que seguía dedicado a la destrucción del “capitalismo,” pero Washington, Londres y París no parecían muy preocupados.

Desde el 11 de septiembre, Gadafi ha parecido más preocupado por los fundamentalistas islámicos como los de la vecina Argelia cuya supresión costó 200.000 vidas que con las maquinaciones estadounidenses y europeas. Ha coordinado maniobras militares con los estadounidenses en la región del Sahel en África del Norte, y trabajado estrechamente con la CIA para descubrir elementos del tipo de Al Qaeda. En 2008, Condoleezza Rice estuvo en Trípoli. “Estoy deseando escuchar la visión mundial del líder,” declaró. Gadafi ya había declarado su amor por la mujer a la que llamó “Leeza,” su “querida afroamericana” quien, dijo, “se reclina y le da órdenes a los líderes árabes.”

“La peor consecuencia posible de la crisis libia sería que EEUU encontrara una manera de intervenir.”

En 2009, el año que visité Libia con una delegación encabezada por la antigua congresista y candidata presidencial del Partido Verde Cynthia McKinney, Gadafi acababa de firmar un acuerdo “histórico” sobre cooperación militar y diplomática. El Comando para África de EEUU, AFRICOM, y Libia se comprometieron a trabajar juntos en temas de mantenimiento de la paz, seguridad marítima, contraterrorismo y seguridad y estabilidad africana.

Sin embargo, allí estaba Gadafi en televisión el martes, sin parecerse en nada al más bien sereno hombre mayor que me había encontrado en la gran tienda de campaña hacía 16 meses, bramando que estaba siendo asaltado por una combinación de EEUU y militantes islámicos. En ese sentido sus palabras sonaban mucho como las últimas declaraciones públicas del antiguo presidente egipcio Hosni Mubarak, antes de fuera sacado a empujones de escena. Gadafi menospreció a sus oponentes tachándolos de ignorantes ingratos que no sabían nada de las glorias del país, o se trataba de personas que simplemente estaban bajo los efectos de alucinógenos. Su hijo, Seif el Islam Gadafi, había amenazado previamente a los libios con la guerra civil. Ambos, padre e hijo parecían fuera de la realidad, fuera de control y obsoletos. Lo que significa que el pueblo libio está en peligro.

Pero no hay mayor peligro para la independencia y soberanía de la gente que el imperialismo de EEUU, que no tiene ningún respeto por los derechos de nadie. La peor consecuencia posible de la crisis libia sería que EEUU encontrara una forma de intervenir. Nada que Washington haga puede beneficiar de ninguna manera al pueblo libio, que debe resolver sus propios problemas.

Fuente: http://www.blackagendareport.com/content/khadafi-outs


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123145

Lo de Bahrein.

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Juan Gelman
Página 12



Pasa algo desapercibida en los medios la situación imperante en este reino de 33 islas, 1,2 millón de habitantes y menos de 700 kilómetros cuadrados. No para la Casa Blanca: Bahrein tiene petróleo y está ubicado en un punto estratégico del superestratégico Golfo Pérsico. En el 2002 fue designado “un aliado no miembro de la OTAN muy importante”, en marzo del 2008 se convirtió en el primer país árabe que comandó maniobras navales conjuntas con EE.UU., en diciembre del 2008 envió a Afganistán una compañía de sus fuerzas especiales de seguridad y es calificado “líder del Consejo Coordinador del Golfo”, según cables de la embajada estadounidense en Manama filtrados por Wikileaks (www.washingtonpost.com, 22-2-11). Tiene buenas notas en las libretas del Pentágono.

Hace 40 años que el primer ministro Khalifa bin Salman al Khalifa, con las bendiciones de su tío, el rey, ejerce un poder despótico sobre el país. La familia Al Khalifa es otra de las autocracias que cuentan con el apoyo de EE.UU. en la región. El lunes 14 de febrero fue el “Día de la Furia” local contra un régimen que practica la marginalización, el sectarismo y la represión indiscriminada. La manifestación era pacífica, pero la policía disparó con fuego real. Hubo muertos y heridos, y miles ocuparon la plaza central de Manama. En la madrugada del jueves, mientras dormían, fueron atacados con bastones, gas lacrimógeno y pistolas: cinco muertos y más de 2000 heridos (www.asiatimes.com, 20-2-11). No todos pudieron acudir al Hospital Salmaniya: la policía impidió el paso de las ambulancias, sacó a los paramédicos de los vehículos y los golpeó brutalmente.

Es un ejercicio conocido en Bahrein. El año pasado fueron detenidos 450 líderes religiosos, figuras de la oposición y activistas de los derechos humanos que demandaban el fin de las torturas infligidas a los presos políticos: la mitad fue acusada de intentar un golpe de Estado y 25 personas, de “relacionarse con organizaciones extranjeras y proporcionarles información falsa sobre el reino”. Denunciaron que los torturaron antes de someterlos a juicio y los examinaron médicos del gobierno que concluyeron que las heridas, cortes, quemaduras y huellas de fuertes golpes en los cuerpos de los detenidos no eran el resultado de la tortura. Bahrein tiene un sistema médico avanzado, pero ni un solo médico que reconozca esas trazas.

Sólo unos 530.000 habitantes son nacionales y un 70 por ciento de éstos, chiítas, pero la dinastía reinante desde hace dos siglos es sunnita. Esto da pie a una discriminación espesa: los primeros constituyen el 80 por ciento de la fuerza de trabajo, pero ninguno de ellos labora en la administración pública. Más de dos tercios de los mil agentes del aparato de seguridad nacional son de origen jordano, egipcio, paquistaní y el resto, sobre todo sunnitas. Es jordano el “maestro” en materia de torturas. En el informe mundial de Human Rights Watch presentado este año se reitera que continúan los tormentos infligidos a opositores políticos y la violación de niños en cárceles y puestos policiales (www.hrw.org, 24111). Pero el Pentágono instaló dos baterías antimisiles en Bahrein, un radar costero, aviones de combate en la base Isa y 2500 marines en Manana. No es cuestión de despreciar: Irán está cerca.

La Casa Blanca sigue con preocupación y en particular la situación en Bahrein. Con los ejemplos de Túnez y Egipto a la vista, el presidente Obama, la secretaria de Estado, Hillary Clinton; el jefe del Pentágono, Robert Gates; y el asesor de seguridad nacional Thomas Donildon llamaron incesantemente al rey y a otros miembros de la familia real –también a dirigentes de los países del Golfo– para instarlos a no reprimir y a negociar con la oposición algunas reformas políticas (www.washingtonpost.com, 19-2-11). Washington teme que el peso numérico de los tan excluidos chiítas dé cobijo a aventuras de al Qaida y al parecer no comprende algo muy sencillo: la mejor vacuna contra el terrorismo no es la intervención militar, sino la democratización de estos países.

Algo hay que reconocerle, sin embargo: su largo sostén a dictadores árabes de todo pelaje ha contribuido a sembrar las semillas de protestas populares espontáneas, no organizadas por partido alguno y laicas, que demandan trabajo, un alto a la pobreza, mejoras sociales y democracia. La familia real construyó una farsa en este campo: los diputados surgen de elecciones –controladas–, pero el Consejo Shura o Senado puede rechazar cualquier ley aprobada por la Cámara baja. Y no hay sorpresas: el rey elige a los miembros del Shura.

Los manifestantes cantaban en la plaza “Ni chiítas ni sunnitas, sólo bahreinitas”. Esta suerte de nuevo panarabismo rechaza las guerras de religión entre connacionales.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-162957-2011-02-24.html

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123169

Educación para la ciudadanía: qué es el fanatismo y la intolerancia?



¿Qué es un “hombre de principios”? No faltarían respuestas que le situarían en una nube dorada, ajena a la existencia terrena, donde «los principios» parecen ser un frecuente estorbo para alcanzar los objetivos que «se llevan» en esta época nuestra. Parece incluso que los que triunfan son precisamente los hombres «sin principios», al menos «sin demasiados principios»; en términos más crudos: «sin demasiados escrúpulos»

Ahora bien, ¿qué significa triunfar? ¿Dónde está, dónde se encuentra, cómo se encuentra el triunfo? ¿Vale la pena «triunfar», en el sentido dominante del término? ¿Qué sentido tiene, para qué sirve, qué vale en el fondo eso «que se lleva»…?

Detengámonos un momento en analizar lo que queremos decir cuando hablamos de «un hombre de principios», que es también aspiración de no pocos. Si nos fijamos bien, advertiremos que todo hombre de principios se caracteriza par ser un hombre de fines y de consecuencias prácticas. Prácticas, no válidas únicamente en alguna dorada nube o lejana época, sino en este mundo que pisamos hoy y todos los días.

EL hombre de principios conoce unas ciertas verdades (esto siempre es hacedero) y se comporta no sólo coherentemente con ellas, sino inspirado en ellas. Y las consecuencias que saca no son consecuencias cualesquiera , sino consecuencias últimas. Si se comienza con un principio y se sacan algunas conclusiones, pero se queda uno a la mitad del discurso de la razón, no se es hombre de principios.

EL hombre de principios no se detiene: dos más dos cuatro, cuatro más dos seis. Entonces no dice: ¡basta!, ya no me interesa seguir, ya no me importa que seis más dos sean ocho, es más, no me gusta que sean ocho, no quiero que sean ocho, decido que no sean ocho, me interesa que sean siete y medio… Esto no es un hombre de principios.

Si se pretende ser hombre de principios no hay más remedio que llegar a las últimas consecuencias de los mismos. Es más, se trata de estar, en la medida de lo posible, constantemente, sacando consecuencias cada vez más últimas.

