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lunes, 29 de marzo de 2010

Un rabino planea un “milagro” en el Muro Occidental en Jerusalén.

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Jonathan Cook
Counterpunch


Traducción del inglés para Rebelión por Germán Leyens



El gobierno israelí ha indicado que seguirá adelante con un plan para ampliar la planicie de oración judía en el Muro Occidental en la Ciudad Vieja de Jerusalén, a pesar de advertencias de que ese acto podría provocar una tercera Intifada.
Responsables israelíes rechazaron esta semana una proposición de un tribunal de Jerusalén de diferir el plan después que el juez aceptó que la expansión de la planicie violaría el acuerdo de “statu quo” que cubre los sitios sagrados de la Ciudad Vieja. Las autoridades islámicas aceptaron el acuerdo después de que Israel ocupó Jerusalén Este en 1967.

El sitio considerado por los funcionarios israelíes está ubicado en la Puerta Mughrabi, una entrada a la explanada de las mezquitas conocida como Haram al Sharif, el sitio más delicado en el conflicto entre Israel y los palestinos. En su interior están la mezquita Al Aqsa y la Cúpula de la Roca con su domo dorado.

Violaciones anteriores por Israel de la autoridad islámica en el sitio han provocado choques entre la policía israelí y los palestinos. Una visita fuertemente armada de Ariel Sharon en el año 2000 a la explanada de las mezquitas, poco antes de que llegara a ser primer ministro, para declarar derechos israelíes en el lugar, provocó la segunda Intifada.

En las últimas semanas, los analistas se han preocupado cada vez más de que una tercera Intifada sea inminente ya que el gobierno de Benjamin Netanyahu ha aumentado la construcción de asentamientos en Jerusalén Este y declarado varios lugares que están en Cisjordania como sitios del patrimonio judío.

Otro asalto contra el control musulmán tan cerca a la mezquita Aqsa corre el peligro de “echar leña al fuego,” dijo Hanna Sweid, miembro árabe del parlamento israelí que presentó las objeciones de planificación originales al proyecto israelí.

Según evidencia presentada al tribunal de Jerusalén, funcionarios israelíes utilizaron daños menores a una rampa de piedra que conducía a la Puerta Mughrabi como pretexto para demolerla hace seis años. La intención es reemplazar la rampa por un puente metálico permanente y luego ampliar la planicie de oración judía al área donde estaba la rampa.

El proyecto es la genial idea de Shmuel Rabinowitz, el rabino a cargo del Muro Occidental, quien declaró que el daño a la rampa en 2004 era un “milagro” que había ofrecido a Israel la posibilidad de tomar el control de más terreno de las autoridades islámicas en la Ciudad Vieja.

El plan del rabino fue aprobado a finales de 2007 por un comité ministerial especial dirigido por Ehud Olmert, entonces primer ministro. El proyecto también recibió el respaldo de Netanyahu, aunque congeló el trabajo de construcción en julio por orden del tribunal de Jerusalén.

La jueza Moussia Arad propuso en enero que se reinstalara la rampa, o por lo menos que el puente siguiera la ruta exacta de la rampa, y que se prohibiera toda oración en el lugar. Esa posición recibió el respaldo de funcionarios de las Naciones Unidos que controlan el trabajo de Israel en la Puerta Mughrabi.

Las autoridades islámicas jordana, turca y palestina han expresado todas su profunda preocupación por las excavaciones israelíes en la Puerta Mughrabi, que se ven como un preludio a la expansión de la planicie.

Los observadores esperaban que, ante el peligro de otro altercado con EE.UU. tan pronto después de la crisis diplomática provocada por la construcción de asentamientos israelíes en Jerusalén Este, Netanyahu pudiera aceptar el compromiso del tribunal.

Se ha demostrado que se equivocaban.

“Netanyahu tiene un historial de pisoteo de los derechos palestinos en la Ciudad Vieja,” dijo el Sweid. “Hay motivos para preocuparse por lo que se propone esta vez.”

En 1996, durante su período anterior como primer ministro, Netanyahu abrió el túnel del Muro Occidental, otra excavación cercana a la explanada de las mezquitas, lo que llevó a choques en los que murieron 75 palestinos y 15 soldados israelíes.