Claro es que hay un momento en que uno puede darse cuenta que la última consecuencia de todo está prácticamente al principio de todo, es decir, en el Principio Absoluto, por otro nombre Dios. «En el principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios»: así comienza el prólogo del Evangelio de San Juan. No es de maravillar. O. mejor dicho, es como para no salir del asombro: Dios es el Principio y el Fin; Alfa y Omega; la primera y la última palabra.

El paradigma del hombre de principios es el que llega a esta última consecuencia, quizá incluso antes de llegar a muchas conclusiones intermedias, porque, en realidad, cualquier conclusión intermedia, lleva inmediatamente a la conclusión última: Dios. Y. entonces, una vez hemos llegado al final, tomamos de la luz que ahí se encuentra, y se ilumina todo, hasta el comienzo de todo. Los orígenes (plurales) conducen todos al Origen (singular).

Hombre de principios es hombre que pondera y piensa; que piensa en los principios, que no los pierde de vista a lo largo de todo su discurrir y actuar. Lo que es, es; lo que no es, no es. Al pan, pan; al vino, vino. La nada no es; de la nada, nada puede venir. Si algo viene, no viene de la nada, viene de algo que ya es…

El hombre de principios, razona a partir de ellos, los pondera, da vueltas en torno a ellos, saca consecuencias, incluso lo que hace, todo lo que hace, lo comienza por el principio. Tiene razones para hacerlas y hacerlas a su manera. Se entiende, razones de peso, cuando los asuntos lo son también.

Los principios del hombre de principios están fundados en la realidad de las cosas. Si no fuera así sus principios serían equivocados y no podría llegar a las últimas consecuencias, y si acertara en su actuación sería por casualidad. Jean Paul Sartre, par ejemplo, era en cierta medida -aunque no podía serlo más que en cierta medida- un hombre de principios. Sus principios eran: 1) yo soy libre; 2) nada debe estorbar mi libertad; 3) Dios es un estorbo para mi libertad. Y sacaba una consecuencia lógica, pero tremendamente falsa: «luego, Dios no existe». Veía un conflicto entre su libertad y la de Dios. Uno de sus principios era falso. Pero llegó a una consecuencia bastante última: el hombre está condenado a ser libre; la libertad (más que una perfección) era una condena, el hombre una pasión inútil y el niño un ser vomitado al mundo…

Si de un pequeño error en el principio, al final resulta un error enorme, ¿cómo va a ser el final de un principio enormemente falso?

QUE LOS PRINCIPIOS SEAN RAZONABLES

Un hombre que tiene como principio de su argumentación matemática que «uno más uno son tres y medio», puede llegar a pensar que «dos y dos son cuatro», pero esto difícilmente sucederá y si sucede será como por ensalmo. Se trata, si se quiere, de ser hombre de principios, pero de principios razonables y ciertos.

Hay un principio razonable y cierto: se debe ser justo y no injusto, es decir, hay que dar a cada uno lo que es suyo (lo que le pertenece par derecho propio). Luego tengo que dar lo suyo al panadero, al fontanero, al taxista, al jefe, al súbdito, a los padres, a los hijos, a los hermanos, al Estado, a la sociedad, a la empresa, a la Iglesia, a los pobres, a los ricos, y, ante todo, a Dios. A César lo que es de César, pero ante todo, a Dios lo que es de Dios.

Hombre de principios es el que es y obra de modo racional, coherente; que sabe distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo. Procura hacer el bien y evitar el mal sin excepciones. Sin justificar acciones quizá ventajosas en cierto y fuerte sentido, pero contrarias a los principios verdaderos.

Para ello atiende a su propia conciencia, se pone la mano al pecho y mira con frecuencia su conducta para descubrir errores, que también es descubrir verdades, hasta alcanzar verdades cada vez más radicales.

RADICAL Y RADICALISMO

Al margen del léxico histórico político, aunque seguramente por influencia de éste, «radical» es un término que se utiliza con alguna frecuencia de modo peyorativo, para tachar a algunos que supuestamente se pasan a extremos indebidos hasta el punto de atropellar derechos y libertades ajenas de una manera violenta o irrazonable. A veces se confunde «radical» con «fanático», lo cual es del todo injusto. El fanático es el que partiendo quizá de un principio incuestionable o no, se ha pasado de rosca y se juzga con la misión de exterminar a quienes no piensen como el. «Fanático» viene de «fan», que significa algo así como iluminado (fanal, farol), pero de tal manera que está dispuesto a imponer su luz por todos los medios y a cualquier precio. Y al presunto ciego, en vez de respetarle, le elimina.

Pero la palabra «radical» viene de «raíz» y apunta a esos extremos de las plantas desde donde obtienen las sustancias nutricias indispensables para su desarrollo armónico. En este sentido, radical es aquél que va a las raíces de las cosas, de los sucesos, de su propio ser y del de los diversos aconteceres. En la raíz es donde se encuentran los principios de la existencia. En la raíz es donde se descubre sobre todo a Dios, donde hunde sus raíces todo cuanto existe. El pensamiento radical es pues el pensamiento más profundo, más serio y también el más gozoso, porque es la radical superación de cualquier tipo de nihilismo, de indeferentismo, de aburrimiento, de pasotismo, etcetera.

HACIA LA RAÍZ MÁS HONDA

Es cierto que el pensador radical -que llega hasta las raíces de las cosas- puede caer en el vicio del fanatismo, porque al obtener un conocimiento mucho más objetivo y verdadero de lo que son (las cosas), puede entrarle, con el orgullo, el afán de imponer su descubrimiento por alguna especie de fuerza distinta a la de la misma verdad. Pero en rigor, el fanático, aunque tiene algo en común con el radical, se distingue muy bien de él, no por exceso, sino por defecto de radicalidad. El que llega a la raíz de las cosas, descubre con satisfacción al apóstol San Juan cuando, enseñado por Cristo e inspirado par el Espíritu Santo, escribe «Dios es amor». Aquí está la razón última de todo lo que acontece, incluso -por oposición- el pecado, el odio y todas las demás barbaridades que no proceden del amor, sino de la libertad de criaturas que se han deformado el intelecto y la voluntad, pero que existen porque el amor existe; existen como negación de lo que existe realmente. Es desde luego un misterio, pero está ahí, innegable.

El fanatismo es un error posible en hombres de principios. Pero acabamos de ver que el error estriba en un pensamiento de insuficiente radicalidad: no se ha atendido al más radical de los principios: «Dios es amor». Porque si me fijo en él, yo, por amor, debo defender ese principio como realmente absoluto y como el único realmente absoluto. Y pasar en seguida a las conclusiones más importantes: Dios crea por amor, Dios ama todas sus criaturas. Yo también debo amarlas, si soy un hombre de principios, si soy coherente con mi principio radical, yo tendré que invitar a todo el mundo a que descubra el gran primer principio de todo ser y que ha de serlo de todo obrar. No puedo «pasar» de largo sobre esas consecuencias.

Todo resulta relativo a ese principio absoluto. Por tanto, aunque yo esté, como es lógico, aferrado a mi primer gran principio -Dies es amor-, si veo que otros no le aman, si veo incluso que muchos le odian, no tengo derecho a odiarles, porque Dios no los odia, los ama con un misterioso e infinito dolor. Por tanto, el radicalismo cristiano no tiene nada que ver con el fanatismo, a no ser como herejía.

EL FANATISMO NO ES CONSECUENCIA DE LA RELIGIÓN

Es del todo injusto considerar el fanatismo como efecto de la religión. El fanatismo está en los hombres, no en la religión, mucho menos si se trata de la religión revelada por Dios en Jesucristo. Hay religiones que por tener menos verdad son más propicias al fanatismo. Y es preciso advertir que existe también -muy viva y operante- un fanatismo laicista, ateo o agnóstico militante, que no admite la manifestación de ese gran principio cristiano «Dios es Amor». No sólo lo niega; lo ridiculiza, le declara la guerra, margina a quienes lo sostienen, seguramente porque se imagina que es él quien ha llegado a la raíz del asunto; se imagina que la verdad, la felicidad, el bien común del universo se encuentra en la negación de los valores morales y religiosos. Es como una moral y una religión al revés, que prohibe por ejemplo la virginidad y la castidad, la obediencia, la comunicación desinteresada de bienes (comenzando por los espirituales), el heroísmo que los principios a veces imponen a sus conocedores.

No es raro detectar hoy una actitud intolerante hacia la religión, curiosamente en nombre de la tolerancia. Es una actitud basada en la promisa de que sólo es presentable en sociedad una religiosidad light, dispuesta a transigir en sus creencias. Si una persona mantiene convicciones religiosas profundamente arraigadas, el estereotipo afirma que será también sectaria, intolerante, fundamentalista, fanática; en suma, un riesgo para la convivencia. A título de curiosidad, cabe mencionar lo que resultó de un sondeo Gallup en Estados Unidos: el 83 por ciento de los norteamericanos dicen que sus creencias religiosas les exigen respetar a la gente de otras religiones. La firmeza en las convicciones religiosas, lejos de excluir el respeto a los demás, lo favorece (Cfr. Aceprensa 28 abril 1993 58/93).

Al radical del Amor le está vedado el fanatismo. Para el cristiano, el Amor con mayúscula es el valor absoluto, incondicional e intraicionable. Todo lo demás o es relativo a ese valor o participa de la absolutez de este principio Absoluto. Por eso, ante el mal sólo le cabe el dolor, la compasión, el perdón, la curación siempre que sea posible en el respeto a la persona y su libertad. El juicio es patrimonio exclusivo de Dios.

El materialismo en cambio, tiende al radicalismo contrario: la negación del Amor, es decir, tiende al egoísmo, que genera envidias, divisiones, impide el perdón o la disculpa… Es un radicalismo tanto más peligroso cuanto más se va radicalizando.

El cristiano cuanto más radical es, más beneficio produce a la sociedad, porque «el amor -la caridad- es -como dice San Pablo-, paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial… Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad». Por eso el Apóstol había escrito inmediatamente antes: «aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha» (Cf 1 Cor 13, 1 ss).

LA PARADOJA DEL ATEISMO

El ateo, cuanto más radical o consecuente es, más vivo ha de tener el sentimiento de absurdidad. Todo va pareciendo cada vez más absurdo, contradictorio, angustioso y nauseabundo. Se llega a odiarlo todo, sobre todo a Dios o a su idea, y a quienes hablan de él. Es lógico. Triste, pero lógico. No pasa siempre, pero pasa, sobre todo a los más reflexivos. Es lógico que desde principios ateos (nihilistas, al cabo) se piense en el bien en sí más que en el bien para mí. Puede ser, pero no es lógico. Es más lógico concluir como Sartre: «el infierno son los otros». Si no lo ve así, tiene suerte. No es un hombre de consecuencias últimas, por lo que difícilmente puede ser un hombre de principios firmes. Lo lógico es que desde sus principios ateos, junto a una dosis inevitable de humanidad, nutra e incremente dosis cada vez más altas de inhumanidad. Siempre, por supuesto, cabe rectificar, volver al principio de los principios: algo debe haber razonable, existe alguna verdad absoluta, si no, no podría decir nada, no podría desde luego afirmar que la verdad no existe, porque entonces estaría diciendo que es verdad que no existe la verdad. Un galimatías. Luego la verdad existe y yo puedo conocer algo de ella. Hay algo a lo que aferrarme. Hay alga que existe indudablemente. Hay verdad y verdad absoluta.

Decía Ortega -no siempre consecuente con sus principios- que «formal o informalmente, el conocimiento es siempre contemplación de algo a través de un principio». En las ciencias, todos los datos de los problemas se refieren a principios explicativos; en filosofía se va aún más lejos, pues se remontan a los principios últimos, que son también los primeros principios, de los que se exige que den «radicalmente» (hasta la más oculta y profunda raíz) razón de lo que se investiga. «Todo filósofo es, pues, par vocación, un hombre de principios», dice Alain Guy. De ahí que la sociedad tenga tanta necesidad de filósofos, en el sentido auténtico del término (no en el estrafalario o disolvente); filósofo significa hombre que está enamorado de la verdad y la abraza y la difunde; y va sacando cada vez nuevas verdades y nunca acaba.

EL COLMO DE LA INTOLERANCIA: EN EL SIGLO XX

El cardenal Giacomo Biffi, arzobispo de Bolonia (Italia), desmontaba, recientemente, en el diario Avvenire (Milán), el tópico del nexo entre religión e intolerancia, en una entrevista firmada par Umberto Folena:

-Algunos afirman que la intolerancia es el destino de quien pretende poseer una verdad absoluta. Por verdad absoluta entienden la religión, y en concreto la católica.

-La realidad histórica es que la intolerancia, que llega hasta el asesinato en masa de inocentes, entra en el acontecer humano con el triunfo político de la razón separada de la fe, con el triunfo del «librepensamiento». El principio de que es lícito suprimir categorías enteras de personas por el solo hecho de ser consideradas obstáculos objetivos para la imposición de una ideología, fue aplicado por primera vez en la historia en 1793, con la incansable actividad de la guillotina y con el genocidio de La Vendee.

Los frutos más amargos de esta semilla se han producido en el siglo XX, el siglo más sangriento que se conoce, con la masacre de los campesinos rusos par parte de los bolcheviques, con la solución final del problema hebreo par los nazis, con las matanzas de camboyanos llevadas a cabo por los comunistas, etc.

-En la cultura dominante, la duda está bien vista, mientras que las certezas se miran con sospecha…

-En realidad, lo que se mira con sospecha no son las certezas, sino las certezas de los demás. Todos tienen certezas y no las discuten porque están demasiado ocupados en acusar a los demás de dogmatismo. Es interesante observar, a este propósito, que el desprecio de las certezas de los demás se da sólo sobre cuestiones morales o religiosas: ninguno de los que acatan la duda se dejaría operar por un cirujano que no estuviera seguro de su competencia , ni subiría en un avión de una compañía aérea que manifestase incertidumbres sobre la seguridad del vuelo.

-¿No es cierto, entonces, que la seguridad en la fe sea, de hecho, causa de intolerancia?

-Causa de intolerancia, en el sentido de incapacidad de apreciar los valores allí donde se encuentran, es la cerrazón mental que no hace distinciones: la encontramos tanto en espíritus incrédulos como en espíritus religiosos. A Santo Tomás de Aquino le gustaba repetir: «Toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo». Bastaría esta frase, que no tiene reciprocidad en la llamada mentalidad tolerante, para comprender hasta qué punto puede ser abierto un creyente, incluso un creyente medieval.

http://educacionparalaciudadania.wordpress.com/2008/02/16/educacion-para-la-ciudadania-que-es-el-fanatismo-y-la-intolerancia/

El choque de civilizaciones, el fin de la historia, la islamofobia y otros conceptos estúpidos están enterrados

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La gente en Medio Oriente y el Norte de África quiere derechos sociales, y democracia política y social


Pepe Escobar
Asia Times Online


Traducido al inglés para Rebelión por Germán Leyens



Un fantasma recorre el Golfo Pérsico: la democracia.

Este martes, por lo menos el 20% de la población de Barein se congregó en la rotonda Lulu (Perla) en Manama en la mayor manifestación contra la monarquía feudal íntimamente relacionada con la gran revuelta árabe de 2011. Toda una muestra representativa de la sociedad bareiní –maestros, abogados, ingenieros, sus esposas e hijos– se desplegó en una amplia columna ininterrumpida de rojo y blanco, los colores de la bandera nacional.

Este miércoles, hubo motivos para creer que la revuelta llegaba finalmente al santo grial, es decir la Casa de Saud, cuando 100 jóvenes aparecieron en las calles de Hafar al-Batin, en el noreste de Arabia Saudí, pidiendo el fin de la monarquía feudal empapada en petróleo. Lo extraordinario es que haya sucedido mientras el “custodio de las dos mezquitas sagradas” el rey saudí Abdullah, de 85 años, volvía a casa tres meses después de su operación en EE.UU. y su convalecencia en Marruecos –en medio de masiva propaganda del régimen, completada con toques orientalistas mientras hombres en túnicas blancas realizaban tradicionales danzas beduinas de la espada sobre alfombras especiales.

Para la Casa de Saud, la revuelta es la pesadilla máxima: como ya sabe todo el mundo, el ínfimo Barein de mayoría chií limita con las partes productoras de petróleo de Arabia Saudí, de gran mayoría chií. Por lo tanto no sorprende que el rey Abdullah apenas ha puesto el pie sobre sus alfombras ha realizdo una acción preventiva para aplastar toda posible actividad ansiosa de democracia mediante un programa de 35.000 millones de dólares que incluye un año de prestaciones de desempleo para jóvenes desocupados, agregados a un fondo de desarrollo nacional que ayuda a la gente a comprar casas, establecer negocios y casarse.

En teoría Arabia Saudí ha prometido por lo menos 400.000 millones de dólares hasta finales 2014 para mejorar la educación, la atención sanitaria y la infraestructura. El economista jefe del Banq Saudi Fransi, John Sfakianakis, lo describió con el eufemismo: “el rey trata de crear un mejor efecto de filtración de la riqueza en la forma de prestaciones sociales”.

Invariablemente los eufemismos terminan en la política; no hay ninguna señal de que el rey vaya a invertir en las aspiraciones políticas de sus súbditos –como los partidos políticos y sindicatos– y las protestas todavía están totalmente prohibidas. Y no hay evidencia de que se muestre inclinado a encarar los inmensos problemas sociales –desde la represión gubernamental a la intolerancia religiosa– que lo han obligado a anunciar esta multimillonaria estratagema del “filtrado”.

¿Y quién estuvo presente para saludar al rey Abdullah y discutir el código de la “crisis” para la Gran Revuelta Árabe de 2011? Correcto –su vecino el monarca feudal suní, el rey Hamad al-Khalifa de Barein.

Matándolos suavemente con nuestra canción

La narrativa urdida en el Disneyworld occidental de que el rey Hamad “favorece la reforma”, que se interesa por “el progreso de la democracia” y por “la preservación de la estabilidad”, fue totalmente desbaratada cuando su ejército mercenario disparó munición de guerra con cañones antiaéreos desde transportes de blindados de tropas contra manifestantes que llevaban flores, o helicópteros Bell estadounidenses que perseguían a la gente y le disparaban.

Un mensaje en Twitter de la periodista bareiní Amira al-Husseini lo resumió todo: “Amo Barein. Soy bareiní. Mi sangre es bareiní, y hoy vi cómo mi país moría en los ojos de sus hijos”.

La rebelión chií contra la dinastía al-Khalifa de más de 200 años, invasores procedentes del continente, por cierto, se ha estado desarrollando durante décadas, e incluye cientos de prisioneros políticos torturados en cuatro prisiones dentro y alrededor de Manama por “consejeros” jordanos y un régimen cuyo ejército está compuesto en su mayoría por soldados punjabíes y baluchis paquistaníes.

Tardó bastante, pero por fin un llamado telefónico estratégico desde Washington garantizó que los al-Khalifa por lo menos hicieran que la matanza fuera realizada con un poco más de sentido común.