Israel, que dice que las mezquitas se encuentran sobre las ruinas de dos antiguos templos judíos construidos por Salomón y Herodes, se refiere al sitio como Monte del Templo y ha aventurado una reivindicación a un grado de soberanía sobre el área en recientes negociaciones de paz.

La semana pasada, en una señal de las consecuencias explosivas de travesear con el statu quo relacionado con los sitios sagrados de Jerusalén, estallaron disturbios en un “día de la cólera” en Jerusalén Este después del anuncio de Israel de que había reconstruido una vieja sinagoga, la Hurva, cercana a las mezquitas.

“Haram al Sharif es un sitio de sensibilidad musulmana sin par y el gobierno israelí está jugando con fuego,” dijo Mohamed Masalha, un profesor dirigente de una coalición de grupos islámicos dentro de Israel, que presentó el caso al tribunal.

En evidencia presentada al tribunal, Meir Ben Dov, un arqueólogo israelí y director de excavaciones en el Muro Occidental durante casi cuatro decenios, demostró que la tormenta había causado sólo un deslizamiento menor de tierra.

“El Gobierno me pidió que inspeccionara el daño dos días después de que ocurrió y vi que posiblemente una docena de piedras habían sido desplazadas,” dijo. “La rampa podría haber sido reparada en menos de una semana, pero en lugar de hacerlo decidieron demolerla.”

La jueza Arad, dijo el señor Ben Dov, había quedado “consternada” cuando vio las fotografías.

El señor Ben Dov dijo que su recomendación de que la rampa fuera reparada por 14.000 dólares fue ignorada por funcionarios israelíes, incluido Benny Elon, el ministro de Turismo de entonces, un rabino colono que dirige un partido de extrema derecha. En lugar de hacerlo el Gobierno demolió la rampa y construyó un puente provisional de madera a la Puerta Mughrabi mientras se realizaban excavaciones en el área abierta por la destrucción de la rampa.

El contralor de Jerusalén, Shulamit Rubin, la autoridad protectora de la ciudad, criticó en su época las excavaciones, diciendo que eran ilegales porque no se había solicitado las autorizaciones necesarias.

La naturaleza secreta de las excavaciones fue ampliamente considerada por grupos islámicos como evidencia de la intención israelí de buscar partes de los tempos destruidos. Con una evidencia semejante, Israel tendría una base más sólida para extender su control.

El carácter poco científico de las excavaciones se destacó a comienzos de 2007 cuando se supo que tres años antes arqueólogos israelíes habían desenterrado en el lugar una sala de oraciones musulmana del tiempo de Saladino, del Siglo XI, pero ocultaron el descubrimiento.

En febrero de 2007, cuando Israel llevó maquinaria pesada a las excavaciones de la Puerta Mughrabi, cientos de palestinos se enfrentaron a la policía mientras los movimientos islámicos dentro de Israel realizaban grandes manifestaciones. Yihád Islámico dijo que había disparado dos cohetes Qassam desde Gaza como reacción, y la Brigada de los Mártires de Al Aqsa amenazó con realizar ataques si no se detenía el trabajo.

Autoridades islámicas también expresaron temores de que la explanada de las mezquitas pudiera resultar dañada por las aplanadoras, y que la maquinaria pesada también podría destruir la aún no descubierta mezquita Al Buraq, que se pensaba que estaba ubicada cerca de la Puerta Mughrabi marcando el lugar donde el Profeta Muhammad ató su caballo durante su Viaje Nocturno entre la Meca y Jerusalén.

Para calmar la situación, Israel permitió que expertos turcos examinaran las excavaciones poco tiempo después. Éstos informaron de que Israel trataba de dejar de lado la historia islámica de Jerusalén para poder subrayar sus aspectos judíos.

Israel tenía otro motivo para seguir adelante con las excavaciones ilegales, dijo Kais Nasser, el abogado que representa a los grupos islámicos. “Tenían que desenterrar algo, cualquier cosa que pudiera presentar como una antigüedad para anular las demandas musulmanas de que se restaurara la rampa. La reconstrucción de la rampa sería entonces imposible porque podría dañar un emplazamiento arqueológico.”

Nasser dijo que Israel espera que si puede presentar el puente como la única opción factible, no habrá obstáculos para la expansión de la planicie de oraciones.

Ben Dov dijo que compartía esas sospechas sobre las actividades de Israel en el lugar, y agregó que parece que el objetivo de los funcionarios israelíes es obtener el control sobre todos los 480 metros de longitud del Muro Occidental.