El historial de cómo se ha adaptado la política exterior de EE.UU. ágilmente a la gran revuelta árabe de 2011 deja algunas lecciones. El presidente depuesto de Egipto Hosni Mubarak y el rey Hamad de Barein son “moderados” y ciertamente no “malévolos”; después de todo fueron y son, respectivamente, pilares de “estabilidad” en MENA (Medio Oriente-Norte de África).

Por otra parte Muamar Gadafi de Libia y Bashar al-Assad de Siria son verdaderamente malos, porque no se someten a los dictados de Washington. La escala moral que condiciona la reacción de EE.UU. está directamente determinada por el grado en el cual el dictador/monarca feudal en cuestión es un sátrapa estadounidense.

Esto explica la inmediata revulsión estadounidense (del Departamento de Estado, y recién este miércoles del propio presidente Barack Obama) ante el bombardeo de su propio pueblo por Gadafi, mientras los medios corporativos y numerosos analistas de los think tanks se apresuran a ver quién encuentra los adjetivos más estudiados para crucificar a este último. No hay nada mejor que denunciar a un dictador que no se ajusta al modelo de lacayo de Washington.

Mientras tanto, al otro lado de MENA, apenas hubo una mirada cuando el aparato represor de Hamad –importado en parte de Arabia Saudí– mató a sus propios ciudadanos en la rotonda Perla. Bueno, el terrorista rehabilitado Gadafi ha sido siempre un lunático, mientras a Barein se le aplica otro mantra: Barein es un “estrecho aliado” de EE.UU., “una nación pequeña pero valiosa desde el punto de vista estratégico”, base de la Quinta Flota, esencial para asegurar el flujo de petróleo por el Estrecho de Ormuz, un bastión contra Irán, etc.

En todo caso, incluso después de la masacre, Jeque Ali Salman, líder del mayor partido opositor chií al-Wefaq, así como Ebrahim Sharif, líder del partido secular Wa'ad, y Mohammed Mahfood de la Sociedad de Acción Islámica, han acordado reunirse con el príncipe heredero Salman bin Hamad al-Khalifa para un diálogo propuesto por la monarquía.

Husain Abdullah, director de Estadounidenses por la Democracia y los Derechos Humanos en Barein, no está convencido: “No estoy seguro de que la propia familia gobernante sea seria con respecto a algún diálogo serio porque cuando se mira la televisión de Barein, no se ve otra cosa que ataques sectarios contra los que permanecen en la plaza-rotonda Lulu”.

Según Abdullah, lo que sucede en realidad es que “cada vez más gente llama abiertamente a que se derribe el régimen, mediante medios pacíficos, y que Barein sea gobernado por el pueblo. Además, hay un llamado serio a la desobediencia civil total (no parcial, como es actualmente) en el país para obligar a la familia gobernante a abandonar el país tal como ocurrió en Túnez y Egipto”. No es sorprendente que la Casa de Saud esté asustada.

El levantamiento del 70% chií de Barein, más bastantes suníes –el mantra de la protesta es “ni chiíes, ni suníes, sólo bareiníes”– comenzó como un movimiento por los derechos civiles. Pero más vale que el príncipe heredero cumpla rápidamente, de otra manera se convertirá en una revolución hecha y derecha. Por el momento hay mucha retórica sobre “estabilidad”, “seguridad”, “cohesión nacional” y nada sobre una reforma electoral y constitucional seria.

Hay motivos para creer que Salman –siguiendo los consejos saudíes– pueda estar tratando de actuar como Mubarak y hacer promesas vagas para un futuro distante. Todos sabemos cómo terminó en la Plaza Tahrir.

Los manifestantes comenzaron a pedir un primer ministro elegido, una monarquía constitucional, y un fin a la discriminación contra los chiíes. Ahora Matar Ibrahim, uno de los 18 miembros chiíes el parlamento, dice que la brecha entre los manifestantes en la rotonda Perla y la oposición política oficial que habla con el príncipe heredero se ha convertido en un abismo. El máximo grito unificador en la rotonda Perla es “¡Abajo, abajo Khalifa!”

Miles de trabajadores en la inmensa planta de aluminio Alba ya se han asegurado de que un movimiento industrial y sindical muy poderoso respalde a los manifestantes de mayoría chií. El jefe del sindicato de Alba, Ali Bin Ali –suní– ya ha advertido de que podrían declararse en huelga en cualquier momento.

Queremos nuestros derechos sociales

Si tuviera lugar un cambio de régimen pacífico, democrático, en Barein, los mega-perdedores serían Arabia Saudí y EE.UU.

Barein es un caso clásico del imperio de bases de EE.UU. en colusión con una repugnante monarquía/dictadura feudal. Naturalmente el Estado Mayor Conjunto de EE.UU. prefiere el “orden y estabilidad” dictados por una dictadura, así como la antigua potencia colonial Gran Bretaña: las masacres de civiles en Barein –y Libia– han sido perepetradas por la academia militar Sandhurst y sistemas de British Aerospace.

El rey Hamad se graduó de la Escuela de Comando y Personal General del Ejército de EE.UU. en Fort Leavenworth, Kansas, y “tiene un papel dirigente en la dirección de la política de seguridad de Barein”, según un cable filtrado por WikiLeaks. Fue ministro de Defensa de 1971 a 1988 y es un gran entusiasta del armamento pesado estadounidense.

Por su parte el príncipe heredero “muy occidental en su actitud”, es graduado de una escuela del Departamento de Defensa en Barein y en la Universidad estadounidense de Washington. Traducción: dos vasallos con mentalidad del Pentágono están a cargo de hacer reformas democráticas en Barein.

El centro bancario internacional de Barein –con un producto interno bruto per cápita de un poco menos de 20.000 dólares– también está muy arriba, junto con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, en la escala de oligarquías acaudaladas basadas en el trabajo esclavo, el proverbial gran pool de trabajadores migrantes que suministra mano de obra barata”. Ha gastado una fortuna promocionándose como “Barein, amigo de los negocios”. La semana pasada sonó más bien como “Barein, amigo de las balas”.

La gran revuelta árabe de 2011, con razones específicas en cada país, definitivamente no tiene que ver con religión (como han afirmado Mubarak, Gadafi y Hamad), sino esencialmente con la inquietud de la clase trabajadora provocada por la crisis global del capitalismo.

El choque de civilizaciones, el fin de la historia, la islamofobia y otros conceptos están muertos y enterrados. La gente quiere sus derechos sociales y navegar por las aguas de la democracia política y la democracia social. En este sentido la calle árabe es ahora la vanguardia de todo el mundo. Si los al-Khalifa no lo comprenden, van a caer.

Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.



(Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MB25Ak01.html

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123162

Libia y el Cavaliere.

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WIKILEAKS SOBRE LAS RELACIONES DE ROMA Y TRIPOLI


Los norteamericanos seguían preocupados las buenas relaciones y el papel de “facilitador” de Berlusconi. El estilo de diplomacia directa del italiano, con bromas y complicidad.


Por Elena Llorente

Desde Roma


El diario opositor a Silvio Berlusconi, La Repubblica de Roma, y la revista semanal L’Espresso publicaron este viernes documentos provenientes de la embajada estadounidense en Italia obtenidos por Wikileaks y referidos a las relaciones complacientes entre el primer ministro italiano y los derrocados presidentes de Egipto y Túnez, y también con Muammar Khadafi. Los dos medios, que pertenecen a la misma editorial, compraron en exclusiva más de 4000 documentos a Wikileaks con los cables de la embajada de Estados Unidos en Roma de 2002 a 2010, y los están publicando periódicamente.

En general, el comentario de los estadounidenses es que Berlusconi cultiva sus relaciones con los “tiranos” del norte de Africa, en particular Hosni Mubarak de Egipto, Ben Alí de Túnez y Muammar Khadafi de Libia –dos de ellos derrocados recientemente y uno a punto de serlo–, pero a veces se mezclan los intereses personales.

Los documentos hacen referencia a un viaje de Berlusconi a Libia en 2002, en el que el primer ministro italiano destacó la “experiencia del dictador” y “las oportunidades que se creaban para los negocios”, dice un cable, dado que Italia tenía previsto aumentar la compra de petróleo y gas libios. Hasta ese momento, el 25 por ciento de los insumos energéticos de Italia provenían de aquel país. Hoy se habla de que el 25 por ciento del petróleo y el 10 del gas que llegan a Italia son libios.

En los cables también se destaca una pregunta del entonces embajador estadounidense en Roma a un representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia: “¿Pero es cierto que Berlusconi ofreció sus buenos oficios para actuar como mediador con Estados Unidos?”, preguntó el diplomático. “Se trata de puras invenciones periodísticas”, respondió el funcionario italiano.

Cuando Berlusconi viajó a Trípoli en 2002 fue recibido “calurosamente” por Khadafi. Era un cambio, ya que otro primer ministro italiano que viajó en 1999, Massimo D’Alema, del Partido Democrático (ex Partido Comunista), se vio obligado a visitar durante tres horas el Museo Nacional antes de que el líder libio se decidiera a recibirlo.

“Italia y Egipto comparten el mismo modo de pensar. Ambos países consideran que Libia ha ablandado su posición respecto de Occidente” gracias a los buenos oficios de Mubarak y de Berlusconi, dice otro cable.

Un dossier referido a la visita en 2004 de Mubarak a Roma, señala L’Espresso, destaca la costumbre de Berlusconi de bajar el tono cuando se trata de temas conflictivos, con tal de caerle simpático a su interlocutor. Prefiere las bromas, las frases divertidas, y deja que su canciller trate los temas escabrosos.

Entre una broma y otra el líder italiano cita la cuestión de la necesidad de libres elecciones, a lo que Mubarak responde que “Egipto como otros países árabes deben enfrentar una situación difícil en relación con la opinión pública. Llamar inmediatamente a elecciones serviría sólo para llevar al poder a un gobierno extremista”.

El peligro de un gobierno extremista fue el mismo pretexto que esgrimió Berlusconi cuando hace algunos días la oposición a su gobierno lo criticó por no condenar la violencia en Libia.

Sobre el derrocado presidente tunecino Ben Alí los cables hablan de un encuentro entre él y Berlusconi en la hollywoodiana residencia de Alí en Cartago en 2009. Se trató de una visita en la que Berlusconi contó chistes sobre Barack Obama y sobre el Papa y que fue “tan privada”, dicen los cables, que ninguno de los ministros de Exteriores fue informado de los detalles. En cambio, el primer ministro italiano estuvo acompañado de un consejero tunecino, Tarak Ben Ammar, su socio además en algunos negocios privados, como la propiedad compartida del 50 por ciento del canal televisivo árabe Nessma TV. “Según la prensa local, ambos mandatarios habrían firmado un acuerdo para producir energía en Túnez y llevarla a Italia a través de un cable submarino. Pero en realidad ese acuerdo fue firmado en 2003”, añade el cable. “Viejos amigos, nuevos negocios”, comenta la embajada.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-163092-2011-02-26.html

El terremoto del mundo árabe.

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LA SORPRESA DE UNA REVOLUCION QUE NO FUE ISLAMISTA


Serán todos musulmanes, pero no llevan la bandera del Islam, sino la de la democracia, del voto y los derechos civiles. El peligro es la “tutela” militar y el enorme poder de los sauditas, enemigos de todo esto.


Por Robert Fisk *


El terremoto en Medio Oriente de las últimas cinco semanas ha sido la experiencia más tumultuosa, terrible y aturdidora en la historia de la región desde la caída del Imperio Otomano. Por una vez, “shock y turbación” eran la descripción correcta. Los dóciles, supinos, impenitentemente serviles árabes dibujados por el orientalismo se transformaron en los luchadores por la libertad y la dignidad que nosotros, los occidentales, siempre presumimos que era nuestro único rol en el mundo. Uno después de otro, nuestros sátrapas están cayendo y la gente a la que le pagamos para que los controlara está haciendo su propia historia; nuestro derecho a meternos en sus vidas (que por supuesto continuaremos ejerciendo) disminuyó para siempre.

Las placas tectónicas siguen moviéndose, con resultados trágicos y hasta de humor negro. Son incontables los potentados árabes que siempre afirmaron que querían la democracia en Medio Oriente. El rey Bashar de Siria va a mejorar los salarios de los empleados públicos. El rey Bouteflika de Algeria de pronto abandonó el estado de emergencia del país. El rey Hamad de Bahrein abrió las puertas de sus prisiones. El rey Bashir de Sudán no se presentará como candidato a presidente otra vez. El rey Abdulla de Jordania está estudiando la idea de una monarquía constitucional. Y los Al Qaida están, bueno, más bien silenciosos.

Quién hubiera creído que el viejo en la cueva de pronto saldría, encandilado y enceguecido por la luz del sol de la libertad en lugar de la oscuridad maniquea a la que se han acostumbrado sus ojos. Hubo muchos mártires en el mundo musulmán, pero no hay una bandera islamista a la vista. Los hombres y mujeres jóvenes que están llevando a su fin este tormento de dictadores eran en su mayoría musulmanes, pero el espíritu humano era más grande que el deseo de morir. Son creyentes, sí, pero llegaron aquí primero, derrocando a Mubarak mientras los secuaces de Bin Laden todavía piden su derrocamiento en videos anticuados.

Pero ahora una advertencia. No se terminó. Estamos experimentando hoy esa sensación cálida, apenas húmeda, de antes de que comiencen los truenos y los relámpagos. La última película de terror de Khadafi todavía tiene que terminar, aun con esta terrible mezcla de farsa y sangre a la que estamos acostumbrados en Medio Oriente. Y su inminente caída pone la vil adulación de nuestros propios potentados en una perspectiva aún más afilada. Berlusconi –quien en muchos aspectos ya es una burla fantasmagórica de Khadafi mismo– y Sarkozy y Lord Blair de Isfahan están tomando un aspecto aún más venido a menos que lo que creíamos. Escribí en un momento que Blair y Straw habían olvidado el factor “sorpresa”, la realidad de que esta extraña luminaria libia está absolutamente loco y sin duda haría otro acto terrible para avergonzar a nuestros amos.

Todos le están diciendo a Egipto que siga el “modelo turco”, que parece involucrar un agradable cóctel de democracia e Islam cuidadosamente controlado. Pero si esto es verdad, el ejército de Egipto mantendrá un ojo no deseado y no democrático sobre su pueblo en las décadas por venir. Como abogado, Ali Ezzatyar señaló: “Los líderes militares de Egipto han hablado de amenazas a la ‘forma de vida egipcia’... en una no tan sutil referencia a las amenazas de la Hermandad Musulmana. Esto se puede ver como una página sacada de un libro de estrategia turco”. El ejército turco resultó un hacedor de reyes cuatro veces en la historia turca moderna. ¿Y quién si no el ejército egipcio, hacedor de Nasser, constructor de Sadat, se libró del general Mubarak cuando el juego terminó?

Y la democracia, la real sin restricciones, imperfecta pero brillante versión que nosotros en Occidente hemos cultivado tan tierna y correctamente, no va a crecer feliz en el mundo árabe con el pernicioso trato de Israel a los palestinos ni con su robo de tierras en Cisjordania. Ya no es más “la única democracia en Medio Oriente”, como Israel sostenía desesperadamente –en compañía de Arabia Saudita, por Dios–, y decía que era necesario mantener la tiranía de Mubarak. Presionó el botón de los Hermanos Musulmanes en Wa- shington y fortificó el habitual temor al lobby israelí para hacer descarrilar a Obama y a la Clinton nuevamente. Enfrentados con manifestantes pro democracia en las tierras de la opresión, volvieron a apoyar a los opresores hasta que fue demasiado tarde.

Sin embargo, en Bahrein tuve una experiencia deprimente. El rey Hamad y el príncipe heredero Salman anduvieron haciendo reverencias a su población, setenta por ciento chiíta, abriendo las puertas de las prisiones, prometiendo reformas constitucionales. De manera que le pregunté a un funcionario del gobierno en Manama si esto era realmente posible. ¿Por qué no tener un primer ministro elegido en lugar de un miembro de la familia real, los Khalifa? Chasqueó su lengua. “Imposible”, dijo. “El CCG nunca podría permitir esto.” Donde dice CCG –el Consejo de Cooperación del Golfo– léase Arabia Saudita. Y aquí, me temo, nuestra historia se oscurece.

Le prestamos muy poca atención a esa banda autocrática de príncipes ladrones; creemos que son arcaicos, iletrados en política moderna, ricos (sí, “más allá de los sueños de Creso”, etc.) y nos reímos cuando el rey Abdulá ofreció hacerse cargo de las deudas del régimen de Mubarak con Washington y nos reímos cuando el viejo rey les promete 36 mil millones a sus ciudadanos para que mantengan la boca cerrada. Pero éste no es un asunto de risa. La revuelta árabe que finalmente sacó a los otomanos del mundo árabe comenzó en los desiertos de Arabia, con los jefes tribales confiando en Lawrence, McMahon y el resto de nuestra banda. Y de Arabia vino el wahabismo, una poción profunda –con espuma blanca encima de lo negro– cuya espantosa simplicidad atraía a cada posible islamista y a suicidas en el mundo sunnita musulmán.

Los sauditas acogieron a Osama bin Laden y a Al Qaida y al talibán. No mencionemos que ellos proveyeron la mayoría de los atacantes suicidas del 11 de septiembre. Y los sauditas ahora creerán que son los únicos musulmanes todavía en armas contra un mundo que se ilumina. Tengo la infeliz sospecha de que el destino de esta festividad en la historia de Medio Oriente que se está desarrollando antes nosotros será decidida en el reino del petróleo, los lugares sagrados y la corrupción. Estén alertas.

Pero una nota más alegre. Estoy buscando las citas más memorables de la revolución árabe. Tuvimos “Vuelva señor presidente, estábamos haciendo un chiste” de un manifestante anti Mubarak. Y hemos tenido el discurso estilo Goebbels de Saif el Islam el Khadafi: “Olvídense del petróleo. Olvídense del gas, habrá una guerra civil”. Mi propia cita favorita, egoísta y personal llegó cuando mi viejo amigo Tom Friedman de The New York Times se reunió conmigo para un de- sayuno en El Cairo con su habitual sonrisa. “Fisky –dijo–, un egipcio se me acercó ayer en la plaza Tahrir y me preguntó ¡si yo era Robert Fisk!” Eso es lo que yo llamo revolución.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.


http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-163104-2011-02-26.html

viernes, 25 de febrero de 2011

Enseñanzas de las revoluciones árabes que marcan el auténtico comienzo del siglo XXI

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Marat
Rebelión



Las rupturas que señalan los grandes cambios históricos tienen su propio calendario. No tienen porqué coincidir con los inicios oficiales de los años, los decenios o los siglos.

La voluntad de los pueblos y las clases populares marca su propio ritmo, atrasa o adelanta las cadencias y los tiempos y establece discontinuidades con la apariencia plana del movimiento de la Historia.