Él y otros observadores han dicho que sólo es un ejemplo más de la antigua política de entrometerse gradualmente en el control musulmán de la explanada de las mezquitas.

Entre lo más significativo ha estado la creación de la Ciudad de David, un parque arqueológico israelí, directamente al sur de la mezquita Al Aqsa en el vecindario palestino de Silwan. El lugar está controlado por Elad, un grupo extremista de colonos que se ha apoderado de casas palestinas vecinas y, junto con la municipalidad de Jerusalén y funcionarios gubernamentales, presiona para que docenas más sean demolidas. Quiere llegar a vincular el parque con el Monte del Templo.

Los colonos judíos han estado concentrando sus esfuerzos en apoderarse de casas palestinas en el barrio musulmán, cerca de Haram al Sharif, con el apoyo de políticos derechistas, incluyendo en el pasado a Netanyahu.

Una organización de colonos, Ateret Cohanim, ha sido especialmente activa, y se sabe que está excavando bajo casas palestinas alrededor de la explanada a la espera de descubrir indicios de los templos.

“Lo que vemos en este caso es una alianza perversa de ministros del Gobierno, funcionarios de la municipalidad de Jerusalén y organizaciones de colonos que tratan de revivir una supuesta era dorada de soberanía judía de hace miles de años,” dijo Sweid.

Además, dijo, Israel cree que una presencia más significativa de Israel cerca de las mezquitas fortalecería su posición en cualequier conversaciones final de paz con los palestinos sobre la división de Jerusalén, ya que Israel podría presentar una reivindicación mayor de la soberanía sobre el lugar.

En las conversaciones de Camp David en el año 2000, Bill Clinton, entonces presidente de EE.UU., propuso dividir la soberanía de manera que Israel tuviera el control sobre los “espacios subterráneos” de la explanada de las mezquitas y el Muro Occidental. Durante las conversaciones Ehud Barak, el primer ministro israelí de la época, alarmó a los observadores al calificar toda la explanada de las mezquitas de lo “más sagrado de lo sagrado” de los judíos, un término que previamente sólo se había utilizado para referirse al santuario interior de los templos destruidos.

Hay otros temores entre los palestinos, y el mundo musulmán en general, de conspiraciones más tenebrosas que están tramando grupos aún más extremos.

Aunque leyes de la pureza religiosa judía han prohibido tradicionalmente a los judíos el ingreso al Monte del Templo, un número creciente de rabinos están pidiendo que se permita que los judíos recen en la explanada de las mezquitas. Se sabe que grupos aún más fanáticos están a favor de volar las mezquitas y construir un tercer templo en su lugar.

La reciente reconstrucción de la sinagoga Hurva ha aumentado esas preocupaciones. Los medios israelíes informaron de que, según una profecía rabínica de hace 300 años, la reconstrucción de la sinagoga anunciaría la construcción del tercer templo.

Un asunto sórdido: la limpieza étnica del sector Mughrabi

La limpieza étnica israelí del barrio Mughrabi, o marroquí, de la Ciudad Vieja de Jerusalén después de su captura en 1967 es uno de los episodios más sórdidos de la guerra de 1967.

Hasta que fue destruida por Israel en 2004, la rampa de piedra que llevaba a la Puerta Mughrabi –una de las principales entradas a la explanada elevada de mezquitas conocida como Haram al-Sharif– fue el único recuerdo visible de que el barrio, donde residían 1.000 palestinos, haya existido.

Al terminar la Guerra de los Seis Días, mientras tropas israelíes invadían la Ciudad Vieja, el gobierno israelí vio una oportunidad no sólo de restaurar una presencia judía en la ciudad amurallada sino de crear un nuevo barrio judío expandido que tendría el Muro Occidental en su centro.

Antes de 1948, las oraciones en el Muro habían sido posibles sólo en diversos puntos a lo largo de un estrecho corredor en los márgenes del densamente poblado barrio marroquí, un área legada en el Siglo XII a los seguidores de Saladino por su hijo Malik al-Afdal.

Pero inmediatamente después de la “milagrosa” victoria de 1967, el gobierno israelí vio la posibilidad de crear una amplia planicie para oraciones frente al Muro, convirtiéndolo en el corazón simbólico de un Estado judío expandido que podría unir a judíos religiosos y seculares.