Las revoluciones árabes están alumbrando la entrada en el auténtico comienzo del siglo XXI. Y no es extraño que lo hagan al ritmo de exigencias democráticas que no se agotan, ni mucho menos, en el cambio de unos regímenes políticos despóticos por otros de corte formalmente democrático.

Tanto en Túnez, como en Egipto, en la marabunta social que avanza por Argelia, Marruecos, Libia (cuando escribo estas líneas un tambaleante Gaddafi continúa masacrando a su pueblo mediante el ametrallamiento y los bombardeos sobre la población civil y la acción de los matones del régimen), Jordania, Barhéin, Yemen y que en cualquier momento podría aparecer, con sus propias revueltas, en las corruptas monarquías del Golfo Pérsico, el clamor democrático posee componentes políticos pero también indudablemente económicos y sociales.

Ello sucede, sin embargo, en países en los que la izquierda es muy débil, siendo las represiones a los movimientos populares que impulsó en el siglo pasado una de las razones de ello, aunque quizá no la única.

Las revueltas sociales que están convulsionando al mundo árabe, nacen de una base popular que muchos parangonan con los principios que impulsaron a la Revolución Francesa de 1789. Incluso algunos analistas ven similitudes entre los alientos de la Plaza de Tahrir y la Comuna de París de 1848. Me parece demasiado aventurado afirmar este último extremo, cuando los componentes políticos de la demanda no parecen, en estos momentos, apuntar a un cambio de régimen global; esto es, político, económico y social.

Sin embargo, lo que ha nacido como una aspiración de libertades democráticas de tipo interclasista, tiene componentes de progreso social que no deben de ser olvidados.

En Túnez, la lucha contra el derribado régimen político de Ben Alí tiene, inevitablemente, componentes antioligárquicos, en la medida en que su dictadura representaba también una opresión de clase, de los sectores económicos más poderosos de un país cuya población dedica a su alimentación básica el 70% de sus salarios.

El alza de los precios de los alimentos básicos en Argelia, Túnez y Egipto, Libia y la mayoría de los pueblos árabes, ha estado, junto a la reclamación de libertades políticas, en el germen de unas protestas que han prendido con una fuerza popular imposible si sólo se hubiera sustentando en sus exiguas clases medias, cultivadas y occidentalizadas, lo que suele ser clásico en las demandas de cambios limitados al orden político.

Los últimos días de Mubarak en el poder y su posterior caída son incomprensibles sin la entrada en escena de la clase obrera egipcia (1). La ola de huelgas y movilizaciones obreras se extendieron por todo Egipto, incorporando un impulso popular y social a las reivindicaciones que no serán sólo políticas. Durante los últimos años no ha habido día sin que varias huelgas se simultaneasen en distintos lugares del país. Lo hemos visto también en Túnez (2) y llamativamente éste es un hecho que las grandes agencias y medios de comunicación del capitalismo occidental han silenciado. Revolución democrática sí, pero dentro de un orden y sin las turbas “sans-culottes” parece ser su tácita consigna.

De la evolución de los acontecimientos, de la capacidad de los sectores que defienden un programa político que rompa con la permanencia de las oligarquías económicas en el poder, de la habilidad de éstas para perpetuarse a través de otros rostros, con el apoyo USA, del papel que jueguen los diversos grupos islámicos respecto al factor económico y social en la lucha de estas jornadas y las sucesivas, del papel de las clases populares árabes en los cambios políticos que las revoluciones en sus países están abriendo, va a depender la deriva de unas revueltas que, de momento, han puesto en cuestión la estabilidad de unos regímenes títeres del imperialismo que tanto habían afirmado los “expertos en política internacional y mundo árabe” y los tour operadores que vendían sus paquetes turísticos con el argumento de destinos tranquilos para el impasible turista occidental con la misma sensibilidad social que una ameba.

Del mismo modo que la ceguera occidental fue incapaz de prever las revueltas existen algunos exquisitos revolucionarios de salón cuya miopía política es equivalente a su reaccionarismo de fondo. Para ellos, tras las revueltas del mundo árabe sólo se esconde la mano oscura de Washington y la CIA, buscando desestabilizar a sus propios regímenes títeres, a los que nunca han cuestionado en su satrapía criminal y oligárquica (otra cuestión es el ya viejo acoso USA frente a la teocracia de los clérigos iraníes), para imponer gobiernos títeres prooccidentales. ¿Acaso Mubarak y Ben Alí no eran regímenes amigos de los USA? ¿Acaso Gaddafi no se había hecho perdonar de sus pasadas “veleidades” antiimperialistas y anticolonialistas de juventud? Habrá que ver cómo estas mentes preclaras justifican la caída del régimen de Mubarak, amigo del Estado sionista de Israel, que abre el riesgo de poner a la cabeza de playa del imperialismo occidental en el mayor brete de su historia como Estado. Lo más grave de este análisis es que, bajo un pretendido enfoque antiimperialista se esconde su más absoluta desconfianza y desprecio hacia las masas que riegan con su sangre las calles de las tiranías árabes.

Derribados los poderes de gobiernos amigos o al menos políticamente “neutralizados” (Libia está al caer) la posibilidad de nuevas orientaciones políticas más antiUSA y antisionistas no es descartable. Y ello esta vez no parece que vaya a materializarse desde el fundamentalismo islámico (salvo los riesgos no desdeñables de Argelia y de La Cirenaica en Libia) sino desde regímenes laicos.

En los procesos revolucionarios desatados en el mundo árabe juegan todos. Intereses capitalistas occidentales, Imperialismo USA (3), Israel, Irán,...pero también las masas populares tienen algo que decir en todo este nuevo estado de cosas que pone la realidad política hasta ayer conocida patas arriba. La historia no está escrita de antemano. Hay bases sociales, económicas y de clase en las revueltas. De la capacidad de unos y otros para imponer sus estrategias saldrá un nuevo orden o desorden internacional, pues el peso demográfico, político, económico y estratégico del mundo árabe no es en absoluto desdeñable y tiene repercusiones en las cancillerías de todo el mundo por cuestiones evidentes (islamismo, petróleo, inserción en la economía capitalista mundial,...).

Es el momento de plantearse qué pueden llegar a significar estas revoluciones al inicio del siglo XXI, qué aprendizajes podemos extraer quienes luchamos por cambiar el mundo de base, qué pueden llegar a aportar en el proceso de emancipación del ser humano frente a la opresión política, económica, social, cultural o de otro tipo.

Es demasiado pronto para avanzar cualquier afirmación rotunda pero lo que sí es evidente es que, de nuevo, se muestra que el fin de la historia, teorizado por los Fukuyama de turno y los postmodernos, pasados con armas y bagajes al campo que antaño combatieron, no está, ni de lejos, escrito.

Se nos ha dicho, con el papanatismo propio de quienes confunden causa y efecto y ven en las redes sociales 2.0 los gérmenes de los cambios sociales y de la irrupción de las masas en el centro de la vida política del mundo árabe, que estas revueltas serían impensables sin Internet y las formas de comunicación inmediata de ideas, mensajes y personas que la red ofrece.

No existe revolución 2.0 porque ésta o se produce en el mundo en el que las personas habitan, la sociedad, las calles, los centros de trabajo, los barrios, el entorno político, o no existe en el mundo virtual de Internet. No es éste el lugar del combate social sino su espacio de difusión .

Son las calles las que ponen las víctimas en la revuelta, las barricadas las que se enfrentan a las fuerzas que reprimen la protesta, las movilizaciones las que conducen a la marea humana a derribar los poderes establecidos.

El ciberactivismo es útil sólo si tiene en cuenta que su fin está en el espacio de la realidad, la ocupación de lo que hoy está vacío de la fuerza social: las calles, pero también los centros de trabajo, los de enseñanza, todo aquel lugar en el que habita la razón para la rebeldía y un halito de vida que la impulse. Los gritos virtuales prenden en los oídos colectivos cuando hay un eco social, político y económico que los haga resonar. Sin que la protesta se materialice en las calles, el ciberactivismo es sólo el esfuerzo baldío de predicadores sin audiencia, un pequeño mundo endogámico que se consume en sí mismo.

Lo que nos enseñan los pueblos del mundo árabe en sus revueltas, los jóvenes airados, los estudiantes y trabajadores, los hombres y las mujeres, en sus esperanzadas protestas es que es falso que el poder sea una losa indestructible que aplasta nuestras vidas. Al poder político es posible abatirle. La divinización del poder es la ideología que nos imbuye el propio poder, dios Jano, con doble cara -perversa pero también sagrada e inconmovible como si fuera una esfinge- No lo es y los hechos lo están demostrando.

El poder puede ser derribado a través de la lucha los oprimidos. En los motivos profundos de las revueltas árabes están el anhelo de desasirse de la naturaleza tiránica del poder, incluso cuando manifiesta un simulacro democrático o popular, pero también y fundamentalmente razones de clase, económicas y sociales, como las huelgas que en muchos de los países árabes, no sólo Egipto, demuestran.

Esa lección quien primero y principalmente la está comprendiendo es la UE y los políticos de los países que la integran. El rostro de preocupación de Zapatero en TV, mientras saludaba la “buena noticia” de las revoluciones democráticas árabes, era toda una expresión simbólica de ello (4).