Todo lo que estaba en el camino eran las 135 casas del barrio.

En la noche del 10 de junio, Uzi Narkiss, jefe del comando central del ejército, autorizó que 15 equipos privados de demolición arrasaran el barrio bajo cobertura de la oscuridad. Él, como los políticos, sabía que ni la comunidad internacional ni los tribunales israelíes consentirían una violación tan flagrante del derecho internacional.

Cuando Teddy Kollek, el alcalde de Jerusalén Occidental, consultó al ministro de Justicia, la respuesta fue: “No sé cuál es el estatus legal. Hágalo rápidamente y que el Dios de Israel lo apoye.”

Uzi Benziman, periodista israelí, describió la compulsión “casi mística” que impulsaba a los responsables de ese acto de limpieza étnica: “Los oficiales y los contratistas se consideraban emisarios venidos a renovar la condición del Estado judío como había sido 1.897 años antes.”

Un oficial fue de casa en casa ordenando a los residentes que las evacuaran. Según observadores, los que se negaron terminaron por huir cuando cayeron las murallas de sus casas. Una anciana, encontrada entre los escombros, murió poco tiempo después.

Cuando se removieron los escombros y se allanó el suelo para crear una amplia planicie frente al Muro Occidental, los contratistas recibieron instrucciones de utilizar los escombros de las casas para construir una rampa hasta la Puerta Mughrabi. La puerta es la única entrada a la explanada de las mezquitas para la cual Israel conservó la llave. Hoy es el punto de acceso para todos los visitantes no musulmanes, incluida la policía israelí.

El Muro Occidental y la planicie, en tierra que previamente estaba controlada por las autoridades islámicas, fueron colocados bajo la jurisdicción del ministro de Asuntos Religiosos israelí. Pocos días después, en el día santo judío de Shavuot, se calcula que 200.000 judíos israelíes –uno de cada 10 de la población– fueron a visitar el Muro.

Aunque Israel había efectivamente anexado Jerusalén Este, sus dirigentes seguían preocupados por las posibles repercusiones internacionales de que los vieran tomando el control de los sitios sagrados de la Ciudad Vieja, especialmente la explanada de las mezquitas. Bajo un denominado acuerdo de “statu quo” se suponía que funcionarios musulmanes seguirían controlando la explanada de las mezquitas, bajo supervisión israelí.

Pero eso no impidió la rápida emergencia de un movimiento en Israel que buscaba también el control de la explanada de las mezquitas. Muchos judíos creen que las ruinas de los templos de Salomón y Herodes se encuentran bajo las mezquitas.

Desde comienzos de los años setenta, rabinos extremistas –encabezados por Shlomo Goren, entonces gran rabino de Israel– comenzaron a presionar para que los judíos pudieran ingresar a la explanada para orar, a pesar de fallos rabínicos tradicionales contra una práctica semejante.

Pronto aparecieron grupos judíos exigiendo más: que se volaran las mezquitas a fin de hacer sitio para un tercer templo que acercaría la llegada del Mesías.

Desde el estallido de la segunda Intifada, queda poco del acuerdo de statu quo. Restricciones israelíes de movimiento que afectan a Gaza y a Cisjordania significan que actualmente sólo una ínfima cantidad de palestinos puede llegar a las mezquitas. También se prohíbe la actividad de instituciones palestinas dentro de Jerusalén.

Mientras tanto, los colonos y funcionarios israelíes han usurpado cada vez más tierra alrededor de la explanada de las mezquitas. En las conversaciones de Camp David con los palestinos en el año 2000, Israel propuso por primera vez que se permitiera a los judíos la oración en la explanada y que Israel tuviera un grado de soberanía sobre el lugar.

En los últimos años la policía israelí ha comenzado a escoltar a los judíos dentro de la explanada a través de la Puerta Mughrabi, aunque las oraciones no se han aprobado hasta ahora.

…………

Jonathan Cook es un periodista y escritor que trabaja en Nazaret, Israel. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel's Experiments in Human Despair (Zed Books). Su sitio en Internet es: www.jkcook.net.

Una versión de este artículo apareció originalmente en The National (www.thenational.ae), en Abu Dabi.



Fuente: http://www.counterpunch.org/cook03262010.html

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=103140

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