Nunca el eco de las revueltas sociales ha sonado tan fuerte, tan extensamente y tan cerca de la vieja Europa de los mercaderes. Más allá de los temores a que el precio del petróleo entre en un vertiginoso ascenso imparable, que golpee aún más a las economías en crisis de la UE, a que pueda rebrotar el fundamentalismo islámico en el norte de África –opción improbable pero no descartable- la razón de los silencios de la UE y específicamente de la Baronesa Catherine Ashton , Vicepresidenta de la Comisión Europea y Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Europea , prudente hasta la inacción más incomprensible, se debe ante todo a que han comprendido que, por encima de la fuerza y las bayonetas, el poder se sostiene sobre el consentimiento de los sometidos. Basta que estos digan NO, pierdan el respeto al carácter omnímodo, omnipresente y falazmente inamovible del poder para que todo pueda ser puesto patas arriba por la arrolladora fuerza destructiva y, la vez, constructora de algo nuevo, de las masas.

Es algo que ha comprendido muy bien el sátrapa pseudodemocrático de Marruecos, Mohamed VI sentado estos días en su trono, antes sus notables del Consejo Económico y Social, diciendo que se profundizaría en la reforma democrática emprendida y en los valores de la justicia social pero “sin ceder ante la presión demagógica” (5). Así le parece la gente que el pasado domingo 20 de Febrero salió a las calles. Respecto a los valores de justicia social de los que habla sabemos bien quién es el demagogo. Veremos si cede o no ante la presión de la calle.

De la voluntad de lucha, la inteligencia y la conciencia política dependerá que caiga también el orden económico y el social, cultural y religioso, allá donde éste oprime como una tiranía más.

Las clases populares de los países árabes nos están dando una lección de lo que es tratar al poder de tú a tú, perderle el miedo y el respeto, establecer un nuevo diálogo sobre lo político en lo que la soberanía popular y el concepto de ciudadanía sean mucho más que una expresión y constituyan una voluntad colectiva de no permitir a los poderes públicos que se les trate como a súbditos .

Esto es algo que los ciudadanos y las clases populares y los trabajadores del Occidente capitalista hemos olvidado. Resignados a ver cómo el poder político se enfeuda al económico, cómo se nos roban nuestros derechos sociales y económicos sin que nuestros representantes políticos y sindicales nos permitan expresar de un modo directo nuestra opinión ante el sacrificio al que nos somete el capital y sus lacayos, hemos aceptado una supuesta realidad que se nos impone como la única posible. Y aún aquí nada está escrito que establezca de modo indiscutible que los esfuerzos de los pertinaces en que algo se mueva en nuestra vieja Europa no logren su objetivo.

Si la crisis sistémica del capitalismo continúa agudizándose, espoleada ahora por la crisis alimentaria, que afecta especialmente a los países pobres y en desarrollo pero que encarece los precios en todo el mundo, no es descartable que el ejemplo de las revueltas árabes acabe calando en la clase trabajadora europea.

Hasta el día de hoy, salvo los ejemplos de lucha griego, francés e islandés, no hemos visto respuestas, a la altura de las agresiones antisociales sufridas, en un movimiento obrero europeo domesticado y en unos sindicatos afiliados a la CES aburguesados y que son parte del poder aliado al capital.

Pero no hay nada en la Historia de la Humanidad que impida que ésta se mueva en una dirección revolucionaria, si la crisis capitalista y las contradicciones de clase continúan agudizándose. Basta con que surja la conciencia subjetiva de que este estado de cosas no puede continuar sucediendo sin la respuesta de los trabajadores, que alcancemos la convicción de que no hay salida para nuestras vidas dentro del capitalismo.

La chispa en cada país será diferente pero las razones suelen ser comunes: el expolio al que la oligarquía mundial y de cada país está sometiendo a los trabajadores .

NOTAS:

(1) http://www.kaosenlared.net/noticia/trabajadores-egipcios-toman-mando y también http://blogs.publico.es/dominiopublico/3047/lo-que-no-se-conoce-sobre-egipto/

(2) http://www.pais24.com/index.php?go=n&id=99129

(3) http://en.wikipedia.org/wiki/Alliance_of_Youth_Movements y también http://www.elmundo.es/america/2011/02/12/estados_unidos/1297544765.html

(4) http://www.la-moncloa.es/Multimedia/Videos/Presidente/2011/21022011Reuters.htm

(5) http://www.publico.es/internacional/362567/mohamed-vi-tilda-la-revuelta-de-demagogica



Fuente: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/02/ensenanzas-de-las-revoluciones-arabes.html

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123067

Levantamientos populares: de Medio Oriente al Medio Oeste.

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Amy Goodman
Democracy Now!


Traducido por Mercedes Camps, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español.



Cerca de ochenta mil personas marcharon el sábado al Capitolio del estado de Wisconsin en Madison, como parte de una creciente protesta contra el intento del flamante gobernador republicano Scott Walker, no solo de acosar a los sindicatos de los empleados públicos, sino de desarticularlos. El levantamiento popular de Madison sucede inmediatamente después de los de Medio Oriente. Un estudiante universitario veterano de la guerra de Irak, llevaba un cartel que decía “Fui a Irak y ¿volví a mi casa en Egipto?” Otro decía, “Walker: el Mubarak del Medio Oeste”. Del mismo modo, en Madison circuló una foto de un joven en una manifestación en El Cairo con un cartel que decía “Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin: el mismo mundo, el mismo dolor”. Mientras tanto, en un intento de derrocar al eterno dictador Muammar Gadafi, los libios siguen desafiando la violenta ofensiva del gobierno, al tiempo que más de 10.000 personas marcharon el martes en Columbus, Ohio, para oponerse al intento del gobernador republicano John Kasich de dar un golpe de Estado legislativo contra los sindicatos.

Hace apenas unas semanas, la solidaridad entre jóvenes egipcios y policías de Wisconsin, o entre trabajadores libios y empleados públicos de Ohio, habría parecido increíble.

El levantamiento de Túnez fue provocado por el suicidio de un joven llamado Mohamed Bouazizi, egresado universitario de 26 años, que no podía encontrar trabajo en su profesión. Mientras vendía frutas y verduras en el mercado, en repetidas oportunidades fue víctima de maltrato por parte de las autoridades tunecinas que en un momento le terminaron confiscando la carretilla. Completamente frustrado se prendió fuego, chispa que encendió las protestas que se convirtieron en una ola revolucionaria en Medio Oriente y el Norte de África. Durante décadas, la gente de la región ha vivido bajo dictaduras –muchas de las cuales reciben ayuda militar de Estados Unidos-, ha sufrido violaciones de los derechos humanos, además de tener bajos ingresos, altas tasas de desempleo y prácticamente ninguna libertad de expresión. Todo esto mientras las élites amasaban fortunas.

En los conflictos que vemos hoy en Wisconsin y Ohio hay un trasfondo semejante. La “Gran Recesión” de 2008, según el economista Dean Baker, ingresó en su trigésimo séptimo mes sin señales de mejoría. En un documento reciente, Baker dice que debido a la crisis financiera “muchos políticos argumentan que es necesario reducir drásticamente las generosas jubilaciones del sector público, y a ser posible, no cumplir con las obligaciones de jubilaciones ya asumidas. Gran parte del déficit en el sistema de jubilaciones se debe a la caída de la bolsa de valores en los años 2007-2009”.

En otras palabras, los mercachifles de Wall Street que vendían las complejas acciones respaldadas por hipotecas que provocaron el colapso financiero, son quienes causaron el déficit en las pensiones. El periodista ganador del premio Pulitzer David Cay Johnston dijo recientemente: “El empleado estatal promedio de Wisconsin gana 24.500 dólares al año. No se trata de una gran jubilación; el 15 por ciento del dinero destinado a esta jubilación anualmente es lo que se paga a Wall Street por administrarlo. Es realmente un porcentaje demasiado alto para pagar a Wall Street por administrar el dinero”.

Entonces, mientras la banca de inversión recorta un enorme porcentaje de los fondos de jubilaciones, se sataniza a los trabajadores y se les pide que hagan sacrificios. Los que provocaron el problema, en cambio, luego obtuvieron rescates generosos, ahora reciben altísimos salarios y bonificaciones y nadie les pide responsabilidades. Si rastreamos el origen del dinero, resulta que la campaña de Walker fue financiada por los tristemente célebres hermanos Koch, grandes patrocinadores de las organizaciones que forman el movimiento conservador Tea Party. Además donaron un millón de dólares a la Asociación de Gobernadores Republicanos, que otorgó un apoyo significativo a la campaña de Walker. Entonces, ¿acaso resulta sorprendente que Walker apoye a las empresas al otorgarles exenciones impositivas y que haya lanzando una gran campaña contra los empleados del sector público sindicados?

Uno de los sindicatos que Walter y Kasich en Ohio tienen en la mira es la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, de Condados y Municipales (AFSCME, por sus siglas en inglés). El sindicato se fundó en 1932, en medio de la Gran Depresión, en Madison. Tiene 1,6 millones de afiliados, entre los que hay enfermeros, personal penitenciario, personal de guarderías, técnicos de emergencias médicas y trabajadores de la salud. Vale la pena recordar, en este Mes de la Historia Negra, que la lucha de los trabajadores de la salud del local Nº 1733 de AFSCME hizo que Martin Luther King Jr. fuera a Memphis, Tennessee, en abril de 1968. Como me dijo el Reverendo Jesse Jackson cuando marchaba junto a los estudiantes y sus profesores sindicados en Madison el martes pasado: “El último acto del Dr. King sobre la tierra, su viaje a Memphis, Tennessee, fue por el derecho de los trabajadores a negociar convenios colectivos de trabajo y el derecho al descuento de la cuota sindical de su salario. No es posible beneficiar a los ricos, mientras se deja a los pobres sin nada”.

Los trabajadores de Egipto, formando una coalición extraordinaria con los jóvenes, tuvieron un papel decisivo en el derrocamiento del régimen de ese país. En las calles de Madison, bajo la cúpula del Capitolio, se está produciendo otra muestra de solidaridad. Los trabajadores de Wisconsin hicieron concesiones en sus salarios y jubilaciones, pero no renunciarán al derecho a negociar convenios colectivos de trabajo. En este momento sería inteligente que Walker negociara. No es una buena época para los tiranos.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2011/2/24/levantamientos_populares_de_medio_oriente_al_medio_oeste

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123067

Los hijos de Ismael.

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José Arregui
Teólogo



Que un profesor, el primer día de clase, pregunte sus nombres a los alumnos es más que mera cortesía, y nada tiene que ver, por de pronto, con un control de lista. Antes de preguntarle a alguien “¿Cómo te llamas?”, debería descalzarme como Moisés en el Horeb, la tierra pagana y sagrada de la Zarza Ardiente.

Al escuchar a alguien decirme su nombre propio, debería conmoverme tanto como Moisés ante la revelación del sagrado Tetragrama (JHWH), el misterioso nombre propio del Dios bíblico que los judíos no pronuncian jamás. Cuando alguien me dice su nombre, me confía su ser, su misterio inviolable, su historia secreta incluso para él, hecha de sueños y de miedos, modelada con la arcilla más frágil y el agua más pura. Así es el nombre propio de cada uno, y cuando lo escucho me convierto en su portador y responsable. Cuando alguien nos dice su nombre, deberíamos entrar literalmente en trance, como Dios en el primer día de la Creación o de la Revelación.

Hace tres semanas, al comienzo del segundo semestre, pedí a los alumnos que se presentaran por su nombre. Una vez más, de nombre en nombre, compusieron el poema más bello, la melodía más armoniosa, la oración más inspirada. Una chica dijo: “Yo me llamo Eva” (que significa “Viviente” o “Vivificante”). Yo hubiese querido decirle: “¡Oh, qué bonito, Eva!”, pero tuve que reprimirme, y simplemente pregunté: “¿Conoces la historia de tu nombre? ¿Conoces la historia de Eva?”. Solo fue una relativa sorpresa que ni ella ni nadie en la clase conociera la historia de Eva. Sin embargo, es nuestra historia, la historia de todos los que vivimos porque una mujer nos dio a luz.

Otra chica dijo: “Yo me llamo Saray”. No sé si logré disimular la emoción, pero también esta vez me limité a preguntar: “Y tú, ¿conoces la historia de Saray?”. Tampoco ella la conocía, ni ella ni nadie entre los cincuenta de la clase. Es una pena que nuestros jóvenes no conozcan la historia de sus nombres, por ejemplo esas historias bíblicas que nunca sucedieron pero son tan nuestras y tan verdaderas, pues, si las conociéramos a fondo, no solo nos permitirían entender el pasado, sino sobre todo comprender el presente y recrearlo.

Quiero contaros la historia de Saray y de Hagar, y la de sus hijos Isaac y de Ismael, aunque el Génesis la cuenta mucho mejor en los capítulos 16 y 21. Quiero contaros sobre todo la historia de Ismael, que aun se prolonga en la plaza de Tharir en el corazón de El Cairo. Abrahán tuvo dos mujeres: Saray, que significa “Mi princesa”, y “Hagar”, que significa “Extranjera”; en realidad, la Biblia pretende que sólo Saray era esposa de Abrahán y que Hagar no era sino una esclava egipcia de la esposa, pero eso se debe simplemente a que la Biblia cuenta la historia desde el lado de Saray la Princesa, y no desde el lado de Hagar la Extranjera, o si se quiere, desde el lado judío y no desde el lado árabe. Tan esposa era la una como la otra, pero ambas sufrieron, y se hicieron sufrir. El sistema patriarcal de la poligamia las hizo primero émulas, luego rivales y al final enemigas. Y, como dice el Eclesiástico, “ninguna pelea como la de las rivales, ninguna venganza como la de las émulas” (25,13).

Saray era estéril y “no había dado” –así se decía entonces– descendencia a Abrahán. Y, sin consultar para nada con Hagar, dijo a su marido: “Ahí tienes a Hagar, mi esclava; tómala y que ella te dé el hijo que deseas”. Y así hizo, y Hagar quedó embarazada. Entonces, a la pobre Princesa Saray le entraron unos celos terribles y tanto maltrató a Hagar, que ésta tuvo que huir de su casa y ser lo que su nombre indica, una extranjera.

Dios la encontró en el desierto junto a un manantial, y no se lo explicaba, y le preguntó: “Hagar, ¿de dónde vienes y a dónde vas?”. ¿Cómo podía saberlo ella, si Él no lo sabía? Pero Hagar respondió: “Huyo de Saray”. Y Dios le dijo: “Vuelve a casa, mi Hagar, vuelve a tu casa. Y haz como si asumieras tu rol de esclava y concubina, pero sé libre, cree en ti y cree en ese hijo que llevas en tus entrañas, y llámalo Ismael, es decir, ‘Dios escucha’, pues es así: yo escucho a la extranjera, en contra de lo que todos los hombres y pueblos que se sienten elegidos se imaginan por un fatal malentendido. Sé libre, mi Hagar, y da a luz la libertad”. Y Hagar volvió a casa, transfigurada. Y dio a luz a Ismael.

Los celos de Saray arreciaron. Pero años después sucedió que la Princesa, a sus noventa años, también quedó embarazada de Isaac, que significa “Risa”, y dijo: “Dios me ha hecho reír”, pero lo que quería decir en el fondo era que “la última que ríe ríe mejor”, y que Hagar lo oyera. Un día vio Saray que los dos niños, Isaac e Ismael, estaban jugando. ¿Qué otra cosa podían hacer dos niños sino jugar y reír? ¿Qué les importaba a ellos la rivalidad de sus madres y los líos de la herencia y la teología de la elección divina?

Los niños ven las cosas simplemente como son, y juegan, y así revelan el rostro de Dios, sencillo como un niño. Pero Saray no estaba para risas y se dijo “Esta es la mía”. Y, ni corta ni perezosa, le dijo a Abrahán: “Pongamos ya de una vez por todas las cosas en su sitio, aclaremos quién es quién en esta casa: quién es la esposa libre y quién la esclava concubina, quién el hijo heredero y quién el segundón, quién el elegido de Dios y quién el relegado. No aguanto que sigas haciéndote el bien-queda y el bueno. Decídete ya: si crees en la promesa de Dios, echa de esta casa a Hagar y a su hijo. Te lo exijo”.

A Abrahán se le partía el alma, pero tuvo que acceder a la exigencia de su esposa, como más de una vez sucede. Al día siguiente se levantó, tomó una hogaza de pan y un odre de agua, se los dio a Hagar, puso al niño sobre sus hombres y los despidió con inmenso dolor. Con más inmenso dolor se fueron Hagar e Ismael por el desierto de Berseba, solos y a pie y sin saber a dónde. Y cuando se les acabó el pan y se agotó el odre, el niño lloraba a gritos, y a la madre no le quedaban fuerzas ni para llorar, y cada grito del hijo le desgarraba las entrañas más que al parir. ¿Dónde estaba Dios? Dios estaba con ellos, perdida y sola como ellos. Y dijo a la mujer: “No temas, mi Hagar. Juntos atravesaremos todo el desierto. Tu hijo será un gran pueblo, será mi pueblo y hermano de todos los pueblos. Y no temas, un día será libre”. Y así fue, quiero decir: así debemos hacer que sea.

Ismael (que la paz sea con él) creció y vivió en el desierto de Farán, cerca de la Meca y de la Kaaba, según cuenta el Corán. Y encontró nuevos manantiales. Y tuvo 12 hijos –cada nombre una promesa–: Nebayot, Quedar, Abdeel, Mibsán, Mishmá, Dumá, Masá, Jadad, Temá, Yetur, Nafís y Quedma, que son los doce patriarcas de los pueblos árabes, y se extendieron desde Asiria (Irak) hasta Egipto y desde Egipto hasta el Sahara, por todo el Máshreq (que significa Levante) y todo el Magreb (que significa Poniente).

Y de desierto en desierto, de manantial en manantial, se extienden la promesa de Dios y el grito de Ismael, el hijo de la esclava egipcia. Desde la plaza de Tahrir, que significa “Liberación” y que tradicionalmente se ha llamado plaza de Ismael, en el corazón de El Cairo, en el corazón del mundo árabe, se expande imparable el inmenso movimiento de la Juventud, del Pueblo y de la Libertad, a pesar de la vergonzosa lentitud, por no decir cobardía (Vargas Llosa dixit) de nuestros gobiernos occidentales.

¡Mabruk (Enhorabuena), hijos de Ismael!

José Arregi

Para orar.

AL FATIHA (“La que abre”, primera sura del Corán)

En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo.
Bismi Allahi alrrahmani alrraheemi.

Las alabanzas a Allah, Señor de los mundos.
Alhamdu lillahi rabbi alAAalameena.

El Misericordioso, el Compasivo
Alrrahmani alrraheemi.

Rey del Día de la Retribución.
Maliki yawmi alddeeni.

Sólo a Ti te adoramos, sólo en Ti buscamos ayuda
Iyyaka naAAbudu wa-iyyaka nastaAAeenu.

Guíanos por el camino recto,
Ihdina alssirata almustaqeema.

El camino de los que has favorecido, no el de los que son motivo de ira, ni el de los extraviados.

Sirata allatheena anAAamta AAalayhim ghayri almaghdoobi AAalayhim wala alddalleena.


http://www.redescristianas.net/2011/02/25/los-hijos-de-ismaeljose-arregui-teologo/#more-25094